400 likes | 667 Views
CONSERVACIÓN PREVENTIVA. La CONSERVACIÓN PREVENTIVA se debe entender como un conjunto de acciones tendentes a garantizar la conservación de los bienes culturales mediante el control de su entorno inmediato y la implantación de adecuados programas de mantenimiento y/o gestión.
E N D
La CONSERVACIÓN PREVENTIVAse debe entender como un conjunto de acciones tendentes a garantizar la conservación de los bienes culturales mediante el control de su entorno inmediato y la implantación de adecuados programas de mantenimiento y/o gestión. Por definición, los archivos, bibliotecas y museos cumplen cuatro funciones básicas: coleccionar,conservar, investigar y presentar e interpretar sus colecciones. La conservación es la principal de estas responsabilidades, pues sin ésta, la investigación y la presentación son imposibles y la colección pierde sentido. La conservación es una técnica al servicio de la preservación.
La “conservación preventiva” entraña, evidentemente, una nueva actitud y una nueva metodología de tratamiento del patrimonio y los bienes culturales en los museos archivos y bibliotecas, y cuyo crecimiento constante se inserta en el área cercana de ese nuevo sistema de valores que es la “preservación del patrimonio” y en el que ésta (la conservación preventiva) ejerce un vital protagonismo. Según Gaël de Guichen en realidad el concepto de conservación preventiva no es verdaderamente nuevo. Está en el aire desde hace tiempo, desde hace mucho tiempo. En el siglo XIX, Adolphe Napoleón Didron, escribió: “Conservar lo más posible, reparar lo menos posible, no restaurar a cualquier precio”, dejando entender que era necesario intervenir lo menos posible sobre el objeto para asegurar la autenticidad de su mensaje.
Según Philip R. Ward en su artículo “La conservación: el porvenir del pasado”: Los objetos que preservamos no han sido destruidos por el tiempo, ya que el tiempo, por sí solo, rara vez destruye. Por una u otra casualidad milagrosa han sobrevivido, a menudo por cientos de años, al fuego, la tempestad y los terremotos, a las guerras., al robo y el vandalismo pero, sobre todo, a nuestra propia negligencia. Frecuentemente, corren más peligro en un edificio moderno que en ningún otro período de sus vidas: temperaturas variables, exceso o falta de humedad, radiaciones ultravioletas, insectos, gases atmosféricos y malos tratos pueden destruir lo que la naturaleza ha salvado. Los protegemos contra estos peligros utilizando un conjunto de técnicas que denominamos conservación.
Según Gaël de Guichen, la conservación preventiva requiere un cambio profundo de mentalidad: quien pensaba ayer objeto, hoy debe pensar colecciones; quien pensaba sala, debe pensar edificio; quien pensaba semanas, debe pensar años; quien pensaba persona, debe pensar equipo; quien pensaba gasto a corto plazo, debe pensar inversión a largo plazo; quien pensaba estrecho, debe pensar amplio; quien pensaba en el día a día, debe pensar programa y prioridades. La conservación preventiva consiste en tomar un seguro de vida sobre el porvenir de las colecciones.
Situados en este ámbito hemos de cuestionar, en primer lugar, si en la sociedad actual existe un nivel de conciencia, en cuanto se refiere a la conservación del Patrimonio Cultural, semejante al que se da en relación con otros elementos que definen el entorno humano como puede ser el medio ambiente natural. La explosión demográfica y la tendencia mundial hacia la urbanización, la explotación y el consumo indiscriminado de recursos naturales no renovables y la falta de cuidado con los parcialmente renovables se ha convertido en un grave problema internacional del que los países y los ciudadanos de estos han comenzado a tomar conciencia, lo que ha conllevado a un incremento de la exigencia en su conservación.
Llegados a este punto, es preciso hacer comprender que deben aplicarse los mismos parámetros de evaluación y esfuerzos de conservación para todos los elementos que conforman el entorno de la humanidad y, puesto que el Patrimonio Cultural es uno de los más importantes recursos no renovables del mundo, se precisará un esfuerzo especial para compensar el desequilibrio existente entre nuestras propias necesidades y las de su conservación. Para alcanzar este objetivo resulta imprescindible que la sociedad conozca y comprenda de qué se está hablando cuando se habla de Patrimonio Cultural, qué elementos comprende, cuáles son sus valores y qué tipo de estrategias se pueden desarrollar para evitar su deterioro.
Si en el pasado las teorías de restauración a menudo enfatizaban tipos específicos de tratamiento, los conceptos actuales para la conservación y puesta en valor del Patrimonio Cultural evitan la reducción simplista a un conjunto de “recetas” a aplicar en cada caso concreto. El concepto de Patrimonio Cultural se entiende hoy en un sentido más amplio que lógicamente, ha ampliado también el de su conservación. En consecuencia las estrategias de protección específica y de conservación pueden variar considerablemente de acuerdo con el contexto y los valores asociados con cada obra o espacio cultural, sin que ello suponga que los principios generales de una práctica de conservación no sirvan como fundamento para la protección de los bienes culturales.
La conservación se debe basar, por tanto, en una clara definición del bien cultural y de la relación de este con su entorno. Esta definición es parte del proceso crítico a través del cual se pretende crear una conciencia del Patrimonio como parte integral de la sociedad actual, desarrollando un marco que determine los valores del bien, estableciendo los objetivos, prioridades y procedimientos para su gestión y preparando las orientaciones y directrices para su presentación e interpretación.
Observación. Identificación e inspección metódica del bien de que se trate, examen de la documentación a él referida, su evolución histórica y su entorno físico. Estudio. Definición histórico-crítica y evaluación del bien y su entorno, con el fin de conocer su relevancia. Examen. Análisis científico y diagnóstico de los materiales constitutivos y del sistema estructural asociado, de los parámetros ambientales y de los factores de riesgo, orientado a la conservación. Planificación. Programas a corto y largo plazo para la conservación que, definiendo estrategias de gestión que incluirán inspecciones regulares, ciclos de mantenimiento y control ambiental, tengan en cuenta los recursos necesarios.
Los valores intrínsecos de un bien cultural se refieren al material, al diseño, a la conservación y a su localización. Está constituido por tanto de aquello que es físicamente parte de él como de su entorno. Un bien histórico, producto del pasado, ha sufrido cambios o deterioros ocasionados tanto por el desgaste natural como por su uso funcional. En muchos casos el bien ha sufrido modificaciones de diversos tipos a lo largo del tiempo. Los núcleos urbanos o determinados edificios singulares dentro de ellos, como pueden ser las Catedrales, son un buen ejemplo de esta evolución tipológica y estilística a lo largo del tiempo. La suma de estos cambios se convierte en parte de su carácter histórico y de su esencia. Esta esencia representa el valor intrínseco del bien; es el soporte de los testimonios históricos y de los valores culturales asociados, tanto del pasado como del presente. El objetivo de la conservación es salvaguardar la calidad y los valores del bien, proteger su esencia y asegurar su integridad para las generaciones futuras.
Los valores extrínsecos de los bienes culturales pueden ir desde consideraciones de tipo histórico hasta lo puramente comercial y un mismo bien puede poseer valores antagónicos que hagan especialmente difíciles las decisiones relativas a su conservación y gestión, teniendo además en cuenta que los juicios de valor suelen cambiar con el tiempo. En términos generales podemos hablar de valores culturales y socio-económicos. La presencia o ausencia de estos valores llevará a la salvaguarda y conservación de los bienes culturales o a su abandono y destrucción, de acuerdo con las circunstancias específicas de una sociedad determinada.
De toda esta extraordinaria y compleja problemática vamos a tratar en este día, intentando un acercamiento a los principios de la conservación preventiva. Un programa de mantenimiento debe seguir ciclos bien establecidos que describan quién hace qué trabajo, cómo lo hace y con qué frecuencia. Debe describir las acciones en términos simples, de forma que puedan ser interpretadas por cualquier tipo de personal (limpieza, vigilancia, reparación, o cualquier persona involucrada en el mantenimiento del bien cultural). Hasta donde sea posible las tareas de mantenimiento deben estar integradas en una rutina programada en términos temporales (actividades diarias, semanales, etc.), rutina que debe permitir la flexibilidad necesaria para hacer frente a los imprevistos que puedan surgir.
Una manera de estar preparados para afrontar los riesgos que los imprevistos suponen puede ser la de agrupar los problemas en lo que podríamos denominar como niveles de previsibilidad. Así podríamos encontrarnos con los siguientes grupos: Problemas cotidianos. Constituyen el grueso del trabajo necesario para la conservación del bien a lo largo del período de vigencia del plan de gestión. Problemas urgentes. Aquellos que, caso de no ser tratados rápidamente , causarán daños o deterioros de importancia. Problemas de emergencia. Son aquellos que causan peligro potencial para el bien o para el público y deben ser considerados prioritarios.
La prevención es la mejor forma de conservación; si las causas de deterioro pueden ser eliminadas, o al menos reducidas, se habrá logrado algo muy valioso, desde todos los puntos de vista. Una buena estrategia puede evitar en gran medida el daño y el deterioro, ahorrando así dinero al evitar costosas operaciones posteriores. Además habremos evitado una pérdida, aunque sea mínima, en la integridad del bien cultural, lo que redundará en beneficio del público que ha de disfrutarlo ahora y en el futuro. Desgraciadamente es muy difícil cuantificar este ahorro y, en consecuencia, es igualmente difícil hacer entender a quienes tienen la responsabilidad de administrar el Patrimonio Cultural que deben ver más allá del mero coste de unos servicios profesionales cualificados y evitar economías que, en este campo, sólo redundarán en perjuicio de la conservación de los bienes culturales.
Por lo tanto, para realizar una buena conservación preventiva será imprescindible elaborar un programa previo de actuación, bien elaborado y adaptado a los lugares y a las colecciones a conservar. Las actuaciones de urgencia y a la desesperada suponen, en la mayoría de los casos, una actuación tardía que se aplica ya sobre los daños que la acción preventiva pretendía evita. Actuar sobre las causas cuando los efectos o la enfermedad ya han afectado a los objetos sería tener una concepción muy terapéutica.
En general podemos decir, que la conservación preventiva, poco a poco, se ha creado un espacio y una identidad en el mundo de la protección del patrimonio, y ha ido englobando aspectos cada vez más variados. Por ello, su aplicación práctica supone una tarea multidisciplinar en la que, lejos de todo dogmatismo, toda acción debe ir precedida de un exhaustivo análisis, registro de datos y control continuado de los sucesivos resultados, ya que cada intervención es un caso único y diferente. Por tanto, es imposible asignar esta tarea a un único responsable o especialista. Más bien es necesario buscar la coordinación y articulación de las tareas entre distintos especialistas y así lograr un verdadero trabajo de equipo.
La conservación preventiva es una disciplina fundamentalmente interactiva. De aquí que la formación en esta disciplina de los conservadores, restauradores y técnicos de las instituciones es imprescindible, una necesidad urgente y una responsabilidad ineludible. Crear una conciencia social favorable a estas líneas de conservación preventiva es uno de los objetivos de este curso. Del compromiso que la sociedad sea capaz de establecer con los bienes culturales que otras generaciones nos han legado dependerá, absolutamente, su conservación.
COMPETENCIAS DE UN ESPECIALISTA EN CONSERVACIÓN PREVENTIVA. • Conocer los materiales, la tecnología y los procesos de deterioro de los bienes culturales. • Evaluar el estado de conservación de las colecciones y ser capaz de crear instrumentos de visualización de los resultados (gráficas de tablas, circulares, de áreas, de dispersión, de columnas...) • Planificar los estudios ambientales (clima, luz, polución) y establecer estrategias de lucha contra insectos, microorganismos, etc
4. Redactar un plan de intervención en caso de siniestro con la colaboración de profesionales de seguridad y del cuerpo de bomberos. Seleccionar los locales y los tratamientos en caso de desastre. 5. Seleccionar el material expositivo y de almacenamiento de las obras de arte. Ser capaz de realizar también los tests de estabilidad de los productos del mercado utilizados en la restauración. 6. Controlar el mantenimiento del edificio y establecer el calendario de inspecciones y de limpieza. 7.Elaborar presupuestos.
8. Gestionar los espacios y las necesidades de los departamentos, teniendo en cuenta las personas y sus actividades. 9. Programar los movimientos de obras y realizar la gestión de las condiciones de préstamo. 10. Saber transmitir las acciones de prevención que se desarrollan en el interior de la institución así como su proyección al gran público para sensibilizarlo.
Todo lo que hemos expresado hasta el momento son elementos básicos para la labor del conservador en cualquier institución, ahora bien, queremos insistir en algo muy importante y esto es en la sistematicidad de esta labor; si no somos capaces de sistematizar lo que hagamos y a través de esto mantener vivo el interés de los encargados en suministrarnos los recursos materiales y financieros para realizar nuestro cometido, habremos tirado por la borda una labor que tal vez nos ha costado años de esfuerzo y desvelos; comenzar de nuevo ya no será tal vez tan sencillo y en definitiva lo que saldría perdiendo es el patrimonio
FACTORES DE DETERIORO Estudios e investigaciones realizadas por diferentes instituciones en el mundo y cuyos resultados han sido asumidos por las principales organizaciones internacionales que rigen el patrimonio como son el ICOM, ICOMOS y el ICCROM, han permitido clasificar y agrupar los principales factores de deterioro, cuyo conocimiento es imprescindible a la hora de elaborar las políticas y planes de conservación de cualquier institución. Estos factores son:
1.Fuerzas físicas directas. 2.Robo y vandalismo. 3.Incendios. 4.Inundaciones y filtraciones. 5.Biodeterioro. 6.Contaminación ambiental 7.Iluminación. 8.Microclima.
PLAN DE GESTIÓN PLAN INTEGRAL DE CONSERVACIÓN PREVENTIVA En toda institución, sea grande o pequeña, debe existir un plan de preservación y de actuación en caso de desastres. Lamentablemente esto es algo que tan sólo se da en el plano teórico, ya que en la práctica, en nuestro país, bien pocos son quienes lo tienen.
Un plan integral de preservación debe incluir los posibles problemas derivados de la estructura del propio edificio donde está ubicado el archivo o biblioteca, los derivados de las instalaciones (agua, electricidad, etc.), la arquitectura y las instalaciones interiores (depósitos, muebles, iluminación, control ambiental, etc.). Pero también debe incluir un plan de actuación en caso de desastres, que pueden tener distintos orígenes: por una parte, los derivados de la ausencia de un plan de preservación, y, por otra, los inducidos por el hombre y por las catástrofes naturales.
Para establecer y redactar un plan integral de preservación debemos: • “Crear equipo multidisciplinar (pocas personas): director, conservador, restaurador, otro especialista de la institución (archivero, museólogo, bibliotecario), jefe de seguridad o de mantenimiento”. • Una vez formado el equipo deben repartirse muy bien las tareas con el fin de hacer un estudio, previo al plan de preservación , de los posibles que tiene el archivo, biblioteca o museo. Para ello revisaremos todo el edificio, tanto su ubicación como su estructura e instalaciones, para detectar los problemas.
Estudio previo para la confección del plan 1.Ubicación Se establecerá exactamente dónde y cómo está ubicado el edificio, lo que supone la obtención de información acerca de las características del subsuelo, entorno (ríos, industrias, almacenes de productos inflamables, etc.). 2.Edificio Establecer los peligros potenciales, estado de las cubiertas, ventanas, bajantes de agua, grietas en las paredes, humedades, etc. 3.Instalaciones Comprobar el estado de las tuberías de los sistemas
hidráulicos y sanitarios, instalaciones eléctricas, sistemas de alarmas contra robo e incendio y de extinción de incendios y si existieran los sistemas de climatización. 4.Depósitos y mobiliario En los depósitos y almacenes es donde debemos extremar más todas las precauciones, por lo que revisaremos especialmente las instalaciones específicas de estos lugares o las que pasan por ellos. Debe establecerse si hay algún tipo de peligro potencial, concreto, dentro de los depósitos, como, por ejemplo, que pasen tuberías de agua por él o que las instalaciones eléctricas estén defectuosas. Debe comprobarse, asimismo, si el mobiliario es realmente el adecuado a los documentos o libros que contienen; si
las estanterías están separadas de las paredes, si hay algún tipo de condensación encima de ellas, si se hallan en buen estado, si están oxidadas o, en el caso de las de madera, si tienen agujeros producidos por la salida de insectos, como el comején o si hay otros indicios de esto. Se controlará también con especial cuidado la atmósfera interna de los depósitos y almacenes (T, HR), grado de contaminación, acumulación de polvo, etc. 5.Personal y manipulación Deberemos observar si el personal que trabaja en la institución es el adecuado para realizar su función y si está informado de cómo tiene que tratar los documentos y libros, cómo tienen que ser manipulados para ser servidos al público, cómo se les debe quitar el polvo, cómo actuar en caso de que se produzca una rotura de
página o de encuadernación, etc., y también de qué se debe hacer en caso de emergencia y de lo que no se debe hacer nunca en un depósito de archivo, biblioteca o museo. 6.Fondos y colecciones Hemos de establecer claramente cuáles son los fondos que tenemos en nuestra institución: por ejemplo tipología documental, riesgo de sufrir daños según sus características físicas y su estado de degradación; uso que se hace de ellos; cuáles son piezas insustituibles, de gran valor histórico o artístico, y en que condiciones se hallan (estado de conservación).
7.Recursos Deberá establecerse de que tipo de recursos disponemos, tanto humanos como económicos. También deberemos hacer una lista del material disponible en el edificio en caso de emergencia, para saber, en caso de necesidad, donde encontrarlo o quien nos lo puede facilitar. Una vez realizado el estudio previo, el equipo de trabajo deberá ordenar los datos obtenidos, valorar y cuantificar los problemas detectados y, a partir de estos datos, elaborar un plan integral de preservación que, por una parte, contemple cómo resolver los problemas detectados en los diferentes apartados, y, por otra, maque las directrices que deben seguirse en el caso de que se produzca una situación de emergencia.
RESOLUCIÓN DE LOS PROBLEMAS DETECTADOS 1.Ubicación No podemos cambiar la ubicación del edificio, pero contar con datos precisos nos permitirá determinar qué medidas preventivas debemos tomar: evitar que los depósitos estén sótanos o pisos inferiores, poner filtros si está en zona altamente contaminada, etc. 2.Edificio Es en éste donde podemos actuar con mayor eficacia. Reparar los bajantes y cubiertas en mal estado, etc. La realización de estas reparaciones o cambios puede suponer costos muy altos, por lo que debemos establecer un orden de prioridades según las zonas afectadas y lo que se encuentre en ellas.
3.Instalaciones Es aquí donde se presentan las mayores dificultades, especialmente en los edificios antiguos por las instalaciones en ocasiones muy viejas (eléctricas, hidráulicas, etc.) y lo difícil en realizar cambios estructurales. Las soluciones en este terreno son complejas, pero no imposibles. A menudo tendremos que realizar los cambios propuestos poco a poco, en función de la disponibilidad económica, pero lo más importante es no hacerlo todo de una vez, sino ser constantes y terminar las reformas empezadas, aunque nos cueste algunos años conseguirlo. 4.Depósito y mobiliario Las reformas necesarias en los depósitos son las
que se llevarán a cabo en primer lugar. El depósito siempre tendrá prioridad respecto a cualquier otra parte del edificio, pues es en él donde se guardan los objetos (libros, documentos, objetos, etc.), y es precisamente aquí donde deberemos tener las mejores condiciones, tanto estructurales, como ambientales, de instalaciones y de mobiliario. 5.Personal y manipulación Lo que debemos y podemos hacer es formar a nuestro personal tanto para que adquiera estos conocimientos como para que se sientan parte realmente integrante de nuestro centro, es decir, es necesario llevar a cabo una formación continua, que significará concienciación y estímulo del personal. Es importante que conozcan el plan de conservación y el de actuación ante desastres.
6.Fondos y colecciones Es necesario que se establezca claramente la tipología documental –desde el punto de vista físico: papel, papel vegetal, tela de plano, papel de periódico, pergamino, cuero, fotografía, microfilm, etc.- que tenemos en nuestra institución, para realizar, posteriormente, una evaluación de su estado de conservación y el grado de consulta que sufre, pues hay documentos que son consultados constantemente, y otros, hace años que duermen en una estantería. Serán especialistas en esta materia de la institución, quienes realicen esta evaluación de los fondos. En caso de no contar con los especialistas preparados, debe encargársele este trabajo a especialistas externos.
El sistema de trabajo a utilizar pasa por la utilización de una metodología de diagnóstico, de la cuál se han desarrollado muchas por diferentes instituciones, en diferentes países. Nosotros hemos estado utilizando un método desarrollado por el Instituto de Historia, mediante el cual hemos evaluado cuatro fondos y pretendemos ahora adecuarlo, sobre todo la planilla de toma de datos, a las características específicas de la documentación que se encuentra en los archivos históricos. Es importante que esta metodología recoja, estado de conservación, unicidad de las piezas o colecciones, valor histórico, administrativo o artístico, uso y consulta. Este plan de conservación comprende tres aspectos fundamentales: establecer un orden de prioridades sobre cuáles son las piezas que deben ser restauradas,
determinar que tipo de protección individualizada necesitan los fondos (carpetas, fundas, bolsas, encuadernaciones, etc.), y establecer un plan de reproducción de los fondos para evitar la consulta directa de los originales. La amplitud y alcance de este plan de conservación estarán en función del tamaño de nuestra institución (referente al volumen documental), y del tipo de fondos que alberga. 7.Recursos Una vez tengamos los datos referentes a los aspectos anteriores, se procederá a valor cuáles son los recursos necesarios para implantar el plan de conservación de nuestra institución.
PLAN DE EMERGENCIA El plan de actuación en caso de emergencia deberá contemplar los siguientes puntos: 1.Elección del personal necesario, fijar las funciones de cada uno, nombrándose un responsable que deberá conocer al dedillo el plan de actuación. 2.Elaboración de un listado con los números de teléfono de las personas que deben ser avisadas. 3.Elaboración de listado con los números de teléfonos de los servicios de emergencia (bomberos, policía, etc.) y de los lugares donde se pueden obtener determinados servicios, materiales, etc.
4.Elaborar plano donde estén reflejadas las salidas de emergencia cuando se implante el plan de evacuación. 5.Redacción de instrucciones sobre como deben utilizarse los extintores y alarmas 6. Elaboración de listado de aquellas piezas consideradas únicas y cuyo salvamento es prioritario, debe conocerse la ubicación exacta de las mismas. Una vez elaborado el plan de emergencia, le daremos amplia difusión entre el personal que trabaja en el centro, y procuraremos que todas y cada una de las personas que trabajan en él lo conozcan, lo entiendan y sepan comprender que de él y de su actuación , clara y precisa, depende la minimización del problema que se presente. Este plan debe actualizarse cada año.