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República de Venezuela Ministerio del poder popular para la educación

Valores. República de Venezuela Ministerio del poder popular para la educación. Clase Participativa. Profa . Ma. Carolina Gómez. Valores. Amistad.

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  1. Valores República de VenezuelaMinisterio del poder popular para la educación Clase Participativa Profa. Ma. Carolina Gómez

  2. Valores Amistad Del latínamicus; amigo, que posiblemente se derivó de amore; amar. Aunque se dice también que amigo proviene del griegoa; sin y ego; yo, entonces amigo significaría "sin mi yo", con lo cual se considera a un amigo como el otro yo, es una relación afectiva entre dos personas. La amistad es una de las más comunes relaciones interpersonales que la mayoría de los seres humanos tienen en la vida, es un sentimiento convenido con otra persona, donde se busca confianza, consuelo, amor y respeto. Es algo muy especial entre dos personas que son amigos.

  3. Valores Tolerancia Del latín tolerare (sostener, soportar), es una noción que define el grado de aceptación frente a un elemento contrario a una regla moral, civil o física. Más generalmente, define la capacidad de un individuo de aceptar una cosa con la que no está de acuerdo. Y por extensión moderna, la actitud de un individuo frente a lo que es diferente de sus valores. La tolerancia social es la capacidad de aceptación de una persona o de un grupo ante lo que no es similar a sus valores morales o las normas establecidas por la sociedad.

  4. Valores Respeto Es el valor que faculta al ser humano para el reconocimiento, aceptación, aprecio y valoración de las cualidades de los demás y sus derechos, ya sea por su conocimiento, experiencia, valor como personas o capacidades diferentes, es el reconocimiento del valor propio y los derechos de los individuos y de la sociedad. Éstos deben ser reconocidos como el foco central para lograr que las personas se comprometan con un propósito más elevado en la vida. Sin embargo, el respeto no es sólo hacia las leyes o la actuación de las personas. También tiene que ver con la autoridad como sucede con los hijos y sus padres o los alumnos con sus maestros. El respeto ayuda a mantener una sana convivencia con las demás personas, se basa en normas de diferentes sociedades e instituciones. El respeto como valor, cumple un papel muy importante en nuestras vidas.

  5. Valores Honestidad La honestidad es una cualidad humana consistente en comportarse y expresarse con coherencia y sinceridad, y de acuerdo con los valores de verdad y justicia. En su sentido más evidente, la honestidad puede entenderse como el simple respeto a la verdad en relación con el mundo, los hechos y las personas; en otros sentidos, la honestidad también implica la relación entre el sujeto y los demás, y del sujeto consigo mismo. La cualidad de la honestidad es aplicable a todos los comportamientos humanos. No se puede, por ejemplo, decidir obviar información útil respecto a determinada decisión, y sin embargo defender que dicha decisión ha sido tomada con honestidad. Basar las propias decisiones en los deseos y no en la información reunida con respecto al mundo puede ser considerado deshonesto, incluso cuando se realiza con buenas intenciones. La honestidad requiere por lo tanto un acercamiento a la verdad no mediatizado por los propios deseos.

  6. LA LECTURA Y LOS VALORES Una raya de luz bajo la puerta de la biblioteca me decía que mi papá “seguía leyendo”. Yo llegaba de una fiesta y tenía 18 años. Eran las 11:30 de la noche. Toqué y como siempre desde que tengo memoria, oí “¡adelante!”, el ruido de las hojas del libro que colocaba boca abajo sobre su mesa y el rechinido del sillón cuando se levantaba. Abrió la puerta y su sonrisa me invitó, como siempre, a platicar con él de la fiesta. Me senté en su sillón, él aprovechó para estirar las piernas. Caminaba mientras escuchaba con interés y divertido mi crónica de baile: muchachos guapos, los sándwiches y ensalada que cenamos, el disco de 78 revoluciones que se rompió, mi descripción de un señor de 22 años que me había sacado e invitado al cine... eran los años cincuenta... Una vez tomé distraída y curiosa el libro Higiene del alma que había dejado sobre su mesa; empecé a hojearlo, como siempre lo hacía. “¡A propósito! ---la voz de mi papá me sacó de la página que sin querer yo leía--, déjame contarte sobre este otro señor, Ignace Lepp, te invito a leer su libro que parece te interesa."

  7. Así me presentó a muchos amigos suyos: en las noches blancas de las estepas rusas seguí a Gogol, quien por cierto, como mi papá, no cursó más que el tercer grado de primaria; a Theilard de Chardin, que tejió para mis dudas existenciales su camino de ciencia y de fe cósmica. Caminé La montaña mágica , nadé 20, 000 leguas de viaje submarino, volé sobre el ganso de Selma Laggerlof y desde los seis años empecé a viajar por el mundo con los Cuentos de hadas para niños, mi primera colección de libros con letras de oro y pasta dura. Mi abuela materna vivía con nosotros y nos leía esos cuentos a la hora de merendar, la hora mágica del “chiquillero”. No se impacientaba demasiado cuando le preguntaba : “¿dónde queda eso” Así llegué a Samarkanda en tapete volador por primera vez a los ocho años... Cuarenta más pasaron y llegué con mis dos hijas, ya de veintitantos, por segunda vez. Me escucharon por horas y, como mi abuela, no se impacientaron demasiado: hasta alguna lagrimita compartimos a las dos de la mañana ahí, en esa maravillosa plaza de Rajastán, en la que yo solía mercadear y correr mil aventuras en mi niñez.

  8. Yo intentaba descifrar los escritos en árabe de la columnata y mis hijas se reían de mis afanes con razón... recordé a mi mamá cuando me regaló los cuentos de Las mil y una noches, traducidos al inglés por un señor Richard Burton... ¡Claro! Recordé cuando ella me esperaba a la una de la tarde, con una sopa de fideo, plátano y algo más que me obligaba a comer, como carne y verduras, con música, mucha música y su voz: “Repasa la tarea antes de que venga el camión por ti. Hazlo en voz alta. Me gusta escucharte cuando lees a Chaucer, Los cuentos de Canterbury”... Yo tenía ya 16 años. Mi recámara de niña tuvo libreros formales para El Tesoro de la Juventud, las revistas del National Geographic se apilaban. Los libros seguían llegando, eran los regalos de tías, tíos, de abuelos y de algún vecino que me llamaba Tere Tompiates , porque precisamente en un tompiate finísimo seguía guardando los poemas de Nezahualcóyotl y los de Yeats. Como siempre, mi mamá se alternaba con mi papá; ella de día, él de tarde y de noche en su espléndida y sencilla labor de ser Papá y Mamá, los primeros y los mejores Educadores... de quienes sin sentir, casi sin querer... me formé en sencillos profundos “valores” que me hacen ¡feliz!

  9. Hay que Crecer en Valores Para Ser Mejores Ciudadanos Gracias Prof. Ma. Carolina Gómez

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