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UNA NUEVA GENERACIÓN DE ADULTOS ANTE EL RETO DE GRANDES CAMBIOS DEL SIGLO XXI . Tener 60 años... o más. Una adaptación de Francisco Arámburo Salas faramburo@aramburosuites.com.
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UNA NUEVA GENERACIÓN DE ADULTOS ANTE EL RETO DE GRANDES CAMBIOS DEL SIGLO XXI Tener 60 años... o más Una adaptación de Francisco Arámburo Salas faramburo@aramburosuites.com
Se trata de una verdadera novedad demográfica pare-cida a la aparición, en su mo-mento, de la "adolescencia," que también fue una franja social nueva que surgió a me-diados del Siglo XX para dar identidad a una masa de ni-ños desbordados en cuerpos creciditos, que no sabían has-ta entonces dónde meterse, qué hacer ni cómo vestirse.
En efecto, si miramos con cuidado podemos detectar la aparición de una nueva clase social que antes no exis-tía: la gente que hoy tiene alrededor de sesenta y tan-tos años, que está sorprendentemente activa y que conserva un inusitado y contagioso ánimo.
Pero falta otro grupo importante: aquellos que habiendo rebasado la decena de los sesenta, y se aproximan (o ya han llegado) a los setenta, disfrutan de excelente salud. Y debido a que tienen una actitud positiva, sana y optimista, aparentan tener menos edad de la que realmente tienen. ¡Y disfrutan alegremente de la vida como nunca lo habían hecho!
Y no sólo ostentan con orgullo sus sesenta, sino también sus setenta... ¡y aun sus ochenta años! Es una generación que ha desechado de su léxico la palabra “anciano” porque sencillamente no figura entre sus planes actuales el hecho de envejecer, insistiendo en que no son viejos, sino que sólo tienen “muchas juventudes acumuladas”.
Seguramente debe ser por esto que se sienten plenos. ¡Algunos ni siquiera sueñan con jubilarse! ¿Cuál es la razón? Los descubrimientos y adelantos científicos, así como los nuevos siste- mas modernos para conservar la salud, han cambiado en forma impor-tante las posibilidades de prolongar la vida y lograr una mayor edad.
Este nuevo grupo humano que hoy rebasa los sesenta ha llevado una vida razo-nablemente satisfactoria. Son hombres y mujeres independientes que trabajan desde hace mucho tiempo y han logrado cambiar el significado adverso que tanta literatura le dio durante décadas al concepto de la edad y el trabajo. ¡Es toda una nueva Filosofía!
Hoy la gente de 60 o más, está estre-nando una edad que todavía no tiene nombre. Antes los de esa edad eran viejos y hoy ya no lo son. Hoy están plenos física e intelectualmente, re-cuerdan la juventud pero sin nostal-gias, porque la juventud también está llena de caídas y problemas... y ellos lo saben y lo recuerdan bien. Ahora existe una vida plena de acción y satisfacciones a partir del sexto decenio... y aún más allá.
Estos “jóvenes adultos” cuentan ahora con más tiem- po para de-dicarlo a actividades sociales y recreativas. O bien para divagar y meditar pro-fundamente sobre los más diver-sos temas y llegar a va-liosas con-clusiones Si, los “viejos” de antes son llamados ahora “Adultos mayores” (Senior citizens en inglés)
Pudieron sobre-vivir a la “borra-chera de poder” que les dio su responsabilidad, y en determinado momento de su juventud, en el que los cambios afectaron a mu-chos, pudo dete-nerse a reflexio-nar qué quería en realidad, y luchó por conseguirlo.
Las palabras “anciano” y “ancianidad” han perdido, o por lo me-nos cambia-do, su signi-ficado tradi-cional, y aho-ra se presen- tan nuevos conceptos que están muy lejos de reflejar la imagen anti-gua, y favo-recen a los modernos implicados.
Algunos se fue-ron a vivir solos, otros estudiaron carreras, algunos fueron ingenieros (con titulo o sin él); otros eligieron casarse y tener hijos, o bien crea-ron su propio... "YO MERO, S.A." Pero eso sí, cada cual hizo su real voluntad.
Dentro de ese universo de personas entusiastas, activas, curiosas y positivas, ellos tienen un papel importante y se dan cuenta de ello. Quizá algunos padecen las inevitables dolencias físicas propias de su edad, eso es comprensible, pero están bien controladas por sus médicos.
Lejos de las tristes oficinas, esta gente buscó y encontró hace mucho la actividad que más le gustaba, y se ganó la vida con ella... además de disfrutarla.
Hay que reconocer que no fue un asunto fácil, y todavía lo van diseñando cotidianamente, día con día. Y tienen el futuro frente a ellos.
El hombre maduro moderno no es de tipo sedentario. Por el contrario, participa y destaca en las más diver-sas actividades empresariales, artís-ticas, culturales, sociales y deportivas.
Pero algunas cosas ya pueden darse por sabidas, por ejemplo que no son personas detenidas en el tiempo. La gente de sesenta (y aun mayo-res) maneja la computadora como si lo hubiera hecho toda la vida. Se es-criben --y se ven-- con los hijos que están lejos, y hasta se olvidan del viejo teléfono para contactar a sus amigos, mandándose mutuamente e-mails exponiendo sus ideas, sus vivencias, sus anhelos y sus logros. ¡Esto es verdaderamente una nueva vida!
Compiten de otra forma y culti-van su propio estilo. Ellos no envidian la apariencia de jóve-nes astros del deporte, o de los que lucen un traje Armani, ni sueñan con tener la figura cultivada de un artista.
Por lo general están satisfechos de su esta-do civil; y si no lo están, no se conforman y pro-curan cambiarlo. “Hoy en día no es requisito que para ser hombre moderno se tenga que ser joven... pero mucho ayuda”
Así es. La gente grande comparte la devoción de la juventud y sus formas superlativas de buscar lo-zanía, pero no se sienten en retirada y también se ejercitan y practican sus deportes debidamente ...pero a su modo. Se puede decir que ellos marchan resueltamente al ritmo de su propio tambor.
Raramente se deshacen en un llanto sentimental. ¡Han pasa-do ya por tantas situaciones! A diferencia de los jóvenes, ellos conocen las circunstancias y consideran todos los riesgos. Nadie se pone hoy a llorar cuando pierde, y sólo reflexiona y toma nota. Y disfrutan de los pequeños deleites de la vida, sienten los rayos del sol en el rostro, escuchan como el oleaje acaricia la orilla y llena los pulmones con la fresca brisa marina.
O sea que han desarrollado y con-servado un agudo sentido del hu-mor, celebrando con gusto todas las amenas y humorísticas situaciones de la vida. Saben disfrutar de momentos de sincera amistad y cama-radería, así como entender la sagacidad de una mirada cómplice, de una anécdota o una frase cómica, inteligente e improvisada; y sobre todo saben compartir una sonrisa iluminada por alguna inolvidable experiencia recordada y compartida.
En pocas palabras, es una nueva generación que se resiste a ser considerada genéricamente como “adultos mayores.” O a ser referida, con cierto respeto, como miembros de la “tercera edad.” Y a modo de aclaración agregan: “Es cierto que ya no somos CHAVOS, pero tampoco somos RUCOS.”
F i n Con todo afecto para mis amigos contemporáneos.