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COMISIÓN DE ANIMACIÓN BÍBLICA DE LA PASTORAL -. P E N T E C O S T E S. LA BIBLIA. DIOCESIS DE PASTO. CICLO A. “en estado permanente de misión”. DOMINGO de PENTECOSTÉS. LECTIO DIVINA. CONTEMPLACION ACCION. 5. ORACION. 4. MEDITACION. 3. LECTURA. 2. PREPARACION.
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COMISIÓN DE ANIMACIÓN BÍBLICA DE LA PASTORAL - P E N T E C O S T E S LA BIBLIA DIOCESIS DE PASTO CICLO A “en estado permanente de misión”
LECTIO DIVINA CONTEMPLACION ACCION 5 ORACION 4 MEDITACION 3 LECTURA 2 PREPARACION 1 ¡OH SEÑOR, ENVIA TU ESPÍRITU!
Ambientación Nos reunimos para celebrar la Eucaristía en el Domingo de Pentecostés, el misterio del Espíritu Santo presente en la Iglesia y en nosotros. Durante todos estos domingos pasados hemos estado recordando y celebrando el gran triunfo de Cristo por su Resurrección.
Ahora comenzamos a celebrar la misión de la Iglesia, estimulada y fortalecida por la acción del Espíritu Santo. La fiesta de Pentecostés es como la plenitud y la madurez de la Pascua. El Cirio Pascual, símbolo de la presencia de Jesús entre nosotros por su resurrección, queda apagado hoy para dar paso a la acción de la Iglesia por la fuerza del Espíritu.
Si el Espíritu resucitó a Jesús, ahora despierta y llena de vida a la Comunidad cristiana y la empuja a desarrollar su misión con valor y fuerza apostólica. La Comunidad cristiana, que ha estado callada, silenciosa, se lanza a proclamar la resurrección de Jesús y su mensaje salvador a voz en grito en todas direcciones por la fuerza del Espíritu.
1. PREPARACION INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
NOS DISPONEMOS A ACERCARNOS Y ESCUCHAR LA PALABRA DE DIOS... BUSQUEMOS QUE EL ESPÍRITU SANTO NOS ABRA LOS OIDOS Y EL CORAZON PARA DEJARLO ENTRAR EN NUESTRA VIDA... QUE EL NOS DE OIDOS DE DISCIPULOS, ATENTOS Y DISPUESTOS PARA EL ENCUENTRO QUE EL QUIERE PROPICIAR... ¡PIDAMOS LA ASISTENCIA DEL ESPIRITU SANTO!
¡VEN, OH SANTO ESPÍRITU!LLENA LOS CORAZONES DE TUS FIELES Y ENCIENDE EN ELLOS EL FUEGO DE TU AMOR Ven, Señor y Dador de vida, e infunde en nosotros tu ternura y amor comprensivo para con todos los que vivimos con demasiados miedos, dudas y vacilaciones.
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre, don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. AMEN.
2. LECTURA ¿QUÉ DICE el texto?
MIREMOS EL TEXTO PARA VER QUE DICE LA PALABRA... PONGAMOS ATENCION PARA ESCUCHAR Y RECIBIR... HAGAMOS SILENCIO Y ABRAMOS LAS PUERTAS DEL CORAZON A LA PALABRA QUE LLEGA... LEAMOS
PRIMERA LECTURA:Hch. 2, 1-11 «Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar» El relato de los Hechos de los Apóstoles sobre la venida del Espíritu Santo nos da muchas indicaciones para entender mejor el papel del Espíritu en la Iglesia y en la sociedad. Para comenzar, el Espíritu Santo es el que realiza la unidad y la fraternidad en el género humano. Esto está simbolizado en el texto por los varios pueblos y lenguas que entendían la única lengua hablada por los Apóstoles.
SALMO RESPONSORIAL:Sal. 104(103) «envía tu Espíritu, y repuebla la paz de la tierra» El salmo 104(103) canta la grandeza de Dios en la naturaleza: en lo grandioso y en lo sencillo. «Es un himno a Dios por la creación, no de la creación» (dice el P. Schokel). Aquí las creaturas no están invitadas a bendecir, a alabar al Señor como en el salmo precedente (103(102), 20-22). En este salmo las creaturas están llenas de Dios y lo revelan.
En este salmo todo está en movimiento. Dios crea el mundo como un arquitecto. Como un padre de familia, extiende la lona que cubre la tienda de campaña. Como un jefe de un ejército, increpa a las aguas y éstas se retiran. Como un sabio agricultor, abre acequias para que las aguas rieguen los campos y den de beber a los animales. Como un padre de familia distribuye sus bienes y sus dádivas. La intención del salmista es clara: que todo el mundo quede abierto a Dios y que el hombre pase de la admiración a la adoración.
En este salmo todo está en movimiento. Dios crea el mundo como un arquitecto. Como un padre de familia, extiende la lona que cubre la tienda de campaña. Como un jefe de un ejército, increpa a las aguas y éstas se retiran. Como un sabio agricultor, abre acequias para que las aguas rieguen los campos y den de beber a los animales. Como un padre de familia distribuye sus bienes y sus dádivas. La intención del salmista es clara: que todo el mundo quede abierto a Dios y que el hombre pase de la admiración a la adoración.
SEGUNDA LECTURA:1Cor. 12, 3b-7.12-13: «Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo» San Pablo vuelve sobre la misma idea: el Espíritu Santo que une a los miembros de la Iglesia en un cuerpo. Pero por cuanto el Espíritu es en alto grado Espíritu de renovación y creatividad, el Cuerpo de la Iglesia no es uniforme, sino que sus miembros están llenos de diferentes vocaciones, gracias y cualidades.
Esto es también don del Espíritu, que hace converger todas estas gracias para el bien común.
EVANGELIO:Jn. 7, 37-39 «Quien tenga sed que venga a Mí y beba» PROCLAMACION DEL EVANGELIO DE JESUCRISTO SEGUN SAN JUAN R/. Gloria a tí, señor.
37El último día, el más solemne de la fiesta, Jesús se puso de pie y exclamó: –Quien tenga sed venga a mí; y beba 38 quien crea en mí. Así dice la Escritura: De sus entrañas brotarán ríos de agua viva. 39 Se refería al Espírituque debían recibir los que creyeran en él. El Espíritu todavía no había sido dado, porque Jesús aún no había sido glorificado. Palabra del Señor. R/. Gloria a Tí, Señor Jesús.
RE – LEAMOS EL TEXTO PARA INTERIORZARLO
Después de haber evocado su origen (Jn. 7, 25-29) y luego su partida (Jn. 7, 33-36), Jesús anuncia el don del Espíritu Santo; de esta manera el evangelista corona la revelación de los designios de Dios en favor de los hombres. El evangelio nos sitúa en el día solemne en que termina la fiesta de las Tiendas. Sobre esta fiesta nos informa el Levítico (Lv. 23, 33-43).
Sabemos que su celebración duraba una semana. Incluía un descanso, como el sábado, y una asamblea de culto. Se construían cabañas de ramaje que recordaban la permanencia en el desierto. Se celebraba una procesión en la que los participantes llevaban en las manos palmas y frutos. Posteriormente se introdujo una libación matinal cada día, y se iluminaba el templo el mismo día, por la noche. Esta mención de la iluminación del templo y de la libación matutina es importante, si se quiere entender el texto del evangelio de este día, en el que Jesús habla de los «torrentes de agua viva».
3. MEDITACION ¿QUÉ NOS DICE el texto?
El que tenga sed que venga a Mí y beba LA PALABRA RELEAMOS EL TEXTO PARA VER QUÉ NOS DICE LA PALABRA... ¿QUÉ RESONANCIA TIENE ESTA PALABRA EN NUESTRO CORAZON?... MEDITEMOS
«De sus entrañas manarán torrentes de agua viva». Situando el grito de Jesús en el último día de la fiesta de las Tiendas, Juan orienta el lector hacia el rito que entonces se celebraba. La libación solemne del agua sacada de Siloé no era solamente una petición de lluvia para el año venidero, sino que tendía también a la renovación espiritual de Sión, anunciada por Ezequiel (presentada por el profeta bajo el signo del agua que manaba del templo escatológico y que fecundaba la tierra al pasar: cfr. Ez. 47, 1-12).
Este transfondo sitúa en las esperanzas judías la llamada que Jesús profiere «en pie» (Jesús no está sentado como un rabí que enseña (cfr. Mt. 23,2; 26, 55; Mc. 12, 41); está de pie (cfr. Hch. 13, 16), en una actitud profética); y el imperfecto «exclamaba» (e;kraxen = ékrasen) le confiere a esa actitud una duración indefinida, que vale todavía hoy. Es evidente que estos versículos tienen un claro arraigo bíblico que nos permite leer en la «sed» una característica de los que son invitados por Jesús a venir a El, y no un simple giro estilístico.
La «sed» tiene un papel privilegiado en la Escritura, desde la prueba de los hebreos en el desierto y su experiencia de la fidelidad de Dios. Ellos habían caminado largo tiempo a través de un país sediento y para ellos el Señor había brotar el agua «de una roca de granito» (Dt. 8, 15, inspirado sin duda por los relatos de Ex. 17, 6; Nm. 20, 8.11; cfr. Sal. 78, 16.20; Is. 48, 21). Los profetas amenazaban al pueblo infiel recordándole la sed en el desierto: «Yo enviaré... una sed, no ya de agua, sino de escuchar la palabra de Dios» (Am. 8, 11). La prueba será finalmente superada (Is. 49, 10).
En la memoria de Israel, aquel don que se había hecho a los sedientos seguía presente como una experiencia espiritual: había significado que la plenitud de ser a la que aspira el ser humano no puede venirle más que de Dios. Tener sed es desear un cumplimiento de sí mismo conforme con la vocación inscrita en la persona humana, marcada desde su creación por una semejanza secreta con el Otro (el simbolismo ocupa aquí un lugar privilegiado: físicamente, tener sed es al mismo tiempo desear el agua que falta al organismo y experimentar que el agua es constitutiva del ser humano.
La Palabra de Dios, cuando es acogida, viene a colmar ese deseo, ya que abre a la relación con aquél que es el Viviente. La sed de Dios es una idea fuerza de los salmos, sobre todo en referencia a la liturgia del templo en donde el orante se encuentra con la Presencia: «Como busca la cierva corrientes de agua, así te busca mi alma a Tí, Dios mío. Yo tengo sed de Dios, del Dios vivo» (Sal. 42, 2-3; cfr. Sal. 63, 2; 143, 6).
Es posible que en la llamada de Jesús el término «sed» evoque estos textos, teniendo en cuenta sobre todo que se pronuncia en el templo: a través de él, sus discípulos se encontrarán verdaderamente con el Padre. Si Jesús no explica de qué tiene sed el ser humano, es porque Dios está más allá de toda expresión: frente al infinito deja abierto el deseo. Al exclamar «¡Vengan a mí!», Jesús se inscribe en la corriente sapiencial: «Los que tienen sed, ¡vengan al agua!» (Is. 55, 1. Según Mt. 11, 28, Jesús invitó de forma semejante a venir a El para recibir la Ley nueva que proporciona el descanso).
El Evangelio nos recuerda el episodio de la samaritana (Jn 4, 10-14). Por otra parte, en el mismo evangelio según San Juan decía Jesús: «El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí no pasará nunca sed» (Jn 6, 35). Oímos a Cristo decirnos: «El que tenga sed, que venga a mí; el que cree en mí que beba». También recordamos a Isaías (55, 1.3) y a Juan citado ya arriba a propósito de la samaritana (Jn 4, 1 ss.). El evangelista alude aquí a la Escritura: «Como dice la Escritura: De sus entrañas manarán torrentes de agua viva».
Al investigar en la Escritura el tema del agua, no se encuentra ningún texto verdaderamente paralelo. Tenemos que recurrir, por lo tanto, a hipótesis. Se puede pensar en Ezequiel: el agua que sale del Templo y que, en su curso hacia el Mar Muerto, se convierte en un torrente en cuyas orillas crecen árboles perennes (Ez 47, 1-12), o también en la Roca del Desierto (Sal 78, 16 y 105, 41). En realidad, ambas hipótesis son sostenibles sin ser decisivas, y pueden muy bien ser aceptadas las dos sin oponer la una a la otra, ya que sus componentes no se contradicen. Se ha considerado a Cristo como la Roca espiritual (1 Co 10, 4), y él es también el Templo de los últimos días (Jn 2, 20-22).
Así dice la Escritura: «De sus entrañas brotarán ríos de agua viva» (Jn.7, 38): La palabra «seno» (griego, koilía) equivale a «corazón», en sentido bíblico de la palabra. Es el lugar de las emociones fuertes, el interior oculto, el punto misterioso en donde se realizan las cosas que no se ven. Los críticos no han sido capaces de encontrar un texto que corresponda literalmente a la cita que hace Jesús.
Por tanto, conviene pensar en la Escritura en general, en donde aparece la imagen de la fuente en tres niveles: se aplica 1°. a Dios: «Sacarán aguas de la fuente de la salvación» (Is. 12, 3); 2°. a Jerusalén, la ciudad santa adonde afluirán todos los pueblos (Zac.14, 8s, en continuidad con Ez 41, que se leía en la fiesta de las Tiendas);
3°. al hombre, finalmente, que practica la verdadera justicia según Dios: no ya los ritos externo» como el ayuno, sino el compromiso generoso al servicio del prójimo. Obrar así es verse rodeado de la gloria de Dios: ese hombre se convertirá también él en luz y será «como un huerto regado, como una fuente de agua cuyas aguas no se secan jamás» (Is. 58, 11). Este último texto podría indicar en qué corriente tradicional se apoya Jn: el judaismo sapiencial, renovado por la revelación de Jesús.
Por «ríos de agua viva» los oyentes entendían, sin duda alguna, la «vida» en el sentido deseado por Israel. Según la Biblia y el judaismo, el agua es con frecuencia una imagen de la ley vivificante, de la que se había anunciado que el día de la alianza nueva quedaría grabada en los corazones (Jr. 31, 33). Jesús se presenta como aquél que realiza la promesa.
Pues bien, el agua es también en la Biblia un símbolo del Espíritu que se derramará al final de los tiempos; es lo que el evangelista va a precisar a continuación, a la luz de su conocimiento del misterio del Hijo. «Se refería al Espíritu que debían recibir los que creyeran en él. El Espíritu todavía no había sido dado, porque Jesús aún no había sido glorificado» (Jn. 7, 39):
Con la explicación del evangelista, el lector se sitúa en un segundo tiempo de inteligencia y comprende cuál es el objeto de la promesa de Jesús. En el contexto de este capítulo, el tenor del v. 39 indica que los últimos tiempos se cumplirán cuando quede cumplida la misión de Jesús de Nazaret. Si el evangelista dice que «no había todavía Espíritu», es en el sentido del don pleno, que deriva para los hombres de la glorificación de Jesús.
El mismo san Juan hace el comentario de las palabras de Jesús. Los torrentes de agua significan el Espíritu Santo que se dará a los que crean en Jesús. El agua, símbolo del Espíritu, no es una representación original ni propia de san Juan, sino que en la tradición judía se encuentran ya ejemplos. En efecto, en Isaías 44, 9 leemos: «Derramaré agua sobre el sediento suelo, raudales sobre la tierra seca. Derramaré mi espíritu sobre tu linaje».
Ya el Bautista había visto al Espíritu bajar y permanecer (Jn. 1, 32) sobre el que habría de darlo sin medida (Cuando Jesús bautiza (Jn. 3,22), bautiza en su nombre, es decir, en su propia persona que es la única que contiene el Espíritu en plenitud). Juan escribe aquí abiertamente a partir de su experiencia pospascual del Espíritu, una experiencia de la que da testimonio todo su evangelio. Es el Espíritu el que hace comprender el sentido de lo que ha dicho Jesús de Nazaret (Jn. 14,26), el Espíritu de verdad que mora en el creyente (Jn. 14, 17) y lo conduce a la verdad entera (Jn. 16, 13).
A los que escuchan la Palabra, Jesús les concederá vivir una relación análoga a la que une a él mismo con el Padre (10, 15), no ya un don estático, sino una contemplación continua, una mirada (Jn. 5, 19), una escucha (Jn. 5, 30), un coloquio renovado sin cesar. Los creyentes recibirán el Espíritu del Hijo, y se harán ellos mismos hijos vueltos hacia el Padre. Interviniendo en el relato, el evangelista impulsa por anticipación la revelación pascual hasta su cumplimiento.
Al situarse ya por su pascua más allá de esta vida, Jesús les dirá a los discípulos en el discurso de despedida: «Yo estoy en el Padre y ustedes en mí y yo en ustedes» (Jn. 14, 20).
4. ORACION ¿QUÉ LE DECIMOS NOSOTROS a DIOS?
OREMOS • HEMOS ESCUCHADO AL SEÑOR... • AHORA LE HABLAMOS, A PARTIR DE SU PALABRA, • LO QUE ELLA HA SUSCITADO EN NUESTRO CORAZÓN... CON LA PALABRA
Ven Espíritu Santo y enséñanos a CREER. Sin tu aliento, nuestra fe se convierte en cansancio y tristeza. Ven Espíritu Santo y enséñanos a ORAR. Sin tu calor nuestra liturgia y plegaria se convierten en rutina. Ven Espíritu Santo a mantener dentro de la Iglesia el esfuerzo de CONVERSIÓN. Sin tu impulso aparece el desencanto y la desilusión.
Ven Espíritu Santo a ALEGRAR nuestro sombrío mundo. Ábrenos a un FUTURO MÁS FRATERNO, LIMPIO Y SOLIDARIO. Ven Espíritu Santo y enséñanos a entendernos aunque hablemos lenguajes diferentes. Amén
5. CONTEMPLACIÓN ACCIÓN ¿QUÉ NOS PIDE HACER el texto?
LA PALABRA CONTEMPLEMOS - LA IGLESIA SE CONMOCIONA ANTE EL MISTERIO DE DIOS - LA PALABRA LEIDA Y MEDITADA NOS CUESTIONA, EXAMINA Y OBLIGA... - LA PALABRA NOS RECONFORTA Y NOS LLENA DE ESPERANZA
PENTECOSTES ES UN MISTERIO Y UNA EXPERIENCIA DE COMUNION Y AMOR… MEDITEMOS CON EL PAPA BENEDICTO XVI, EN LA ENCICLICA “DEUS CARITAS EST” (DCE) DIOS ES AMOR