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Ciclo C Domingo III de Cuaresma. «Dijo entonces al viñador: " Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y nos encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?". ». Intenciones del Papa Benedicto XVI para el mes de marzo de 2013.
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Ciclo C Domingo III de Cuaresma «Dijo entonces al viñador: "Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y nos encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?". »
Intenciones del Papa Benedicto XVI para el mes de marzo de 2013 Intención General: Respeto por la naturaleza Que crezca el respeto por la naturaleza, obra de Dios confiada a nuestra responsabilidad. Intención Misional: El clero Que los obispos, sacerdotes y diáconos sean incansables anunciadores del Evangelio hasta los confines de la tierra.
Santos del Día • San Anselmo. Italia ( †803 ) Abad • Apiano. Monje • San Cleónico. Italia Mártir • Santa Artelaides. Italia ( †570 ) • San Emeterio de Calahorra. España • San Asterio. Israel ( †260 ) Gobernante, Mártir • Santa Catalina Drexel. Estados Unidos ( †1955 ) • San Celedonio de Calahorra. España Mártir • San Eutropio de Amasea. Italia • Santa Cunegunda. Alemania ( †1039 ) • Beato Federico de Frisia. Italia ( †1175 ) Abad • Beato Inocencio de Berzo Scalvinoni. Italia ( †1890 ) Capuchino • Jacobino. • Beato Jacobino de Canepacci. Italia ( †1508 ) Religioso de la Orden del Carmelo (Carmelitas) • Beato Liberato Weiss. Etiopía ( †1716 ) Mártir, Franciscano • Luciolo. Mártir • San Ticiano. Italia ( †526 ) Obispo • San Marino de Cesarea. Palestina, Israel ( †260 ) Mártir, Militar • Beato Miguel Pío Fasoli da Zerbo. Etiopía ( †1716 ) Mártir, Franciscano • Beato Pedro Renato Rogue. Francia ( †1796 ) Mártir, Sacerdote • Beato Pedro Geremia. Italia ( †1452 ) Dominico • Beato Samuel Marzorati. Etiopía ( †1716 ) • San Winwaleo. Francia ( †533 ) Abad • Santa Teresa Eustoquio Verzeri. Italia ( †1852 ) Fundadora
Santa Conegunda Emperatriz Viuda Religiosa † 1039 Era hija de Sigfrido de Luxemburgo y Eduviges, quienes la educaron piadosamente. Se casó con el duque Enrique de Baviera que a la muerte del emperador Otón III, fue elegido rey de los romanos. El emperador fundó el monasterio y la catedral de Bamberga. La emperatriz fundó un convento cerca de Cassel y otro para las religiosas de San Benito. Santa Cunegunda nombró a su sobrina Judith superiora del nuevo convento, no sin haberle dado antes muchos buenos consejos. Ruega por nosotros El día del aniversario de la muerte de su esposo, cambio sus vestiduras imperiales por el hábito religioso, pareció olvidar que había sido emperatriz, y se consideraba como la última de las monjas. Oraba y leía mucho y se dedicaba especialmente a visitar y consolar a los enfermos.
† En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén Ven Espíritu Santo, revísteme de humildad para recibir dignamente la Palabra de Dios, y hazme dócil a sus divinas enseñanzas. Ven y concédeme los dones necesarios para que se cumpla en mí Su voluntad.
Primera Lectura -Éxodo 3,1-8a.13-15 1 Moisés, que apacentaba las ovejas de su suegro Jetró, el sacerdote de Madián, llevó una vez el rebaño más allá del desierto y llegó a la montaña de Dios, al Horeb. 2 Allí se le apareció el Ángel del Señor en una llama de fuego, que salía de en medio de la zarza. Al ver que la zarza ardía sin consumirse, 3 Moisés pensó: «Voy a observar este grandioso espectáculo. ¿Por qué será que la zarza no se consume?». 4 Cuando el Señor vio que él se apartaba del camino para mirar, lo llamó desde la zarza, diciendo: «¡Moisés, Moisés!». «Aquí estoy», respondió el. 5 Entonces Dios le dijo: «No te acerques hasta aquí. Quítate las sandalias, porque el suelo que estás pisando es una tierra santa». 6 Luego siguió diciendo: «Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob». Moisés se cubrió el rostro porque tuvo miedo de ver a Dios.
7 El Señor dijo: «Yo he visto la opresión de mi pueblo, que está en Egipto, y he oído los gritos de dolor, provocados por sus capataces. Sí, conozco muy bien sus sufrimientos. 8 Por eso he bajado a librarlo del poder de los egipcios y a hacerlo subir, desde aquel país, a una tierra fértil y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel, al país de los cananeos, los hititas, los amorreos, los perizitas, los jivitas y los jebuseos. 13 Moisés dijo a Dios: «Si me presento ante los israelitas y les digo que el Dios de sus padres me envió a ellos, me preguntarán cual es su nombre. Y entonces, ¿qué les responderé?». 14 Dios dijo a Moisés: «Yo soy el que soy». Luego añadió: «Tú hablarás así a los israelitas: «Yo soy» me envió a ustedes». Palabra de Dios Te alabamos Señor 15 Y continuó diciendo a Moisés: «Tú hablarás así a los israelitas: El Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, es el que me envía. Este es mi nombre para siempre y así será invocado en todos los tiempos futuros».
«"Yo soy", el Señor de vuestros padres, me envía a vosotros.» Este relato se trata nada menos que del comienzo de la salvación de Israel. Moisés, pastor, ha topado con Dios en las estepas del Sinaí. En realidad es Dios quien ha tocado a Moisés en lo más profundo de su ser. Dios le habla, Dios le requiere, Dios le ordena. Moisés, pasado el primer momento de sorpresa, se estremece, tiembla, escucha, objeta, acepta. Moisés descalza sus pies, dialoga con el Señor, se somete.
El Señor le encomienda una misión difícil. Su espíritu resiste. El pastoreo del rebaño es mucho más cómodo que el gobierno de un pueblo indómito. La voz de Dios se hace cada vez más imperiosa. Una fuerza interna lo va transformando. Amaina la resistencia; Moisés se doblega. Moisés, pastor de ovejas, es ahora pastor de hombres. Moisés, en nombre de Dios, será en adelante el caudillo de Israel. La acción de Dios en el interior de su espíritu lo ha cambiado para siempre. La experiencia de lo divino lo acompañará toda su vida; su oído está ya dispuesto a escuchar la voz del Señor siempre que éste hable. Moisés es sólo para Dios.
Dios rompe el silencio. Sus oídos han escuchado el lamento del pueblo hebreo, atormentado en Egipto. Ha llegado el momento de actuar. Dios quiere salvar. Dios quiere sacar a su pueblo de su angustia y conducirlo a un país que mana leche y miel. Dios quiere traerlos hacia sí. Pero ¿Quién es él? Dios revela su nombre: Yavé de esa forma, Dios se hace apelable; puede ser llamado, puede ser invocado. Dios se compromete a oír, a escuchar, a atender, a actuar. El hombre, no obstante, no podrá usar vanamente de ese nombre. El nombre es Él mismo: su ser, sobre todo ser; El que es, el que está cerca para ayudar y salvar. No hay nadie como Él.
Salmo 103(102) 1-2.3-4.6-7.8.11. 1 Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga a su santo Nombre; 2bendice al Señor, alma mía, y nunca olvides sus beneficios. 3 El perdona todas tus culpas y cura todas tus dolencias; 4 rescata tu vida del sepulcro, te corona de amor y de ternura. 6 El Señor hace obras de justicia y otorga el derecho a los oprimidos; 7 él mostró sus caminos a Moisés y sus proezas al pueblo de Israel. 8El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia. 11 Cuanto se alza el cielo sobre la tierra, así de inmenso es su amor por os que lo temen.
«El Señor es compasivo y misericordioso.» La misericordia de Dios es un motivo perenne de alabanza y una fuente inagotable de consideración. Dios es misericordioso y compasivo; Dios se muestra paternal. La repetida experiencia de Israel, privada y colectiva, lo garantiza. La bondad del Señor se manifiesta de mil formas: Es justicia para el oprimido; es misericordia para el débil; es compasión para el que sufre; es medicina para el enfermo; es salvación para el que está a las puertas de la muerte. Dios es bondadoso con todos.
De esta experiencia múltiple y variada sobresale la experiencia comunitaria primitiva de la liberación de la opresión de Egipto. Moisés fue el instrumento. En aquella ocasión se reveló Dios fuerte, misericordioso, compasivo y paternal. Aquella hazaña fue el prototipo de todas las que siguieron. Se la recordará en todas las alabanzas y en todos los himnos. Aquella abrió la larga serie que culminó en la gran liberación que nos trajo Cristo. Es bueno cantar la misericordia de Dios que se manifiesta en sus obras.
Segunda Lectura - I Corintios 10,1-6.10-12 1 Porque no deben ignorar, hermanos, que todos nuestros padres fueron guiados por la nube y todos atravesaron el mar; 2 y para todos, la marcha bajo la nube y el paso del mar, fue un bautismo que los unió a Moisés. 3 También todos comieron la misma comida y bebieron la misma bebida espiritual. 4 En efecto, bebían el agua de una roca espiritual que los acompañaba, y esa roca era Cristo. 5 A pesar de esto, muy pocos de ellos fueron agradables a Dios, porque sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto. 6Todo esto aconteció simbólicamente para ejemplo nuestro, a fin de que no nos dejemos arrastrar por los malos deseos, como lo hicieron nuestros padres. 10 No nos rebelemos contra Dios, como algunos de ellos, por lo cual murieron víctimas del Ángel exterminador. 11 Todo esto les sucedió simbólicamente, y está escrito para que nos sirva de lección a los que vivimos en el tiempo final. 12Por eso, el que se cree muy seguro, ¡cuídese de no caer! Palabra de Dios Te alabamos Señor
«La vida del pueblo con Moisés en el desierto se escribió para escarmiento nuestro.» La comunidad de Corinto fue, sin duda, la que más variados problemas presentó a Pablo, de entre las iglesias por él fundadas. Muchos de sus miembros habían respirado por largo tiempo el viciado aire de la idolatría y su conducta moral había estado a la altura de la atmósfera que los envolvía. La predicación de Pablo los había trasladado de las tinieblas a la luz del Señor. La impronta del paganismo, sin embargo, había sido profunda en ellos. Era menester borrarla poco a poco.
A Pablo le iba a costar trabajo. Los fieles recurren a él en demanda de solución. El tema, que ahora aborda Pablo, es el tema de la idolatría. Este tema servirá de marco al pensamiento del Apóstol en sus excursiones teológicas. El tema de la idolatría le ha hecho volver la cabeza a Pablo, a la historia de su pueblo fecunda en instrucciones y enseñanzas. También en la historia del pueblo elegido ha ocupado su lugar, por desgracia, la idolatría cuando, guiado por la mano de Dios, buscaba hallar su propio camino.
Nosotros somos los destinatarios de aquella larga serie de acontecimientos, que llevaban el signo de la salvación. Su presencia en los libros sagrados no tiene otro fin que el de instruirnos, iluminarnos, advertirnos, consolarnos, etc. En ella cobran sentido las etapas antecedentes. Las actuales instituciones de la gracia se revelan en las antiguas. Moisés es el salvador en el que fueron salvados los israelitas (antigua Economía). Unido a él, pasó el pueblo el mar Rojo, camino de la libertad. En él fueron bautizados. Junto a él anduvieron por el desierto. A su lado gustaron de la comida espiritual y saciaron su sed con el agua espiritual. Estos portentos salvaron al pueblo de la destrucción. En sí no tenían sentido. Todo estaba apuntando a Cristo.
Cristo es el Salvador. En él hemos sido bautizados. En él hemos encontrado la libertad auténtica. Con él formamos una sola cosa y un solo pueblo. Él es la comida y la bebida, que lleva a la tierra que mana leche y miel. Más aún, él es la Roca de donde toda gracia procede. Él es Dios. La Roca Yavé, que sustentaba al pueblo antiguo, es Cristo Jesús.
Muchos no aceptaron la disposición divina en aquellos tiempos. Se volvieron a los dioses antiguos, prevaricaron. No apreciaron ni la comida ni la bebida espirituales, ni estimaron segura la Roca que los sostenía. El desierto los devoró. Cayeron, sucumbieron. Para ellos no hubo perdón. Sus propios deseos les llevaron a la idolatría. Fue su ruina. No es otra la situación en que podemos encontrarnos nosotros. Caminamos por el desierto; sufrimos la prueba. El haber sido bautizados en Cristo no nos exime de la lucha ni del esfuerzo. Hay que mantener viva la fe. Hemos de estar siempre alerta para que no caigamos. Cristo es nuestra roca.
Lectura del Santo Evangelio -Lucas 13,1-9 1 En ese momento se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios. 2 El respondió: «¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás? 3 Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera. 4 ¿O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé, eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? 5Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera».
6 Les dijo también esta parábola: «Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y nos encontró. 7 Dijo entonces al viñador: "Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y nos encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?". 8 Pero él respondió: "Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré. 9Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás"».
Palabra de Dios Gloria a Ti, Señor Jesús
«Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.» Cristo viene hablando de la urgencia de la penitencia. Pilato, en un acto de sevicia, había mezclado en el templo la sangre de los oferentes con la sangre de las víctimas. Los asesinados eran galileos. Fue una macabra profanación. El sentimiento religioso y patriótico había sido vivamente herido. El acontecimiento perduró largo tiempo en la memoria de todos.
También hizo mella en el pueblo la muerte de un grupo de personas, al derrumbarse la torre de Siloé. Mal fin tuvieron unos y otros. Un fin semejante les espera a todos, dice Jesús, si no hacen penitencia. Los que murieron no eran más pecadores que los que quedaron con vida. Debemos interpretar la palabra penitencia como un tiempo de conversión por nuestras faltas y así gozar también de un período de misericordia, que es algo que nos regala el Señor si hacemos un cambio de actitud de vida de pecadores, algo que podemos hacer haciendo el bien.
En la segunda parte, el Señor nos habla de una higuera infructuosa, que sistemáticamente no daba fruto. La higuera simboliza a Israel (Os 9:10) e incluso al que no da fruto (Jer 8:13). Se la pensó cortar pronto, pero aún hubo paciencia, y se la cultivó con esmero por otro año. Mas no dio fruto. Y hubo que cortarla. Así se trató a Israel, cultivándolo repetidamente con avisos y profetas; luego el Bautista, y, por último, Cristo con su obra de enseñanzas y milagros. Pero Israel, los dirigentes, no le reconocieron por Mesías. Sólo fructificó, la muerte del Mesías. Y sucedió que los Israelitas perecieron en la destrucción de Jerusalén, catástrofe del año 70.
Gracias Señor por tu Palabra purificadora, que ilumina, alimenta, enriquece, alegra, consuela y compromete. Concédenos vivir conforme a ella. Señor, que aprovechemos este tiempo de gracia para dar todo los frutos que seamos capaces.
Oración de San Bernardo Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro auxilio, reclamando vuestra asistencia, haya sido desamparado de Vos. Animado por esta confianza, a Vos acudo, Madre, Virgen de las vírgenes; y gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante Vos. Madre de Dios, no desechéis mis súplicas; antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.
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