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Lección 11 para el 14 de junio de 2014. Pedro y Juan vivieron con Jesús tres años y medio y escucharon todas sus enseñanzas. ¿Por qué no dijeron nada sobre la anulación de los 10 mandamientos, cuando éste era un cambio realmente significativo?
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Pedro y Juan vivieron con Jesús tres años y medio y escucharon todas sus enseñanzas. ¿Por qué no dijeron nada sobre la anulación de los 10 mandamientos, cuando éste era un cambio realmente significativo? Santiago y Judas fueron hermanos de Jesús. Pasaron con él su infancia y juventud. Siguieron de lejos su ministerio. Cuando Jesús murió en la cruz y resucitó, creyeron en él. ¿Por qué no enseñaron claramente que debemos guardar el domingo en honor de la resurrección, en lugar del sábado “judío”? Pablo recibió una revelación especial de Jesús, tanto en el camino a Damasco como durante los tres años que pasó en Arabia. En ciertos textos, parece decir que la ley se anuló, pero en otros dice claramente que esto no es así. ¿Por qué? Ninguno de ellos habló de este cambio dramático, porque Jesús nunca enseñó dicho cambio. Nunca anuló los diez mandamientos, ni pidió que se conmemorase el día de su resurrección.
“Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás” (Hechos 10:14) Si Jesús anuló la ley, ¿qué le impedía a Pedro comer alimentos inmundos? Si se negó a transgredir un mandamiento secundario de la ley, ¿qué pensaría en cuanto a transgredir alguno de los diez mandamientos? ¿Qué enseñó Pedro acerca de la ley?
JUAN Y LA LEY “Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos” (1ª de Juan 2:3) En sus cinco libros, Juan habla de los mandamientos y las buenas obras. El énfasis de Juan es que el cumplimiento de la ley es el amor. “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor” (Juan 15:10) “En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos” (1ª de Juan 5:2) “Y este es el amor, que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento: que andéis en amor, como vosotros habéis oído desde el principio” (2ª de Juan 1:6)
“Un pecado cometido deliberadamente acalla la voz atestiguadora del Espíritu y separa al alma de Dios. “El pecado es infracción de la ley”. Y “todo aquel que peca [o sea, infringe la ley], no le ha visto, ni le ha conocido”. 1 Juan 3:6. Aunque San Juan habla mucho del amor en sus epístolas, no vacila en poner de manifiesto el verdadero carácter de esa clase de personas que pretenden ser santificadas y seguir transgrediendo la ley de Dios. “El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado”. 1 Juan 2:4-5. Esta es la piedra de toque de toda profesión de fe” E.G.W. (Dios nos cuida, 4 de noviembre)
SANTIAGO Y LA LEY “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos. Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley” (Santiago 2:10-11) Extrañas palabras para alguien que creyese que los diez mandamientos hubiesen sido abolidos. Al contrario, Santiago creía que seríamos juzgados por los diez mandamientos, que él llama “la ley de la libertad” (Stg. 2:12) Su énfasis consiste en que la fe debe ir acompañada por obras (obediencia a los mandamientos) “¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?” (Santiago 2:20)
“Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo” (Judas 1:4) ¿Cómo se puede convertir la gracia de Dios en libertinaje? Enseñando que aquel que ha recibido la gracia de la salvación no necesita guardar la ley. Judas iguala esta doctrina con negar a Dios y a Jesucristo. Aunque Judas no hace referencia a la Ley ni a los mandamientos, toda la carta trata de la fidelidad a Dios y de las consecuencias de transgredir la Ley.
¿Estaba Pablo confundido con respecto al papel de la ley o somos nosotros los que podemos interpretar erróneamente sus palabras? ¿Enseñó Pablo que la ley estaba anulada o que estaba vigente?
Para los que no entienden la justificación por la fe, Pablo parece contradecirse. Afirma que el cristiano no está bajo la Ley y, no obstante, que el mismo cristiano está obligado a guardar la Ley. No hay problema cuando recordamos que Dios demanda justicia de aquellos que afirman estar en relación con él. La norma de justicia es su Ley. Pero, cuando las personas se miden con la Ley, no alcanzan esa norma y, por lo tanto, la Ley las condena. Si la Ley fuera el medio de salvación, entonces ninguno tendría esperanza de vida eterna. La esperanza del cristiano no está en la Ley sino en Jesús, quien no solamente guardó la Ley, sino también permite que los creyentes compartan su justicia, gracias al poder milagroso de Dios (Rom. 8:3, 4). El cristiano puede ahora observar la Ley de Dios con libertad de conciencia porque Cristo quitó la condenación de la Ley (Rom. 7:25-8:2). La gracia de Cristo no nos libera de ella sino, más bien, nos impulsa a obedecerla. Keith Augustus Borton (Lección para la escuela sabática, 8 de junio)
“Pablo había exaltado siempre la ley divina. Había mostrado que en la ley no hay poder para salvar a los hombres del castigo de la desobediencia. Los que han obrado mal deben arrepentirse de sus pecados y humillarse ante Dios, cuya justa ira han provocado al violar su ley; y deben también ejercer fe en la sangre de Cristo como único medio de perdón. El Hijo de Dios había muerto en sacrificio por ellos, y ascendido al cielo para ser su abogado ante el Padre. Por el arrepentimiento y la fe, ellos podían librarse de la condenación del pecado y, por la gracia de Cristo, obedecer la ley de Dios” E.G.W. (Los hechos de los apóstoles, cp. 37, pg. 315)