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La vida de oración. Todos los momentos son indicados para la oración. La iglesia propone los siguientes, destina- dos a alimentar la oración contínua: Oración de la mañana y del atardecer, Oración antes y después de las comidas, La Liturgia de las Horas,
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Todos los momentos son indicados para la oración. La iglesia propone los siguientes, destina- dos a alimentar la oración contínua: Oración de la mañana y del atardecer, Oración antes y después de las comidas, La Liturgia de las Horas, La Eucaristía dominical, el santo Rosario y las fiestas del año litúrgico.
“Es necesario a- cordarse de Dios más a menudo que de respirar” ( San Gregorio Nacianceno ).
La tradición cristiana ha con- servado tres modos de vivir y expresar la oración: la oración vocal, la meditación y la oración con- templativa. Su rasgo común es el recogi – miento del corazón.
La oración vocal asocia el cuerpo a la Oración interior del corazón. Aún la más íntima de las oraciones no prescinde del todo de la oración vocal. Ésta debe brotar siempre de una fe personal. El Padre Nuestro es la oración vocal perfecta.
La meditación es una reflexión orante. Parte sobre todo de la Palabra de Dios. Hace intervenir la in- teligencia, la imagi- nación, la emoción, el deseo, para pro – fundizar la fe, con- vertir el corazón y fortalecer la volun- tad. Es la etapa preeliminar hacia la unión de a- mor con el Señor.
La oración contemplativa es una mirada sencilla a Dios en el silencio y el amor. Es un don de Dios, un mo – mento de fe pura. El que ora busca a Cristo y se entrega a lZavoluntad amo- rosa del Padre. Recoge su ser bajo la acción del Espíritu Santo. Santa Teresa de Jesús la define como una Íntima relación de amistad.
La oración es un don de la Gracia. Presupone una respuesta decidida nuestra. El que ora combate contra sí mismo, contra el am – biente y, sobre todo, con- tra el Tentador. El combate de la oración es inseparable del progreso de la vida espiritual: se ora como se vive y se vive como se ora.
Muchos piensan que no tienen tiempo para orar o que es inútil orar. Quienes oran pueden desanimarse fren- te a las dificultades o los aparentes fra- casos. Para vencer estos obstáculos son necesa- rias: La humildad La confianza y La perseverancia.
La dificultad habitual de la oración es la distracción, que separa de la a- tención de Dios. Esta distracción podría revelar a qué estamos apegados. Otras dificultades son: La sequedad y la acedía, que es una pereza espiritual, debida al relaja – miento de la vigilancia y al descuido de la custodia del corazón.
La confianza filial se po- ne a prueba cuando pen- samos que no somos es – cuchados. Debemos entonces pre – guntarnos si Dios es para nosotros un Padre cuya Voluntad deseamos cum- plir o un medio para con- seguir lo que queremos. Unida a la de Jesús nuestra oración, el Padre nos concede el Espíritu Santo que transforma nuestro corazón.
Orar es siempre po- sible. El tiempo del cris- tiano es el tiempo de Cristo resucitado. Oración y vida cris- tiana son insepara- bles. “Es posible, incluso en el mercado o en un paseo solitario, hacer una frecuente y fervo- rosa oración. Sentados en vuestra tienda , comprando o vendiendo o incluso haciendo la cocina” ( San Juan Crisóstomo ).
Se llama la oración de la “Hora de Jesús” a la oración sacerdotal de Éste en la Última Cena. Jesús, Sumo Sacerdote de la Nueva Alianza, dirige su oración al Padre cuando le llega la Hora de su “paso” a Dios, la Hora de su sacrificio.
Presentación en POWER-POINT realizada por Violeta Vázquez para www.oracionesydevociones.info La vida de oración