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Una Cura Para No Juzgar A Los Demás. Enfoque. ¿Le ha tocado alguna vez juzgar a alguién estrictamente de acuerdo a las reglas o leyes, por ejemplo en el trabajo o algún deporte? ¿Qué le resultó fácil o difícil en esta tarea? ¿Por qué?. Infórmese.
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¿Le ha tocado alguna vez juzgar a alguién estrictamente de acuerdo a las reglas o leyes, por ejemplo en el trabajo o algún deporte? • ¿Qué le resultó fácil o difícil en esta tarea? ¿Por qué?
Infórmese En Mateo 7, Jesús sondea los juicios personales que emitimos en nuestra vida diaria.
Mateo 7:1-6 Mateo 7:1 No juzguéis, para que no seáis juzgados. Mateo 7:2 Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os volverán a medir. Mateo 7:3 ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, pero no consideras la viga que está en tu propio ojo? Mateo 7:4 ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí hay una viga en tu propio ojo? Mateo 7:5 ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, entonces mirarás claramente para sacar la paja del ojo de tu hermano.
¿Cuál es la advertencia de Jesús en los versículos 1 y 2? • ¿Qué problema respecto de juzgar a otros puntualiza Jesús en el versículo 3? • ¿Cuál es la amonestación de Jesús en los versículos 4 y 5?
Romanos 14: 1-3, 7-13 Romanos 14:1 Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. Romanos 14:2 Porque uno cree que se ha de comer de todo, otro, que es débil, come legumbres. Romanos 14:3 El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido.
Romanos 14:7 Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Romanos 14:8 Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, ya sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Romanos 14:9 Porque Cristo para esto murió, y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos, como de los que viven. Romanos 14:10 Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. Romanos 14:11 Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí toda rodilla se doblará, y toda lengua confesará a Dios. Romanos 14:12 De manera que cada uno de nosotros dará cuenta a Dios de sí. Romanos 14:13 Por tanto, ya no nos juzguemos los unos a los otros, antes bien, juzgad esto; que nadie ponga tropiezo u ocasión de caer al hermano.
Pablo está tratando asuntos de conciencia, o “asuntos discutibles”. • ¿Cómo es posible que dos cristianos estén en desacuerdo en estas cosas y sin embargo ambos agraden a Dios? • ¿Quién es juez de nuestras acciones, de acuerdo con los versículos 3, 7 y 8? • ¿Qué tiene que ver la muerte y resurrección de Cristo con este asunto (ver v.9)? • ¿Qué acción alternativa sugiere Pablo que tomemos, en el versículo 13?
Relacione Cuando juzgamos a otros, entramos en la jurisdicción de la ley y el castigo. Aquí no hay lugar para la compasón. Cuando juzgamos a otros, nos ubicamos también nosotros y nuestra conducta en ese lugar inmisericorde. Sin embargo, nuestro Dios de amor desea ardientemente llevar a los que están agobiados bajo la ley, a su reinado de gracia y perdón.
Dice Walter Wangerin: “Los pecados que con más facilidad vemos en los demás, los detectamos primero en nosotros mismos”. • Usted, ¿está de acuerdo o en desacuerdo? ¿Por qué? • La cura de Jesús para juzgar, consiste en sacar primero la viga de nuestro propio ojo. Esto se logra mediante la confesión y el perdón de pecados. ¿Qué viga en particular debe ser sacada de su ojo?
Jesús no dice que los cristianos jamás juzgen las acciones de la gente. Cristo nos dice: “Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás con claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano.” En otras palabras, cuando confrontamos a otros, debemos darnos cuenta de que dependemos de la gracia de Dios tanto como ellos. ¿De qué modo puede juzgar usted las acciones de alguien con el espíritu que Jesús describe?
Gracias a que Jesús murió clavado en las vigas de la cruz, podemos sacarnos las vigas de nuestros ojos. Con una vista renovada, podemos comenzar a ayudar a otros que están presos en el forcejeo con el pecado, a salir del juicio y a entrar en el reinado de gracia de Dios. Recuerde estas palabras de Santiago 1:19-21 y guárdelas en su corazón:
“Mis queridos hermanos, tengan presente esto: todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse; pues la ira humana no produce la vida justa que Dios quiere. Por esto, despójense de toda inmundicia y de la maldad que tanto abunda, para que puedan recibir con humildad la palabra sembrada en ustedes, la cual tiene poder para salvarles la vida.”