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TEMA 22 Arte gótico. La ciudad. Las catedrales y los edificios civiles. LA CIUDAD.
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TEMA 22 Arte gótico. La ciudad. Las catedrales y los edificios civiles
La construcción de catedrales góticas estuvo precedida, desde el siglo XI, por una renovación urbana sin precedentes, cuyo origen está en la nueva expansión económica e industrial de Europa. La ciudad medieval fue en general el resultado de la iniciativa de los comerciantes, preocupados por garantizar su independencia con respecto al poder feudal y por asentar el poder municipal con el fin de favorecer la producción, el comercio y los intercambios en el interior y el exterior. Los poseedores de esta riqueza se protegían detrás de poderosas fortificaciones (Siena, siglo XI; Carcasona, 1240-1285), que podían englobar una fortaleza condal (Brujas, siglo XI) o real (Louvre, París, 11801210). La defensa estaba encomendada a milicias burguesas mantenidas por los acaudalados habitantes que ejercían el poder municipal, que era todo menos democrático. Obligada a desarrollarse dentro de este recinto, la ciudad medieval era necesariamente de gran densidad. La red viaria, en la mayoría de los casos, no tenía trazado geométrico salvo en las fortalezas construidas, en el sur de Francia, sobre un plano ortogonal: Montpazier (1284). Más bien estrechas, de amplitud y trazados irregulares, las calles se oponían a la plaza principal que se extendía a los pies del ayuntamiento, dominado por su torre almenada, símbolo del poder municipal (plaza del Campo Siena, 1297-1310). En Lovaina el exuberante decorado del ayuntamiento (1447-1463) es una metáfora de la opulencia burguesa. En las ciudades importantes, la plaza del mercado era distinta de la del ayuntamiento. Más aún, las ricas ciudades mercantiles de Flandes construyeron inmensos y suntuosos mercados que incluían almacenes y dependencias, como es el caso de Ypres (1202-1304) o de Brujas (siglos XIII y XIX).
Cerca de estos lugares, la catedral profusamente decorada pero de accesos poco despejados, no aparecía como un objeto aislado, salvo en Pisa. Estrechamente articulada con su entorno, realzaba los espacios y exaltaba con su esplendor y sus múltiples funciones las aspiraciones de identidad de la ciudad. La ordenación de la ciudad medieval es ajena a cualquier planificación. Sin embargo, en Siena, por ejemplo, las calles principales siguen las tres líneas de los desniveles del emplazamiento, en una relación orgánica con la topografía. Además, todas las ciudades importantes se ordenan mediante reglamentos. Siempre refiriéndonos a Siena, el Ufficiali dell' Ornato (Oficina de Ornamentación) controlaba la organización de las calles. la calidad de las fachadas de las casas; en Londres. a partir del siglo XII la Alcaldía regulaba la construcción de casas privadas obligatoriamente de piedra y dos plantas. En casi todas partes el uso habitual de procedimientos constructivos sistemáticos contribuyó, integrando los diferentes programas y tipos arquitectónicos, a la cohesión del paisaje urbano. En los siglos XIV y XV, cuando los grandes encargos religiosos se agotan, la demanda arquitectónica proviene cada vez más de la alta aristocracia y de la gran burguesía de los negocios o la banca, quienes fundan instituciones asistenciales Hospital de Beaune, de Nicolás Rollin, en 1443), que en algunos casos se orientan hacia el prestigio, a veces de forma insolente. Por ejemplo, el hospital Jacques-Coeur, de Bourges (1443-1453), que revela la calidad arquitectónica y el nivel de lujo propio de esa sociedad burguesa, algunos de cuyos miembros habían sido ennoblecidos. Se comprende así el grado de complejidad y de refinamiento alcanzados por la cultura urbana de finales de la Edad Media.
Sin dejar de ser un arte didáctico, el gótico se vuelve mucho más decorativo. Utiliza un nuevo tipo de arco y de bóveda: el arco ojival y la bóveda de crucería, que gracias a sus nervios, que convergen en contrafuertes separados del muro, a través de los arbotantes; lo que posibilita un muro diáfano que se recubre con vidrieras, que permiten el paso de una luz tamizada por los colores de los cristales. Esta luz crea una atmósfera irreal, símbolo de la divinidad. Los rosetones son el marco privilegiado de las vidrieras de colores, que tiñen el interior de color, o de una luz blanca. Existe un contraste entre estructura y apariencia. Predominan las plantas de cruz latina en las que se distingue: la cabecera, el crucero y las naves, de tres a cinco. La cabecera tiene girola y capillas radiales. La nave central y el crucero son más anchos y altos que las laterales. El arco apuntado es una de las señas de identidad más características del arte gótico. Confiere a los edificios esbeltez y verticalidad. En el siglo XIII son muy abiertos, es el arco apuntado clásico. En el siglo XIV se hacen más apuntados y altos: se denomina arco lanceolado. Corresponde al momento de mayor verticalidad. En el siglo XV se utilizan el arco conopial, el carpanel y el mixtilíneo. Los soportes, generalmente el pilar, evolucionan desde los redondos (columnas) a los acanalados con forma de estrella. Aparece el pilar fasciculado, que tiene el fuste formado por varias columnillas delgadas (baquetones). En el edificio gótico se necesita un sistema de contrapeso adicional a la función sustentante ejercida por el pilar (otra seña de identidad gótica) para ello se usan los contrafuertes separados del muro. Los arbotantes enlazan la bóveda central con los contrafuertes a través de un arco rampante. En la intersección se ponen pináculos para hacer más estable el conjunto. Además, los arcos poseen canales de desagüe del agua de lluvia, que terminan en gárgolas. En los edificios más altos existen dos niveles de arbotantes.
Tan características como los arcos apuntados son las cubiertas del gótico. Es la época de la bóveda de crucería, que permite cubrir espacios rectangulares a mayor altura. Está formada por dos arcos (nervios) que se cruzan en el centro: en la clave. El resto de la superficie se cubre con plementos. Con este sistema todo el peso de la cubierta descansa sobre los soportes, por lo que el muro de descarga es innecesario, y se puede cerrar el espacio con grandes ventanales. No obstante, para cubrir toda la nave siguen empleándose el sistema de arcos fajones. La bóveda de crucería evoluciona con el tiempo. En el siglo XIII se utiliza la bóveda de crucería simple. Para cubrir los espacios que no son rectangulares se utiliza un tercer nervio que divide la bóveda en seis partes (bóveda sexpartita). En el siglo XIV la bóveda se enriquece por medio de nervios secundarios (treceletes) que van desde los ángulos a la mitad de los nervios; y ligaduras, que van desde el centro del cuadrado a la clave. Ellos dan a la bóveda un aspecto estrellado (bóveda estrellada). En el siglo XV a las bóvedas se añaden nervios combados, que van del centro del cuadrado al centro de los nervios pasando por en centro de los treceletes. Aparecen, también, las bóvedas de plementería calada, que se recubren con vidrieras. Este sistema constructivo permite abrir vanos en los muros. En realidad los muros no son necesarios para sostener la cubierta, por lo que se permite la entrada de la luz lo más posible. El muro se cierra con vidrieras de colores que tamizan la luz. Las vidrieras se organizan en tracerías, o divisiones de piedra, que forman los vanos. Cada vidriera posee un armazón de hierro y un emplomado que unen los diferentes trozos de cristal, y forman las figuras. Las vidrieras son un elemento indisoluble de la arquitectura, aunque utiliza los mismos convencionalismos iconográficos que la pintura, y su mismo programa.
La portada se revaloriza. Aquí aparecen los principales motivos ornamentales, que se vuelven más naturales. En ella se colocan las torres y las puertas. Las torres pueden estar adosadas a las naves, o justo encima de las puertas laterales. La fachada típica tiene forma de H. Está formada por dos torres cuadradas, rematadas con un elemento piramidal. Poseen tres niveles: la portada de entrada, los ventanales y el rosetón: que iluminan el interior. También las portadas laterales se decorarán. El rosetón tiene también una función simbólica, pues representa la luz de Dios. En ocasiones la fachada se remata con un gablete triangular. Las portadas siguen el modelo románico: son abocinadas y en ellas se encuentra la decoración escultórica. Su número varía en función de las naves que hay en el interior. En el alzado de la catedral se distinguen tres partes: la arquería, el triforio y el claristorio o ventanales. El muro tiende a desaparecer, sobre todo en lo alto. El triforio es estrecho, ya que pierde su función de tribuna, y se emplea sólo para que pase la luz al interior.
En el gótico se distinguen cuatro etapas: el gótico primitivo o protogótico, al que pertenece Notre-Dame de París. Tiene un aspecto un tanto románico. El gótico clásico, del siglo XIII, principalmente en la primera mitad, a la que pertenece la catedral de Chartres , y en el que desaparece la tribuna, y los ventanales se alargan. El gótico manierista, de la segunda mitad del siglo XIII, que en algunos lugares se alarga hasta el XIV. Se multiplican los radios de los rosetones, y se complican y estilizan todos los elementos arquitectónicos. Además, hay una mayor luminosidad, porque el triforio casi desaparece en favor del claristorio. Y el gótico flamígero, sobre todo en Francia durante los siglos XIV y XV, en el que las estructuras se vuelven más sencillas y la decoración más abundante. Se caracteriza por la decoración de calados con adornos asimétricos, semejantes a las ondulaciones de las llamas. Aparecen: el arco conopial y las bóvedas estrelladas, como en la catedral de Oviedo. Esta es la época en la que surgen, en España, el estilo isabelino, en fusión con el mudéjar.
LAS CATEDRALES GÓTICAS FRANCESAS
Catedral de Chartres Iglesia catedralicia consagrada a Nuestra Señora la Virgen, situada en Chartres, al noroeste de Francia, considerada como uno de los edificios religiosos más importantes del mundo. El factor decisivo que la hace prevalecer entre otras catedrales francesas es su buen estado de conservación, especialmente el de las esculturas y las vidrieras. La figura más importante en la historia de esta diócesis fue el obispo Fulbert, teólogo escolástico reconocido en toda Europa, que comenzó en el siglo XI las obras de la catedral (sobre el solar que ocupaba un antiguo santuario pagano). El edificio construido por Fulbert se incendió hacia finales del siglo XII e inmediatamente se acometieron las obras de reconstrucción, que se prolongarían durante 60 años. La adición más importante es la torre del noroeste, la Clocher Neuf, concluida en el año 1513 para equilibrar la composición impuesta por la primera torre (que se alzaba desde 1160). El interior impresiona tanto por los 37 m de altura que alcanza la nave central como por su armonía y sus elegantes proporciones, aunque por desgracia la mayoría de la imaginería original se ha perdido (el retablo de la crucifixión se demolió en el siglo XVIII). La fachada occidental, llamada el Pórtico Real, es especialmente importante gracias a una serie de esculturas de la mitad del siglo XII; la portada principal contiene un magnífico relieve de Jesucristo glorificado; la del transepto (o nave transversal) meridional (c. 1224-1250) se organiza en torno a unas imágenes del Nuevo Testamento, que narran el Juicio Final; mientras que el pórtico opuesto, situado en el lado norte, está dedicado al Antiguo Testamento y al advenimiento de Cristo y destaca por la impresionante calidad del grupo escultórico dedicado a la Creación. En total, el edificio cuenta con más de 150 vidrieras medievales, la mayoría de ellas del siglo XIII, que proporcionan un magnífico efecto lumínico al interior del templo
El lugar de la catedral contaba ya, antes de la construcción del edificio, con un sólido historial relativo al culto religioso. Los celtas habían celebrado aquí sus ceremonias donde, más tarde, los romanos erigirían un templo de devoción al dios Júpiter. También en este local existió la primera iglesia cristiana en París, la Basílica de Saint-Etienne, proyectada por Childeberto alrededor del 528 d.C. En sustitución de esta obra surge una iglesia románica que permanecerá hasta 1163, cuando se da el impulso en la construcción de la catedral. Ya en 1160, y en resultado del ascenso centralizador de París, el Obispo Maurice de Sully considera la presente iglesia poco digna de los nuevos valores y la manda demoler. El gótico inicial, con sus innovaciones técnicas que permiten formas hasta entonces imposibles, es la respuesta a la demanda de un nuevo concepto de prestigio en el dominio citadino. Durante el reinado de Luis VII, y bajo su apoyo, este proyecto es bendecido financieramente por todas las clases sociales con interés en la creación del símbolo de su nuevo poder. Así, y teniendo en cuenta la grandeza del proyecto, el programa siguió velozmente y sin interrupciones que pudieran ocurrir por falta de medios económicos (algo común, en la época, en construcciones de gran envergadura). La construcción se inicia en 1163 reflejando algunos trazos conductores de la Catedral de Saint Denis, subsistiendo aún dudas en cuanto a la identidad de quien habría "colocado" la primera piedra, el Obispo Maurice de Sully o el Papa Alejandro III. A lo largo del proceso (la construcción, incluyendo modificaciones, duró hasta mediados del siglo XIV) fueron varios los arquitectos que participaron en el proyecto, esclareciendo este factor las diferencias estilísticas presentes en el edificio. En 1182 el coro ya prestaba servicios religiosos y, durante la transición entre los siglos, está la nave terminada. Al inicio del siglo XIII arrancan las obras de la fachada oeste con sus dos torres, extendiéndose a mediados del mismo siglo. Los brazos del transepto (de orientación norte-sur) son trabajados de 1250 a 1267 con supervisión de Jean de Chelles y Pierre de Montreuil. Simultáneamente se levantan otras catedrales a su alrededor en un estilo más avanzado dentro del gótico; la Catedral de Chartres, la Catedral de Reims y la Catedral de Amiens.
AMIENS: la luz. Se caracteriza por la luminosidad, las ventanas se amplian perforándose el triforio y la cabecera. El crucero, muy pronunciado, está iluminado por un enorme rosetón conocido como “Fenestral de fuego”.
La catedral de Reims tenía, como Saint-Denis, un profundo significado para la monarquía francesa. Si esta segunda era la sede del panteón dinástico y el lugar donde se custodiaban los símbolos del poder, los "Regalia", en la primera se coronaban los reyes. También un incendio, como en Chartres, en Amiens y otras muchas iglesias francesas, cuando corría el año 1210, motivó la reconstrucción de la catedral. Iniciada sólo un año después (en 1211 se coloca la primera piedra), se materializó en cien años. En 1311 parece ser que la fábrica ya estaba concluida. A diferencia de otros edificios contemporáneos, en éste se conocen los nombres de los arquitectos que se sucedieron en la dirección de la obra. Los proporcionó el laberinto que ornó el pavimento de la nave central y que fue destruido al sustituirse el original por otro nuevo en el siglo XVIII. Gracias a un dibujo sabemos que trabajaron en Reims, y en este orden: Jean d'Orbais, Jean le Loup, Gaucher de Reims y Bernard de Soissons. En el laberinto venía especificada la labor ejecutada por cada uno de ellos. Así el primero fue artífice de la planta y de los trabajos iniciales en el ala oriental hasta el transepto, el segundo terminó el coro y edificó los fundamentos del cuerpo principal del edificio, el hastial occidental y las torres; el tercero intervino en las tres puertas abiertas a los pies del edificio y el último construyó varias bóvedas (cinco en total) y el gran rosetón de los pies. La planta de Reims muestra, como rasgo más sobresaliente, la hipertrofia de la cabecera, una de las particularidades de algunas iglesias francesas del siglo XIII, aunque aquí llega a ocupar la mitad justa de todo el edificio. En el resto de la construcción se siguen las pautas habituales. Tiene tres naves, transepto también de tres naves y, en su alzado, el muro interior presenta los tres niveles canónicos: arco, triforio y ventana. La zona de la cabecera ha alcanzado un gran desarrollo que contrasta con las dimensiones del resto del edificio hasta los pies. La amplitud de toda la zona oriental se justifica parcialmente por la necesidad de ubicar en ella el coro.
La catedral de Reims fue bombardeada por los alemanes el 19 de septiembre de 1914. Al inicio de la I Guerra Mundial
LAS CATEDRALES GÓTICAS ESPAÑOLAS
La Catedral de Burgos está asentada al final de la falda del cerro del Castillo, orientada de SO a NE, en el solar ampliado que ocupó la anterior catedral románica de Alfonso VI (1065-1109). Pusieron su primera piedra el obispo D. Mauricio (1213-1238) y Fernando III el Santo, rey de Castilla y León, el 20 de julio de 1221. Está dedicada al misterio de la Asunción de la Virgen. En el a. 1230 se celebraban ya los divinos oficios en la cabecera de la nueva Catedral. Su diseño básico es una cruz latina que da lugar a tres naves y una girola. Desde su interior se accede a 14 capillas, construidas entre los s. XIII y XVIII; a las que hay que añadir otras 4, de los s. XIV-XVI, que se abren al claustro alto. Los primeros artífices anónimos imitaron modelos del gótico francés (Amiens, Bourges, Coutances, Chartres, París, Reims). Tanto ellos como otros posteriores de origen germano, flamenco y de diversa proveniencia hispana, dieron aquí a sus obras un peculiar tono de sencilla elegancia castellana, bajo la dirección del Cabildo catedralicio.
La catedral de León Construida sobre el solar de unas termas romanas del siglo II, que fueron convertidas en palacio real por Ordoño II en el siglo X. Este palacio se donó luego a la Iglesia para erigir una basílica que el obispo don Pelayo reedificó de 1065 a 1073. En los primeros años del siglo XIII hubo necesidad de transformar el templo que resultaba insuficiente, por lo que se acometió la construcción del edificio actual. Siguiendo el esquema del maestro Enrique, que ya había trabajado en la catedral de Burgos, se inician la obras a mediados del siglo XIII. Hay constancia de que en 1258 se estaba edificando la cabecera de lo que habría de ser un perfecto modelo del arte gótico, que quedaría concluido en el mismo siglo por el maestro Juan Pérez. Aunque en 1288 la catedral estaba ya abierta al culto, las obras continuaron durante todo el siglo siguiente e incluso durante el XV, en cuya época se concluyó la torre del reloj. Presenta tres naves de cinco tramas, crucero resaltado en planta y girola con cinco capillas. A los pies, flanqueada por dos torres, se abrieron tres puertas, en los que se talló uno de los conjuntos más excepcionales de la escultura gótica.
Catedral de Toledo La Catedral de Toledo es un edificio del periodo gótico clásico, iniciado en 1226 sobre la Mezquita Mayor de Toledo. El primer maestro -Martín- se ocupó del inicio de la girola. Luego el maestro Petrus Petri le releva ocupándose de las partes altas de la girola, creando los arcos entrecruzados de tipo árabe tan famosos. La girola estaría terminada definitivamente alrededor del año 1289. Durante el siglo XIV se avanza en la construcción de las naves y se realizan las portadas. A partir de 1389 se inicia el claustro, ya abandonando el estilo gótico francés empleado hasta la fecha y adoptando formas mudéjares ("gótico toledano") Las últimas fases de la construcción de la catedral corresponden a un estilo gótico flamígero traído por Hanequín de Bruselas y sus sucesores. El resultado definitivo es una amplio templo con planta de salón de cinco naves, más ancha la central y crucero no saliente pero de gran anchura, rematadas en cabecera con un magnífica doble girola, continuación de las naves laterales. Esta compleja cabecera es lo más sobresaliente, por lo original de la solución, para abovedar los tramos irregulares consecuencia de la curva de la girola. Esta solución se basa en la creación de tramos triangulares y rectangulares. Los tramos exteriores rectangulares se rematan en muros semicirculares y el resto en muro plano, creando un gran número de capillas. También son destacables los arcos polilobulados y entrecruzados del triforio de la girola de origen musulmán y que a pesar de realizarse en una ciudad de gran tradición musulmana ponen una nota de exotismo en esta catedral gótica de tradición europea. De las tres portadas, la más antigua es la del Perdón (fachada norte del crucero) realizada alrededor del año 1300 e inspirada en las puertas del crucero de Notre Dame de París. A pesar de que es la catedral de Toledo es el edifico gótico más grande iniciada en el siglo XIII en la península y tener precedentes franceses en muchas de sus soluciones, no deja de notarse cierta horizontalidad más propio de la tradición española. Este hecho se aprecia perfectamente en la supresión del triforio en la nave principal que le habría prestado mayor altura y esbeltez.
Catedral de Palma de Mallorca La Catedral de Palma de Mallorca es un enorme templo que iniciado en el siglo XIII pero cuya conformación principal data del XIV. Tiene tres naves de diferente altura rematadas en tres capillas escalonadas de perfil rectangular. Contrasta sobremanera el aspecto externo completamente anguloso debido al rítmico juego de contrafuertes, arbotantes y pináculos con la diafanidad interior. Las naves se dividen mediante altísimos pilares octogonales que ascienden hasta recoger los nervios de la bóveda de crucería. Por encima de las naves laterales -gracias a la acusada diferencia de alturas entre nave principal y laterales- se abren ventanales altos y estrechos por lo que es relacionable más con las catedrales de Manresa y Tortosa que con otras del gótico catalán. Entre los contrafuertes que se apoyan en las naves laterales se abren las habituales capillas del protogótico mediterráneo.