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ESPERANZA CONTRA LA DEPRESIÓN. Lección 7 para el 12 de febrero de 2011. ¿QUÉ SÍNTOMAS TIENE LA PERSONA DEPRIMIDA?. Llantos sin causa aparente. Silencios prolongados. Dificultad para pensar o tomar decisiones y falta de memoria. Baja en el rendimiento laboral.
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ESPERANZA CONTRA LA DEPRESIÓN Lección 7 para el 12 de febrero de 2011
¿QUÉ SÍNTOMAS TIENE LA PERSONA DEPRIMIDA? • Llantos sin causa aparente. • Silencios prolongados. • Dificultad para pensar o tomar decisiones y falta de memoria. • Baja en el rendimiento laboral. • Alteraciones en el apetito y pérdida o aumento de peso. • Falta de motivación para realizar cualquier actividad. • Culpa excesiva. • Pensamientos suicidas. • Cansancio injustificado, fatiga, sobre todo por la mañana. • Gran tristeza. • Perturbaciones del sueño. No todas las personas tienen todos los síntomas.
Encontramos en la Biblia personajes que tuvieron depresión. ¿Qué pensamientos o síntomas de depresión puedes ver en estos textos? • Las palabras de David cuando andaba como fugitivo que tenía que buscar refugio en las rocas y las cuevas del desierto, lejos de la casa de Dios, donde se había gozado al participar en los servicios sagrados “Cual ciervo jadeante en busca del agua, así te busca, oh Dios, todo mi ser. Tengo sed de Dios, del Dios de la vida. ¿Cuándo podré presentarme ante Dios? Mis lágrimas son mi pan de día y de noche, mientras me echan en cara a todas horas: "¿Dónde está tu Dios?” Recuerdo esto y me deshago en llanto: yo solía ir con la multitud, y la conducía a la casa de Dios. hacíamos gran celebración. ¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios! Me siento sumamente angustiado; por eso, mi Dios, pienso en ti desde la tierra del Jordán, desde las alturas del Hermón, desde el monte Mizar. Un abismo llama a otro abismo en el rugir de tus cascadas; todas tus ondas y tus olas se han precipitado sobre mí. Ésta es la oración al Dios de mi vida: que de día el Señor mande su amor, y de noche su canto me acompañe. Y le digo a Dios, a mi Roca: "¿Por qué me has olvidado? ¿Por qué debo andar de luto y oprimido por el enemigo?" Mortal agonía me penetra hasta los huesos ante la burla de mis adversarios, mientras me echan en cara a todas horas: "¿Dónde está tu Dios?" ¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza, y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!” (Salmo 42: 1-11 NVI)
Las palabras de Ezequías, ante una enfermedad que le llevaba a la muerte: “Yo dije: A la mitad de mis días iré a las puertas del Seol; privado soy del resto de mis años. Dije: No veré a JAH, a JAH en la tierra de los vivientes; ya no veré más hombre con los moradores del mundo. Mi morada ha sido movida y traspasada de mí, como tienda de pastor. Como tejedor corté mi vida; me cortará con la enfermedad; me consumirás entre el día y la noche. Contaba yo hasta la mañana. Como un león molió todos mis huesos; de la mañana a la noche me acabarás. Como la grulla y como la golondrina me quejaba; gemía como la paloma; alzaba en alto mis ojos. Jehová, violencia padezco; fortaléceme. ¿Qué diré? El que me lo dijo, él mismo lo ha hecho. Andaré humildemente todos mis años, a causa de aquella amargura de mi alma” (Isaías, 38: 10-15)
Las palabras de Asaf, que expresa los anhelos de un alma que procura saber por qué, aparentemente, Dios la ha abandonado, y que intenta hallar un camino para salir de las tinieblas: “Al Señor busqué en el día de mi angustia; Alzaba a él mis manos de noche, sin descanso; Mi alma rehusaba consuelo. Me acordaba de Dios, y me conmovía; Me quejaba, y desmayaba mi espíritu. No me dejabas pegar los ojos; Estaba yo quebrantado, y no hablaba. Consideraba los días desde el principio, Los años de los siglos. Me acordaba de mis cánticos de noche; Meditaba en mi corazón, Y mi espíritu inquiría: ¿Desechará el Señor para siempre, Y no volverá más a sernos propicio? ¿Ha cesado para siempre su misericordia? ¿Se ha acabado perpetuamente su promesa? ¿Ha olvidado Dios el tener misericordia? ¿Ha encerrado con ira sus piedades? Dije: Enfermedad mía es esta; Traeré, pues, a la memoria los años de la diestra del Altísimo” (Salmo 77: 2-10)
Las palabras de Elías, cuando huye ante Jezabel para salvar su vida. “Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres” (1ª de Reyes, 19: 4)
¿CÓMO ENCONTRAR ALIVIO A LA DEPRESIÓN? Orar. No olvidemos que tenemos al Terapeuta que nos escuchará siempre, no importa el día ni la hora. Hablar. Puede ser con un amigo, un hermano, un terapeuta. Relacionarnos con otros. La Iglesia es un buen lugar para aliviar nuestra depresión confraternizando con nuestros hermanos. Ayudar a otros. Ayudar a los demás aleja nuestros pensamientos de nosotros mismos.
¿CÓMO CURAR LA DEPRESIÓN? Cuando la depresión tiene un origen físico (por ejemplo, falta de algún mineral) debemos recurrir a un profesional. Cuando la depresión tiene su origen en un pecado debemos pedir y aceptar el perdón divino. Sea cual sea el origen de una depresión, Dios tiene la solución para ti. Entrégate a Dios y busca su misericordia, gracia y sanidad.
“Seguid contemplando a Jesús, continuad orando con fe silenciosa, proseguid apoderándoos de su fuerza, ya sea que experimentéis algún sentimiento o no. Seguid avanzando sin vacilación, como si cada oración ofrecida hubiese sido colocada en el trono de Dios y contestada por Aquel cuyas promesas nunca fallan. Proseguid adelante, cantando y entonando melodías a Dios en vuestros corazones, aunque os encontréis deprimidos por una sensación de peso y de tristeza. Os digo como alguien que sabe, que la luz vendrá, que tendremos gozo y que la niebla y las nubes serán rechazadas. Y así pasaremos del poder opresivo de las sombras y las tinieblas al sol brillante de su presencia” E.G.W. (Mensajes selectos, tomo 2, pp. 277, 278).