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REAVIVAMIENTO: NUESTRA MAYOR NECESIDAD. Lección 1 para el 6 de julio de 2013. JESÚS NOS ESCRIBE UNA CARTA. “Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea : He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto :” ( Apocalipsis 3:14 ).
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REAVIVAMIENTO: NUESTRA MAYOR NECESIDAD Lección 1 para el 6 de julio de 2013
JESÚS NOS ESCRIBE UNA CARTA “Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto:” (Apocalipsis 3:14) Al escribirnos esta carta, Jesús se presenta con las siguientes características:
¿CÓMO NOS VE DIOS? “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca” (Apocalipsis 3:15-16) Ante Dios aparecemos tibios, necesitados del fuego que nos caliente, de la disciplina divina, del reavivamiento y la reforma. Aunque a nadie le agrada la disciplina (Heb. 12:7-11), Dios la aplica para conseguir diversos propósitos: • Para que participemos en Su santidad(Hebreos 12:10) • Para curar nuestras heridas (Job 5:17-18) • Para instruirnos en la Ley (Salmo 94:12) • Para mejorar nuestro carácter (Proverbios 29:15)
¿CÓMO NOS VEMOS A NOSOTROS MISMOS? “Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo” (Apocalipsis 3:17) Tras el grave terremoto del año 60 d.C., los habitantes de Laodicea se negaron a aceptar la ayuda que Roma le ofrecía para la reconstrucción de la ciudad. Al igual que ellos, nos creemos autosuficientes y no aceptamos la ayuda amorosa que Jesús nos ofrece para cambiar nuestro carácter. Como las vírgenes insensatas, creemos tener todo lo que necesitamos y no somos conscientes de nuestra necesidad del aceite espiritual.
LA NECESIDAD DE UN REAVIVAMIENTO “Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete” (Apocalipsis 3:18-19) “A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche” (Isaías 55:1)
“Jesús está yendo de puerta en puerta deteniéndose frente al templo de cada alma y proclamando: "Yo estoy a la puerta y llamo". Como un mercader celestial expone sus tesoros y clama: "Te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez". El oro que ofrece es sin impurezas, más precioso que el de Ofir, pues es la fe y el amor. Se invita al alma que se ponga las vestiduras blancas que son el manto de justicia de Cristo, y el aceite para ungir es el aceite de la gracia de Cristo, que dará visión espiritual al alma que está cegada y en tinieblas para que pueda distinguir entre la obra del Espíritu de Dios y del espíritu del enemigo. "Abre tus puertas", dice el gran Mercader, el poseedor de riquezas espirituales, "y haz tus negocios conmigo. Soy yo, tu Redentor, quien te aconseja que compres de mí"” E.G.W. (C.B.A., Notas de Elena G. de White sobre Ap. 3:18-20)
LA CLAVE DEL REAVIVAMIENTO Abrir la puerta a Jesús y compartir con él nuestra cena es hacer de Jesús nuestro amigo, nuestro compañero, nuestro consejero. “El Salvador dice: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”. El no es ahuyentado por el desprecio o desviado por la amenaza, antes busca continuamente a los perdidos diciendo: “¿Cómo podré abandonarte?” (Os. 11:8) Aunque su amor sea rechazado por el corazón obstinado, vuelve a suplicar con mayor fuerza: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo”. El poder conquistador de su amor compele a las almas a acceder. Y ellas dicen a Cristo: “tu benignidad me ha engrandecido” (Sal. 18:35)” “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20) E.G.W. (Palabras de vida del Gran Maestro, cp. 18, pg. 187)
LA PROMESA “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Apocalipsis 3:21-22) Cristo usa su mayor motivación para su pueblo indiferente del tiempo del fin. Su amor ha provisto la eternidad para nosotros. Tenemos sangre real que fluye por nuestras venas. Somos hijos e hijas del Rey del universo. Podemos reinar con él, sentados sobre su Trono para siempre. Toma ahora la decisión de vivir como el príncipe que eres.