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Homo viator

Homo viator. Tríada Septiembre 2008. Mientras se esté bajo el sol, éste es el tiempo. Mientras los frutos desborden su dulzor y sus semillas, ésta será la canción de la vieja iguana, que trepa en lo alto, lo más alto. Eduardo Dalter.

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Homo viator

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Presentation Transcript


  1. Homo viator TríadaSeptiembre 2008

  2. Mientras se esté bajo el sol, éste es el tiempo. Mientras los frutos desborden su dulzor y sus semillas, ésta será la canción de la vieja iguana, que trepa en lo alto, lo más alto. Eduardo Dalter

  3. No volveré a ser joven Que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde -como todos los jóvenes, yo vine a llevarme la vida por delante. Dejar huella quería y marcharme entre aplausos -envejecer, morir, eran tan sólo las dimensiones del teatro. Pero ha pasado el tiempo y la verdad desagradable asoma: envejecer, morir, es el único argumento de la obra Jaime Gil de Biedma

  4. El mayor peligro que se corre publicando a esta altura de la vida una novela, es que se nos ignore la edad; la mía es de 74 años, y espero que esto me evitará un prospectivo juicio como éste: “Para ser la primera novela buena, no está del todo mal; y siendo la primera novela del autor, le auguramos un halagüeño porvenir si no persevera, con firme voluntad y disciplina, en sus inauguraciones estéticas. De todos modos, esperamos sus futuras obras para cerrar nuestro juicio definitivo”. Con tal postergación, me quedo sin posteridad. Y esto sería prematuro. No a cualquier edad es sentador que el crítico nos acuerde la postergación del juicio que se concede para noveles, y gaste confianza en nuestro porvenir. Macedonio Fernández

  5. Cuento mis años. Aún quema la escarcha con su inocencia Bocas sin dientes. Ríen la misma risa abuelo y nieto Lía Miersch

  6. Los días van tan rápidos Los días van tan rápidos en la corriente oscura que toda salvaciónse me reduce apenas a respirar profundo para que el aire dure en mis pulmonesuna semana más, los días van tan rápidosal invisible océano que ya no tengo sangre donde nadar seguroy me voy convirtiendo en un pescado más, con mis espinas. Vuelvo a mi origen, voy hacia mi origen, no me esperanadie allá, voy corriendo a la materna honduradonde termina el hueso, me voy a mi semilla,porque está escrito que esto se cumpla en las estrellasy en el pobre gusano que soy, con mis semanasy los meses gozosos que espero todavía. Uno está aquí y no sabe que ya no está, dan ganas de reírsede haber entrado en este juego delirante,pero el espejo cruel te lo descifra un díay palideces y haces como que no le crees,como que no lo escuchas, mi hermano, y es tu propio sollozo allá en el fondo. Si eres mujer te pones la máscara más bellapara engañarte, si eres varón pones más duroel esqueleto, pero por dentro es otra cosa,y no hay nada, no hay nadie, sino tú mismo en esto:así es que lo mejor es ver claro el peligro. Estemos preparados. Quedémonos desnudoscon lo que somos, pero quememos, no pudramoslo que somos. Ardamos. Respiremossin miedo. Despertemos a la gran realidadde estar naciendo ahora, y en la última hora. Gonzalo Rojas

  7. El anciano sin memoria Estaba con una mano en la frente y a cada pregunta que hacían los amigos bajaba la cabeza, cerraba los ojos para mirar más lejos y respondía: -No, no recuerdo. Y de pronto dijo: -Ustedes recuerdan todo. Debe ser tremendo. Yo no recuerdo nada. Estoy como si naciera mañana. Javier Villafañe

  8. El padre ha vuelto Leopoldo Castilla Cruzó toda su lejanía en una vaharada de alma: la dio vuelta a la muerte, la dejó boca abajo, deshielando; se fue de sí como una media luna y por ir viniendo, azuló el camino. Nos estamos mirando, sonriendo, envejecidos, calladitos para no molestar a la resurrección, respirando, él de mi pecho, yo, de su cielo, tristes de alegría, humitos que se han visto y se juntan bien lejos. Constelado, en el vacío, recogió de él todo lo que pudo para que yo sienta ahora el peso de su mano viva, todavía. Hay dentro de mí demasiado silencio como antes de nacer. Hasta que él, anochecido, ocupa su lugar. Y bebemos de la misma copa los dos mirando el fuego desde el fuego.

  9. La casa de mi abuela Soy la casa de mi abuela. Mi introspección, mi cavilación, consiste en mirar hacia adentro y ver a mi abuela caminando con la regadera, regando una a una las plantas. Están las azaleas, a las que llama Aza, las petunias, a las que llama Petu, y los pensamientos, a los que llama Pensa. Mi abuela nunca fue complicada con los nombres. Por eso a mí, que me llamo Rodrigo, me dice Rodri. Yo la entiendo porque soy la casa de mi abuela y cuando pienso la veo caminando por el patio. Salí a ella: mis pensamientos también son simples. Fabián Vique

  10. Elogio de la sombra sólo habré leído unos pocos,los que sigo leyendo en la memoria,leyendo y transformando.Del Sur, del Este, del Oeste, del Norte,convergen los caminos que me han traídoa mi secreto centro.Esos caminos fueron ecos y pasos,mujeres, hombres, agonías, resurrecciones,días y noches,entresueños y sueños,cada ínfimo instante del ayery de los ayeres del mundo,la firme espada del danés y la luna del persalos actos de los muertos,el compartido amor, las palabras,Emerson y la nieve y tantas cosas.Ahora puedo olvidarlas. Llego a mi centro,a mi álgebra y mi clave,a mi espejo.Pronto sabré quién soy. La vejez (tal es el nombre que los otros le dan)puede ser el tiempo de nuestra dicha.El animal ha muerto o casi ha muerto.Quedan el hombre y su alma.Vivo entre formas luminosas y vagasque no son aún la tiniebla.Buenos Aires,que antes se desgarraba en arrabaleshacia la llanura incesante,ha vuelto a ser la Recoleta, el Retiro,las borrosas calles del Oncey las precarias casas viejasque aún llamamos el Sur.Siempre en mi vida fueron demasiadas las cosas;Demócrito de Abdera se arrancó los ojos para pensar;el tiempo ha sido mi Demócrito.Esta penumbra es lenta y no duele;fluye por un manso declivey se parece a la eternidad.Mis amigos no tienen cara,las mujeres son lo que fueron hace ya tantos años, las esquinas pueden ser otras, no hay letras en las páginas de los libros. Todo esto debería atemorizarme, pero es una dulzura, un regreso.De las generaciones de los textos que hay en la tierra Jorge Luis Borges

  11. Carlos Dariel Esa mano que se arruga sobre la mesa es también una historia de la alegría que ya nadie lee

  12. Conciencia de muerte Sentir que te estás muriendo y saberlo y orinarte de miedo, el terror a la muerte en cada repliegue de tus células, en la perceptible cavidad de una caries, en el flujo de la sangre que gorgotea en las arterias, en el olor a muerto que expele la línea de inserción de las uñas, sentir que estás agonizando, y saberlo, y decirlo y después sobrevivir así, como si nada, qué vergüenza. Ana María Shua

  13. El anciano guarda El anciano guarda en cajas de cartón todos los objetos inservibles de la casa. Y los ordena sobre una estantería de madera rústica en una pequeña habitación que tiene en el fondo del patio. Espera el cansancio de la tarde, va hacia la habitación, enciende la radio, se queda en silencio mirando las cajas hasta que lo atrapa el sueño en la suave humedad y su cuerpo rústico cae sobre la mesa junto al sonido de la radio que no escucha. Gerardo David Curiá

  14. Alegría: desmemoria del cuerpo bajo el agua avanzo sin edad como una rana Viviana Abnur

  15. No hay más bello homenaje a todo ese pasado y a la vez pretérito y continuo que la ternura la infinita ternura que espera sobrevivirle. Léon Gontran Damas

  16. El mundo estará definitivamente viejo cuando las hormigas negras se vuelvan hormigas blancas. Ramón Gómez de la Serna

  17. TríadaHomo viator Diseño y edición: Fabián Vique / Viviana Abnur Morón, Septiembre de 2008 Ilustración de fondo: My old red bike, de Jill Barton triadapoesia@yahoo.com.ar

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