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DIAPOSITIVAS COMENTADAS pintura gótica. Inmaculada Navarro I.E.S.Dr Lluis Simarro Xativa Curso 2011/12 . PINTURA GOTICA JOAN VAN EYCK- El matrimonio Arnolfini EL BOSCO- El Jardin de las Delicias PERE SERRA- Retablo del Espíritu Santo LLUIS DALMAU- La Virgen dels Consellers.
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DIAPOSITIVAS COMENTADASpintura gótica Inmaculada Navarro I.E.S.DrLluisSimarroXativa Curso 2011/12
PINTURA GOTICAJOAN VAN EYCK- El matrimonio ArnolfiniEL BOSCO- El Jardin de las DeliciasPERE SERRA- Retablo del Espíritu SantoLLUIS DALMAU- La Virgen delsConsellers
ELEMENTOS DEL ANÁLISIS PICTÓRICO:La PINTURA se analiza desde el punto de vista formal o plástico, de su contenido y significado. Para ello ha de conocerse el soporte (tabla, tela, muro...), la técnica (fresco, óleo, acuarela...) y la estructura de la obra (composición, perspectiva, tipo de luz y color).A ello se une el contenido y significado de la pintura (mágico, religioso, civil, paisaje…). Para la comprensión de un tema es esencial el conocimiento de la iconografía y comprender el significado de los signos. La pintura posee una finalidad (decorativa, conmemorativa, totémica, religiosa, didáctica…), que se tiene que relacionar con una época histórica. • FICHA TÉCNICA: Autor, Epoca , Titulo ,Escuela • ANÁLISIS FORMAL: • *Composicion, • *Perspectiva . • La luz, color • ANÁLISIS CONCEPTUAL: • Tema • Simbologia • Iconografia • Función • ANÁLISIS TÉCNICO: • Técnica usada • Ubicación de la obra o soporte • Modelos anteriores que han influido en ella y como ella ha influido en obras posteriores.
Obra: El matrimonio Arnolfini. NationalGallery Londres. Autor:Jan Van Eyck (1390-1441). Estilo: Arte Gótico. Flamenco. Género: Pintura al óleo sobre tabla. Cronología: Siglo XV (1434). Flandes (Brujas). Otras obras: El retablo del cordero místico de San Bavón de Gante (junto a su hermano Huberto), Virgen del Canciller Rollín, Virgen del Canónigo Van der Paele.
Análisis: Se trata de un pequeño cuadro (pues no llega al metro de altura), pintado al óleo sobre tabla de roble. Este cuadro representa una escena que se desarrolla en una pequeña estancia. En primer plano aparecen los protagonistas de dicha escena, un hombre y una mujer en actitud solemne, cogidos de la mano. Él, descalzo, con tocado y ropajes oscuros, eleva su mano derecha, y ella, ataviada con un vestido de abundantes pliegues y cubierta con una toca blanca, deja descansar la mano que tiene libre sobre su vientre, mientras un pequeño perro nos mira desde sus pies. Sobre ellos pende un candelabro de seis brazos con una sola vela encendida que no consigue iluminar la estancia, ya que esta función se haya encomendada a un ventanal que se abre a nuestra izquierda. Sobre el arcón bajo la ventana descansan unas piezas de fruta. Frente a la ventana, en el extremo opuesto de la estancia, aparece una cama con dosel vestida con telas de un rojo intenso y, en el último plano, un sillón adosado a la pared, del que sobresalen un par de zapatos en su parte inferior. Sobre este sillón se sitúa un rosario de hermosas cuentas de cristal y, algo más arriba, un espejo convexo parece presidir la escena, por su posición central. En él se reflejan, no sólo las figuras de sus protagonistas y la estancia en la que ésta se desarrolla, sino que también lo hacen un personaje vestido de azul, identificado por los críticos como el autor del cuadro, y un joven de rojo, situados ambos en el umbral de la puerta de entrada.
Se trata de una pintura al óleo sobre tabla, técnica muy frecuente en la pintura flamenca. De pincelada corta y precisa y de textura lisa, la línea no aparece como silueta o trazo negro aunque sí delimita de forma suave y natural los contornos. El dibujo es extraordinariamente preciso y define con minucioso detalle cada uno de los elementos que integran la composición, individualizando cada rasgo u objeto con una meticulosidad propia de un miniaturista.
Desde el punto de vista estilístico, el matrimonio Arnolfini posee gran parte de los elementos propios de la escuela flamenca del siglo XV. Los pintores flamencos se caracterizan por el gusto por la suntuosidad y el rico colorido, gran interés por representar la realidad, empleo exclusivo de la tabla tanto en obras religiosas (Trípticos y Polípticos) como en retratos, gran calidad en la ejecución tanto en las representaciones de los rostros como en cualquier objeto representado, ya que el artista flamenco siente interés por todo, desde un objeto hasta un rasgo humano. Así, en las figuras de los Arnolfini hallamos el gusto por los largos ropajes que se dejan caer, produciendo un sinnúmero de curvas y contracurvas. También encontramos aquí otra de las notas que caracterizan la pintura de los primitivos flamencos: gusto por la minuciosidad y por los pequeños detalles, con tendencia al naturalismo, y que es fruto del trabajo realizado por estos artistas en los códices de sus señores borgoñones.
El modelado representa perfectamente el volumen con gradaciones de color y suaves contrastes de luz, una luz natural que penetra por una ventana situada a la izquierda pero que no produce una luz focal y dura, siendo los contrastes lumínicos muy suaves. La gama cromática es muy rica y abarca todo el espectro, desde los colores fríos (verde y azul de la indumentaria femenina) hasta los cálidos (rojo del banco, cama y dosel). Su combinación es equilibrada y transmite serenidad. No obstante, el lado derecho del cuadro concentra los colores más vivos y contrastados (rojo y verde), que resaltan la figura femenina y el lado derecho de la estancia. Esta estancia aparece en su dimensión espacial gracias a una perspectiva muy cuidada, con los muebles y el suelo en líneas de fuga. La composición es sencilla, equilibrado y responde a un eje de simetría vertical que parte de la lámpara, continúa en el espejo de la pared y termina en la figura del perro; a un lado y otro se disponen las dos figuras del cuadro, unidas a través de las manos.
Comentario: El tema de este cuadro es un retrato de carácter privado en el que una pareja de ricos burgueses contrae matrimonio en su propio hogar. Conviene tener en cuenta que, hasta mediados del siglo XVI, la ceremonia nupcial no requería la presencia de un sacerdote, sino tan solo un juramento recíproco entre los cónyuges ante testigos. Éstos testigos aparecen reflejados en el espejo del fondo y el cuadro equivale así a un documento notarial, ya que el propio pintor coloca por encima del espejo la inscripción «Johannes de Eyckfuit hic. 1434», (Johannes de Eyck estuvo aquí, 1434).
EL BOSCO Tríptico del Jardín de las delicias terrenas. Caract.: Pintura sobre tabla, 220x97 cm (compartimentos laterales) y 220x195 cm (compartimento central). Museo del Prado - Madrid. Es el Jardín de las Delicias una de las grandes obras maestras de El Bosco. Parece esta obra haber sido condenada a sufrir falsas interpretaciones.
las tablas plegadas. En un tono gris muy suave, la actividad del tercer día de la Creación se desarrolla dentro de un globo transparente. Dios Padre aparece diminuto en la lejanía, con el fin consciente de dar más grandiosidad a su obra creadora. Las pinturas exteriores de los paneles laterales representan la creación divina del mundo y contienen una inscripción divina procedente de los Salmos: Ipse dixit et factasunt/Ipsemandavit et creatasunt(Él dijo y fue hecho/Él ordenó y fue creado).
Abierto el triptico, en el panel de la izquierda vemos el jardín del Edén; en primer término se halla Cristo entre nuestros primeros padres, una escena que probablemente debe interpretarse como el matrimonio de Adán y Eva. Aunque en esta ocasión El Bosco no representó el pecado ni la expulsión del paraíso, pueden observarse una serie de detalles curiosos que dejan entrever que las cosas van a dar un giro desfavorable: justo en la mitad del panel un búho observa con aspecto siniestro; a la derecha de éste hay una extraña roca antropomórfica con aspecto de cabeza humana con una serpiente en las proximidades; y por último algunos animales se comportan de un modo inaceptablemente agresivo. La parte superior describe el quinto día de la creación, aparecieron el aire, el agua, la tierra y los animales. Bosch refleja a Cristo, hijo de Dios, en vez de a Dios Padre. Cristo mira al espectador de frente y fijamente, para introducirse en su conciencia. Es la única forma de amonestación pintada por el autor.
En el panel central se puede observar una vasta llanura poblada por innumerables hombres y mujeres desnudos que parecen estar divirtiéndose y llevando a cabo una serie de acciones poco habituales: comen frutos gigantescos, se arrastran entre cortezas, vegetales y conchas de mar, montan sobre enormes pájaros o se azotan las nalgas con flores los unos a los otros. También se muestra un carrusel de jinetes masculinos a lomos de diferentes tipos de animales, dando vueltas en torno a un pequeño estanque lleno de mujeres bañándose. En la parte superior de la pintura captan nuestra atención edificios fantasmagóricos. No obstante, la pista para una correcta interpretación del tríptico en su conjunto se halla en otro lugar: en la esquina inferior derecha de este panel central vemos a una mujer con una manzana y detrás de ella a un hombre que la señala acusadoramente con el dedo. Se trata de Adán acusando a su mujer de haber introducido el pecado en el mundo, interpretación confirmada por el hecho de que los cuerpos de ambos están enteramente cubiertos de pelo (parte del castigo que Dios infligió a Adán y Eva tras su expulsión del Edén).
Una imagen estilizada en el centro del retablo recuerda el valor de la fuente de la vida, que mana del paraíso y da nacimiento a los cuatro ríos del mundo. En un orificio excavado en el zócalo de dicha fontana se encuentra el búho, símbolo de sabiduría. Las figuras claras flotando en el ambiente, en este panel central, simbolizan la ponderación, el equilibrio, la armonía entre mundo material y espiritual. Las primeras grietas en la fuente de la vida nos llevan a pensar a su próxima ruina. El búho ya no anida en el zócalo, del que se han apoderado los hombres. Las partes de la fuente se unen por un círculo de oro, símbolo de sabiduría y constancia. Los cuatro ríos del mundo quedan fuera del lago. Se aprecia en las figuras desnudas una inspiración en la sexualidad y el gozo, pero sin conciencia de culpabilidad. Hay una omnipresencia del amor, sabiduría y verdad de Dios; por otra parte se advierte la decadencia por los instintos incontrolados del hombre.
En el panel derecho El Bosco representó un infierno, sin duda alguna la más lúgubre y al mismo tiempo la más fascinante imagen del mundo de las sombras que se haya pintado jamás. Basta con verla una vez para no olvidar el enorme monstruo que, como salido de una pesadilla, aparece en el centro mismo del infierno, sobre piernas como árboles muertos y pies como barcazas, con una cabeza humana pegada a un cuerpo que combina el aspecto de una cáscara de huevo rota con el de un ganso desplumado. La parte superior de este panel derecho nos recuerda que El Bosco era un experto a la hora de pintar paisajes infernales, a parte de experto en demonios. La fuente de la vida aparece deformada, ha perdido todo su sentido y no es capaz de hacer surgir ni una gota de agua, como ya se advertía en el panel central. Las torres son presa de las llamas y el humo invade toda la atmósfera. Con todo este análisis detallado de cada parte del tríptico, incluido el tríptico plegado, se puede decir que el significado del tríptico queda claro: lo que se ve en el panel central es la depravación humana antes del diluvio, que es el resultado del pecado de Adán y Eva (en el panel izquierdo), y que contrasta fuertemente con la obediencia del cosmos de los paneles exteriores. Todo ello pretende ser una edificante advertencia del Juicio Final dirigida a los contemporáneos de El Bosco: el pecado y la lujuria acabarán por ser castigados en el infierno. Se trata de un mensaje básico que se asemeja mucho a otro de sus trípticos: el Carro del heno.
Autor: Luis DalmauFecha:1445 Características:270 x 275 cm. Museo:Museo Nacional de Arte de Cataluña
El Consejo Municipal de Barcelona encarga a LluisDalmau la magnífica Virgen delsConsellers. La escena queda enmarcada en una arquitectura goticista de evidente aire flamenco. La Virgen, con el Niño desnudo en su regazo, se sienta en un trono, apoyado sobre cuatro leones y decorado con figuras de profetas. Entre las ventanas del fondo encontramos a dos grupos de ángeles cantores mientras que en los laterales se sitúan los santos que presentan a los consellers: en la derecha San Andrés y en la izquierda, santa Eulalia, ambos con las cruces que simbolizan su martirio. Arrodillados y en actitud de oración observamos a los cinco consellers que encargaron la obra: Johan Lull, Francesc Llobet, Mosen Johan de Junyent, Ramón Saavall y Antoni de Vilatorta. Cada uno de los consejeros dirige su mirada a la Virgen y viste la gramalla característica de sus cargos.Dalmau busca la inspiración en los modelos de Jan Van Eyck, tanto en la iconografía como en la caracterización de los retratos, buscando el máximo realismo tal y como se le exigía en el contrato. Otros aspectos a destacar son la riqueza cromática, la importancia concedida al espacio o la minuciosidad y el detallismo con el que se trabajan las indumentarias. Con el tiempo, Dalmau llega a liberarse del mimetismo respecto a sus modelos.