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El cómo se leerá (o los derechos imprescriptibles del lector). 1. El derecho a no leer. Porque como cualquier otro derecho, tenemos el derecho a no utilizarlo. La lectura “humaniza al hombre”, pero hay personas que no leen que son tan “humanas” como las que sí leen.
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El cómo se leerá(o los derechos imprescriptibles del lector)
1. El derecho a no leer • Porque como cualquier otro derecho, tenemos el derecho a no utilizarlo. • La lectura “humaniza al hombre”, pero hay personas que no leen que son tan “humanas” como las que sí leen. • El deber de educar consiste en enseñar a los niños a leer, iniciarles en la literatura, darles medios de juzgar libremente si sienten “la necesidad de los libros”.
2. El derecho a saltarse páginas • Porque si los niños no lo hacen, otros, usando las “tijeras de la imbecilidad”, lo harán en su lugar. • Y ya de mayores … ¿a quién le importa si nos saltamos las páginas? Eso es algo sólo entre el libro y nosotros.
3. El derecho a no terminar un libro • Porque hay 36.0000 motivos para abandonar antes del final: la historia no nos engancha, no nos convence el estilo del autor, nos duele una muela, un seísmo amoroso petrifica nuestra cabeza … • Los buenos libros, como los buenos vinos, no envejecen, y nos esperarán en las estanterías hasta que estemos “maduros” para leerlos. Y si eso no sucede nunca, o si volvemos a abandonar, ¡Pues no pasa nada!
4. El derecho a releer • Sobre todo, por el placer de la repetición, la alegría de los reencuentros … Como el niño que fuimos que decía: “más, más …”
5. El derecho a leer cualquier cosa • Porque los niños, al principio deben leer (y leen) de todo, pero a buen seguro acabarán decantándose por los “buenos” libros. • ¿Se puede hablar de buenas y de malas novelas? Pues sí, hay una “literaturaindustrial” que reproduce los mismos relatos, despacha estereotipos, comercia con buenos sentimientos y sensaciones fuertes, entregándose a estudios de mercado y coyunturas … Y sobre todo, el autor no se encuentra en ellas.
6. El derecho al bovarismo(enfermedad de transmisión textual) • El “bovarismo”, es la satisfacción inmediata y exclusiva de nuestras sensaciones, hasta tal punto de que vivimos tan intensamente lo leído que podemos llegar a confundir lo cotidiano con lo novelesco. • Será pues reconciliarnos con nuestra adolescencia (¡Dios, qué cosas leíamos! ¡Pero cómo leíamos!) y con los actuales adolescentes, víctimas propiciatorias de esta deliciosa enfermedad.
7. El derecho a leer en cualquier lugar • Dos ejemplos: • El soldado que se presentaba de forma sistemática para la ingrata “faena de letrinas”. ¿Por qué? Porque cambiaba con gusto un cuarto de hora de bayeta por una mañana con Gogol. • El soldado Clemenceau, que daba gracias a su estreñimiento crónico, sin el cual, no habría podido leer las Memorias de Saint-Simon .
8. El derecho a hojear • Porque “cuando no se dispone ni del tiempo ni de los medios para regalarse con una semana en Venecia, ¿por qué negarse el derecho a pasar allí cinco minutos?”
9. El derecho a leer en voz alta • Porque que nos lean en voz alta es un acto de amor. • Porque tenemos el derecho a meternos las palabras en la boca antes de clavárnoslas en la cabeza. Porque las palabras son música y son sabor. • Porque “la comprensión de un texto pasa por el sonido de las palabras”.
10. El derecho a callarnos • Porque “nuestras razones para leer son tan extrañas como nuestras razones para vivir. Y nadie tiene poderes para pedirnos cuentas sobre esa intimidad”. • Borrémonos delante de los libros que damos a leer, no preguntemos constantemente si se entendieron o no. Abandonemos de puntillas el escenario: el protagonista es el libro.