EL ERE Y EL PROCEDIMIENTO CONCURSAL

2. INTRODUCCI�N Unidad de legal, unidad de disciplina y unidad de sistema �Mercantilizaci�n� del procedimiento laboral El ERE en el procedimiento mercantil de concurso

4. con un objetivo estrat�gico muy concreto que es la reducci�n de los �ndices de mortalidad y morbilidad a causa del consumo de tabaco. con un objetivo estrat�gico muy concreto que es la reducci�n de los �ndices de mortalidad y morbilidad a causa del consumo de tabaco.

5. La apariencia de que los aspectos laborales no son muchos, sin embargo, es aqu� extremadamente enga�osa. Y ello es as� porque para la consecuci�n de este objetivo estrat�gico, la Ley instrumentaliza diversos �mbitos de relaci�n social, y uno muy en particular y con especial intensidad: el �mbito de las relaciones laborales, los centros y lugares de trabajo. De este modo, tomado el centro de trabajo como instrumento, y la prohibici�n de fumar en �l como objetivo t�ctico, las repercusiones de la Ley 28/2005 en las relaciones laborales son muy importantes y pueden ser numerosas. No se olvide que fumar es un h�bito arraigado en millones de ciudadanos en nuestro pa�s, que quien fuma suele hacerlo continuamente a intervalos cortos de tiempo, que hacerlo no es un acto estricta o puramente voluntario, sino m�s bien un acto fruto de una �dependencia�, y que fumar no inocuo, sino muy da�ino para quien lo hace y para los terceros que comparten el mismo espacio f�sico con �l. Todas estas caracter�sticas del acto de fumar hacen que �ste se convierta en un problema importante en las relaciones humanas, problema que se acent�a en un entorno como el laboral en el que la permanencia f�sica de la persona � fumadora o no � en un determinado lugar � centro de trabajo � es una obligaci�n que deriva de la relaci�n de trabajo, de la relaci�n funcionarial o, en fin, de la relaci�n jur�dica de servicios que hubiere establecida en cada caso. No podemos olvidar que en los centros de trabajo las personas pasan, de media, cerca de dos mil horas al a�o. La apariencia de que los aspectos laborales no son muchos, sin embargo, es aqu� extremadamente enga�osa. Y ello es as� porque para la consecuci�n de este objetivo estrat�gico, la Ley instrumentaliza diversos �mbitos de relaci�n social, y uno muy en particular y con especial intensidad: el �mbito de las relaciones laborales, los centros y lugares de trabajo. De este modo, tomado el centro de trabajo como instrumento, y la prohibici�n de fumar en �l como objetivo t�ctico, las repercusiones de la Ley 28/2005 en las relaciones laborales son muy importantes y pueden ser numerosas. No se olvide que fumar es un h�bito arraigado en millones de ciudadanos en nuestro pa�s, que quien fuma suele hacerlo continuamente a intervalos cortos de tiempo, que hacerlo no es un acto estricta o puramente voluntario, sino m�s bien un acto fruto de una �dependencia�, y que fumar no inocuo, sino muy da�ino para quien lo hace y para los terceros que comparten el mismo espacio f�sico con �l. Todas estas caracter�sticas del acto de fumar hacen que �ste se convierta en un problema importante en las relaciones humanas, problema que se acent�a en un entorno como el laboral en el que la permanencia f�sica de la persona � fumadora o no � en un determinado lugar � centro de trabajo � es una obligaci�n que deriva de la relaci�n de trabajo, de la relaci�n funcionarial o, en fin, de la relaci�n jur�dica de servicios que hubiere establecida en cada caso. No podemos olvidar que en los centros de trabajo las personas pasan, de media, cerca de dos mil horas al a�o.

6. � 1.��� Introducci�n � Este estudio tiene por objeto el an�lisis de los contenidos de la Ley 28/2005, de 26 de diciembre, en la medida en que tienen repercusi�n en el �mbito de las relaciones laborales: dicho de otra forma, los aspectos laborales de la nueva Ley, o como afecta en la pr�ctica a los empresarios, a los trabajadores, y a sus respectivos representantes. � Aparentemente, podr�a decirse que tales aspectos laborales no son muchos: de hecho en la declaraci�n de su fundamento constitucional que formula la disposici�n final primera, la Ley 28/2005 no menciona el art�culo 149.1.7� de la Constituci�n, que es el precepto constitucional que atribuye al Estado la competencia en materia de legislaci�n laboral. Y probablemente hace bien el legislador: la Ley 28/2005 no es una Ley laboral, sino que, por encima de todo, es una Ley sanitaria� 1.��� Introducci�n � Este estudio tiene por objeto el an�lisis de los contenidos de la Ley 28/2005, de 26 de diciembre, en la medida en que tienen repercusi�n en el �mbito de las relaciones laborales: dicho de otra forma, los aspectos laborales de la nueva Ley, o como afecta en la pr�ctica a los empresarios, a los trabajadores, y a sus respectivos representantes. � Aparentemente, podr�a decirse que tales aspectos laborales no son muchos: de hecho en la declaraci�n de su fundamento constitucional que formula la disposici�n final primera, la Ley 28/2005 no menciona el art�culo 149.1.7� de la Constituci�n, que es el precepto constitucional que atribuye al Estado la competencia en materia de legislaci�n laboral. Y probablemente hace bien el legislador: la Ley 28/2005 no es una Ley laboral, sino que, por encima de todo, es una Ley sanitaria

7. La apariencia de que los aspectos laborales no son muchos, sin embargo, es aqu� extremadamente enga�osa. Y ello es as� porque para la consecuci�n de este objetivo estrat�gico, la Ley instrumentaliza diversos �mbitos de relaci�n social, y uno muy en particular y con especial intensidad: el �mbito de las relaciones laborales, los centros y lugares de trabajo. De este modo, tomado el centro de trabajo como instrumento, y la prohibici�n de fumar en �l como objetivo t�ctico, las repercusiones de la Ley 28/2005 en las relaciones laborales son muy importantes y pueden ser numerosas. No se olvide que fumar es un h�bito arraigado en millones de ciudadanos en nuestro pa�s, que quien fuma suele hacerlo continuamente a intervalos cortos de tiempo, que hacerlo no es un acto estricta o puramente voluntario, sino m�s bien un acto fruto de una �dependencia�, y que fumar no inocuo, sino muy da�ino para quien lo hace y para los terceros que comparten el mismo espacio f�sico con �l. Todas estas caracter�sticas del acto de fumar hacen que �ste se convierta en un problema importante en las relaciones humanas, problema que se acent�a en un entorno como el laboral en el que la permanencia f�sica de la persona � fumadora o no � en un determinado lugar � centro de trabajo � es una obligaci�n que deriva de la relaci�n de trabajo, de la relaci�n funcionarial o, en fin, de la relaci�n jur�dica de servicios que hubiere establecida en cada caso. No podemos olvidar que en los centros de trabajo las personas pasan, de media, cerca de dos mil horas al a�o. La apariencia de que los aspectos laborales no son muchos, sin embargo, es aqu� extremadamente enga�osa. Y ello es as� porque para la consecuci�n de este objetivo estrat�gico, la Ley instrumentaliza diversos �mbitos de relaci�n social, y uno muy en particular y con especial intensidad: el �mbito de las relaciones laborales, los centros y lugares de trabajo. De este modo, tomado el centro de trabajo como instrumento, y la prohibici�n de fumar en �l como objetivo t�ctico, las repercusiones de la Ley 28/2005 en las relaciones laborales son muy importantes y pueden ser numerosas. No se olvide que fumar es un h�bito arraigado en millones de ciudadanos en nuestro pa�s, que quien fuma suele hacerlo continuamente a intervalos cortos de tiempo, que hacerlo no es un acto estricta o puramente voluntario, sino m�s bien un acto fruto de una �dependencia�, y que fumar no inocuo, sino muy da�ino para quien lo hace y para los terceros que comparten el mismo espacio f�sico con �l. Todas estas caracter�sticas del acto de fumar hacen que �ste se convierta en un problema importante en las relaciones humanas, problema que se acent�a en un entorno como el laboral en el que la permanencia f�sica de la persona � fumadora o no � en un determinado lugar � centro de trabajo � es una obligaci�n que deriva de la relaci�n de trabajo, de la relaci�n funcionarial o, en fin, de la relaci�n jur�dica de servicios que hubiere establecida en cada caso. No podemos olvidar que en los centros de trabajo las personas pasan, de media, cerca de dos mil horas al a�o.

8. Aclarada esta trascendental distinci�n los art�culos 7 y 8 se ocupan, respectivamente, de enumerar los lugares en que rige la prohibici�n total y los lugares en que rige la prohibici�n parcial. Adem�s, el art�culo 8 se encarga de una cuesti�n muy relevante: detallar en qu� pueda consistir una zona habilitada para fumar. Estos dos art�culos son la aut�ntica columna vertebral de la Ley, no en vano fueron los m�s debatidos en las dos C�maras legislativas durante la tramitaci�n parlamentaria. � Ahora bien, de una forma m�s sencilla y contemplando todas las posibilidades existentes el esquema del actual marco normativo limitativo del consumo de productos del tabaco puede venir dado por el siguiente modelo: � Aclarada esta trascendental distinci�n los art�culos 7 y 8 se ocupan, respectivamente, de enumerar los lugares en que rige la prohibici�n total y los lugares en que rige la prohibici�n parcial. Adem�s, el art�culo 8 se encarga de una cuesti�n muy relevante: detallar en qu� pueda consistir una zona habilitada para fumar. Estos dos art�culos son la aut�ntica columna vertebral de la Ley, no en vano fueron los m�s debatidos en las dos C�maras legislativas durante la tramitaci�n parlamentaria. � Ahora bien, de una forma m�s sencilla y contemplando todas las posibilidades existentes el esquema del actual marco normativo limitativo del consumo de productos del tabaco puede venir dado por el siguiente modelo: �

9. El art�culo 7 se titula �Prohibici�n total de fumar�. La adjetivaci�n de la prohibici�n como �total� sugiere la idea de que existen varios tipos de �prohibiciones de fumar�: frente a una prohibici�n �total� nos encontrar�amos con otra prohibici�n �no total� o �parcial�. Esta idea se confirma en el art�culo 6, el primero de la Ley en que se regula el consumo de los productos del tabaco, el cual distingue entre �los lugares en los que est� totalmente prohibido fumar� y �aquellos otros en los que, pese a esa prohibici�n, se permite la habilitaci�n de zonas para el consumo del tabaco�. � Existen, por tanto, dos tipos de prohibiciones: una prohibici�n total de fumar y una prohibici�n relativa o parcial de fumar. Y mientras en los lugares afectados por la primera no es posible fumar y no es posible, adem�s, habilitar zonas para fumar, en cambio, en los lugares afectados por la prohibici�n relativa se proh�be fumar pero se permite la habilitaci�n de zonas para ello. El art�culo 7 se titula �Prohibici�n total de fumar�. La adjetivaci�n de la prohibici�n como �total� sugiere la idea de que existen varios tipos de �prohibiciones de fumar�: frente a una prohibici�n �total� nos encontrar�amos con otra prohibici�n �no total� o �parcial�. Esta idea se confirma en el art�culo 6, el primero de la Ley en que se regula el consumo de los productos del tabaco, el cual distingue entre �los lugares en los que est� totalmente prohibido fumar� y �aquellos otros en los que, pese a esa prohibici�n, se permite la habilitaci�n de zonas para el consumo del tabaco�. � Existen, por tanto, dos tipos de prohibiciones: una prohibici�n total de fumar y una prohibici�n relativa o parcial de fumar. Y mientras en los lugares afectados por la primera no es posible fumar y no es posible, adem�s, habilitar zonas para fumar, en cambio, en los lugares afectados por la prohibici�n relativa se proh�be fumar pero se permite la habilitaci�n de zonas para ello.

10. MUCHAS GRACIAS