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LA PESADILLA HUMANA EN LUIS CERNUDA. En “Historial de un libro”, escrito por Cernuda en 1958, explica el propio autor su evolución dentro del surrealismo: “Poco a poco fui siguiendo camino que me llevaba hacia un tipo de poesía en la cual lo que yo quería decir me parecía más urgente que lo que resultara al seguir los laberintos de la rima… Seguí leyendo las revistas y los libros del grupo superrealista; la protesta del mismo, su rebeldía contra la sociedad y contra las bases sobre las cuales se hallaba sustentada, hallaban mi asentimiento. España me aparecía como país decrepito y en descomposición; todo en el me mortificaba e irritaba.”
En el movimiento surrealista encuentra el camino para expresar su rebeldía contra el mundo, pero este no es el único resorte que mueve su poesía: “Desde que comencé a escribir versos me preocupaba a veces la intermitencia que ocurría, a pesar mío, en el impulso para escribirlos. Este no dependía de mi voluntad, sino que se presentaba cuando quería; una experiencia implacable, una necesidad expresiva eran, por lo general, su punto de arranque. El impulso exterior podía depararlo la lectura de algunos versos de otro poeta, oír unas notas de música, ver a una criatura atractiva; pero todos esos que motivos externos eran sólo el pretexto, y la causa secreta un estado de receptividad, de acuidad espiritual que, en sus intensidad desusada, llegaba, en ocasiones, a sacudirme un escalofrío y hasta a provocar lágrimas, las cuales, innecesario es decirlo no se debían a una efusión de sentimientos. Aprendí a distinguir entre lo que pudiera llamar la causa aparente y la causa real de aquel estado a que acabo de referirme y, al tratar de dar expresión a su experiencia vi que era la segunda la que importaba, aquella de la cual debía partir al contagio poético par el lector posible.”
Así pues, en su obra surrealista se unen la rebeldía y el estado de receptividad que provocan que sus miedos más íntimos afloren, al igual que ocurría con Alberti. Pero, mientras en Alberti estos miedos profundos eran el hombre vacío, el dolor y por su homosexualidad. La pesadilla que emerge en las imágenes cuyo componente principal el es cuerpo humano, tiene ese trasfondo erótico que provoca su miedo a declarar abiertamente su deseo “al ver una criatura hermosa”. Cernuda cita la obra “Un rio, un amor” (1929), como el comienzo de sus andares por el surrealismo. Sin embargo, los poemas que se encuentra en este libro andan a caballo entre el romanticismo y el clasicismo de su poesía anterior, y esa nueva forma que libera su rebeldía. El cuerpo humano como tema aparece desde los primeros poemas de este libro citado en concreto, pero tan sólo en los tres últimas composiciones, ese cuerpo humano se convierte en auténtica pesadilla para Cernuda: “… El sacrificio, el deber de labios amarillos, No valen un hierro devorando al otro. En la comisura de los labios sostenía un flor mordida. Sobre los hombres llevaba una capa en jirones.” “Pasión por pasión”.
“Sentado sobre un golfo de sombra vas siendo ya sombra tú todo. Sombra tu cabeza, sombra tu vientre, sombra tu vida misma.” “Sentado sobre un golfo de sombra”. Poco a poco este tipo de imágenes van desapareciendo de su poesía y el cuerpo humano y el sueño se separan en dos caminos distintos. El cuerpo humano, por un lado, aparece exento de tintes oníricos y el poeta se recrea en la forma íntima introduciendo la sensualidad: “… El libro melancólico entreabierto, Las piernas entreabiertas, Los bucles rubios del adolescente; … Quiero despertar algún día, Saber que tu pelo, niño, Tu vientre suave y tus espaldas. No son nada, nada, nada.” “El mirlo, la gaviota”.
El sueño, por otro lado, cobra independencia y llega a ser el protagonista de su propio cuento, como ocurre en el poema “Había en el fondo del mar”. Este tipo de imágenes continúan en “Los placeres prohibidos” (1931), donde el deseo y la angustia luchan por conseguir la imagen, por conseguir ese cuerpo lleno de erotismo y amor, y los sentidos se confunden: “… Todo es bueno si deforma un cuerpo; … Miembros de mármol con sabor a estío,” “Diré como nacisteis”.
“… La angustia se abre paso entre los huesos, Remonta por la venas Hasta abrirse en la piel, Surtidores de sueño Hechos de carne en interrogación vuelta a las nubes. Un roce al paso, Una mirada fugaz entre las sombras, Bastan para que el cuerpo se abra en dos, Ávido de recibir en sí mismo Otro cuerpo que sueñe; Mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne, Iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.” “No decía palabras”.
“… Allí encontré el placer. Le miré: en sus ojos vacíos habías dos relojes pequeños; uno marchaba en sentido contrario Poco a poco algún cuerpo triste a causa de ellos mismos. … Derrota hasta los dientes, hasta ese espacio helado De una cabeza abierta en dos a través de soledades Sabiendo nada más que vivir es estar a solar con la muerte. … Tocando entonces soledades con mano disecada.” “¿Son todos felices?”
“… Despedaza dolores como dedos, alegrías como uñas. … Los labios quieren esa flor Cuyo puño, besado por la noche, Abre las puertas del olvido labio a labio.” “Nocturno entre las musarañas” “… Ventana huérfana con cabellos habituales, Gritos al viento, … Luces como lenguas vendidas Penetrando en los huesos hasta hallar la carne, Sin saber que en el fondo no hay fondo,” “Como la piel”.
En su siguiente obra “Donde habite el olvido” (1932-1933), disminuye la fuerza del surrealismo onírico y el deseo aprisiona el cuerpo del poeta, pero sin adentrarse en el mundo de los sueños. La pesadilla está en el exterior, en la realidad humana, como el mismo dice es el “afán de verdad”. Ejemplos poéticos son los siguientes: III “… Vacío el cuerpo, doy contra las luces; … Soy eco de algo; Lo estrechan mis brazos siendo aire, Lo miran mis ojos siendo sombra. Lo besan mis labios siendo sueño.” XV “… Un deseo inmenso, Afán de una verdad, Bate contra los muros Bate contra la carne Como un mar entre hierros.”