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CORAZÓN DE HUMANIDAD. El primer movimiento es entrar al interior de mi propia casa, a esas estancias profundas que hay en cada una de nosotras. Recuperar la llave, entrar sin miedo, ir abriendo todas sus puertas.
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El primer movimiento es entrar al interior de mi propia casa, a esas estancias profundas que hay en cada una de nosotras. Recuperar la llave, entrar sin miedo, ir abriendo todas sus puertas. Todas ansiamos un hogar donde poder ser nosotras mismas sin tener que esconder ni aparentar; un lugar donde las cosas puedan ser lo que son. Cobijo y cercanía es aquello que anhelamos.
Betania, casa del pobre, simboliza un lugar de nutrientes, de alimento en sentido amplio: afecto, distensión, sensibilidad, cuidados, atención, presencia y ternura. Para Jesús, Betania es un lugar de intimidad y de descubrimientos.
Buscará en casa de estas mujeres ser recibido, en ese anhelo tan humano de compañía, hospitalidad, y contacto. «Todos tenemos algo en común, a saber: una necesidad inmensa de intimidad. La intimidad es algo sagrado» Detrás de nuestros trajines emocionales hay un anhelo de comunión.
El clima que se describe es afable, los lazos de amistad debían llevar un cierto tiempo. Todos actúan con naturalidad. Marta y María actúan y se mueven con sencillez.
El descanso se presenta como algo deseado y agradable después de un camino largo y cansado, y de un tiempo de intensa actividad, especialmente si se puede estar con los amigos. Jesús se sienta con sus amigos. María escuchándole se olvida de todo. Marta se afana en atender preparando comida.
Marta es activa, diligente, hacendosa, está en todo, una buena ama de casa, con ella se puede encontrar una casa que es ese hogar donde todo está en su sitio. Sabe querer… María es más apasionada, todo corazón, sensible, en su vida no caben medias tintas sino entrega sin condiciones. Sabe dejarse querer...
Jesús llama a Marta por dos veces, evocando el modo en que fue llamado Moisés ante la zarza ardiente, porque el lugar que ella pisa, su propia casa, es también sagrada, y hay en ella un fuego que no se consume. ¿Cómo irá Marta aprendiendo a descalzarse? No es por lo que es, sino por lo que Marta interpreta que es, por lo que se crea inquietud en su interior: por cómo se mira a sí misma
Podemos intuir que Jesús sigue a Marta con una mirada de cariño en su ir y venir, pero Marta se siente sola en el servicio, no experimenta esta presencia como compañía, se siente mal por no poder estar ella también sentada a los pies de Jesús y se agita expresando su necesidad: «Dile que me ayude».
Jesús la atrae hacia sí: «Marta, Marta»; ella es doblemente querida; es como si quisiera decirle: «no te preocupes por lo que haces o dejas de hacer; lo único necesario es que yo estoy aquí para ti. Me gusta lo que haces». El deseo de Jesús es que Marta viva acompañada y aquietada con él en la casa. Atenta, consciente: «No te inquietes, Marta; está bien que sirvas, pues estoy del mismo modo contigo que estoy con María.
No necesito que estés sentada a mis pies para amarte más. Lo que quiero es que puedas sentir mi amor hacia ti, en ti, mientras trabajas». Los errores duelen, pero también nos enseñan, y Marta va a aprender de lo que ha vivido en este momento, va a aprender a vivir bajo el signo de la bendición.
En que situaciones es mi comunidad: «Betania» Casa de Encuentro, Comunidad de Amor; Corazón de Humanidad. • ¿Qué llaves y que puertas debo atravesar para que mi casa interior sea Betania; para Jesús y para mis hermanas? • ¿Cuando mi servicio se transforma en una vertiginosa carrera de actividades donde Jesús no esta presente? • ¿Que sentimientos predominan cuando pienso en la relación que tenemos Jesús y yo?