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Manejo del conflicto en el aula. Ciclo Escolar 2013 - 2014. OBJETIVO.
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Manejo del conflicto en el aula Ciclo Escolar 2013 - 2014
OBJETIVO Estructurar reflexiones mínimas que permitan al colectivo pedagógico analizar algunos de los elementos del desarrollo emocional de los alumnos con el objetivo de construir estrategias de diagnóstico y manejo del conflicto en el aula.
. Las generaciones de padres
“SILENCIOSA” • Nacieron entre 1925 y 1949. • Ambiente de privación. • Ahorrativos y administrativos. • Esquema: esperar para obtener. • Formación de carácter y voluntad. • Disciplina y Autosacrificio. • Máximas: Ser estricto, disciplina rígida.
BABY BOOMERS • Nacieron entre 1950 y 1970. • 60’s nacen hippies: rechazo de la disciplina, reglas y límites. Rock, marihuana y cabello largo. • Nace la “Nueva Pedagogía” • El niño adquiere “valor en sí mismo”, se rechaza el castigo físico.
BABY BOMMERS 2 • VS el autoritarismo y la imposición. • Manuales del doctor Spock. • Esquema: Libertad, para que los niños aprendan a través de sus acciones. • Pensamiento: Darle a mis hijos lo que no tuve para mí. • Máxima: Permisividad.
X • Nacieron entre 1970 y 1984. • Marco socio histórico de grandes transformaciones sociales y culturales. • Esquema: Sentimiento de abandono familiar. • Problemas de ansiedad, hiperactividad y depresión.
X 2 • Padres X: • 1 o 2 hijos • Pensamiento: Sacrificios para formar hijos. • Disgusto para estar con los hijos. • “No sé qué hacer con mi hijo en la casa” • Ansiedad por ausencia de control en niños pequeños. • Máxima:“ya no puedo con ellos, no me obedecen”.
HIJOS DEL MILENIO • Nacieron de 1985 a la fecha. • Se observa mayor diferencia entre los integrantes de la familia. • Generación del Internet, los teléfonos celulares y los juegos. • Esquema: se relacionan con su realidad a través de la acción tecnológica.
HIJOS DEL MILENIO 2 • Carecen de valores de autosuficiencia. • Aparecen sintomatologías de estrés infantil”. • Pensamiento: Las personas son una extensión de “sus cosas”, por ello deben tener “buenas cosas”. • Máximas: “barbies” centrados en la apariencia física y bienes “de marca”.
R e g a ñ a r: Si bien es cierto que a todos nos sirve una llamada de atención para rectificar nuestro comportamiento, como educadores, debemos asegurarnos de que este “regaño” esté orientado a ofrecer un punto de conciencia para el niño “No puedes jugar con el material de construcción porque estamos escribiendo, mejor te ayudo a…” en lugar de convertirse en un espacio en el que terminemos comparando al “niño malo” que no hace caso con el “niño bueno del salón que además es mi consentido por lindo o linda.”
I g n o r a r : Si un pequeño hace que no me oye, yo puedo copiar su comportamiento la próxima vez y cuando me diga que no le hago caso, mostrarle que él tuvo justo la misma conducta y que es muy desagradable. Pero tiene que ser en un acto educativo no en un acto de enojo y rencor adulto, en donde todo el día me la pase evitándolo o evadiéndole por lo mal que se portó al llegar a la escuela.
Si el menor transgredió terriblemente la norma del trabajo, tal vez, unos minutos sin participar puedan aplicarse, pero no está en la línea de la escuela enviarlo media hora o medio día al salón de junto que no es su espacio y dónde no hay adultos directamente responsables de él.
C h a n t a j e a r : Relacionado con el punto anterior, el chantaje es muy usado, sirve fuertemente las primeras veces y después se convierte en una situación nada ética, nada efectiva y emocionalmente desgastante. Si como adulto me sentí mal (sin dramatizar por supuesto) por alguna actitud y/o comportamiento infantil es válido enunciarlo al menor, para que se clarifique el impacto de sus actos en los otros pero no para convertirme en el adulto que estará todo el día triste, o enojado porque el niño me pegó, o no me hizo caso o tiró el material.
G r i t a r : Debemos estar muy al pendiente de este tipo de situaciones y apoyarnos con el colectivo para evaluar las veces y los momentos en que elevamos la voz. Es cierto que en algún momento un grito puede hasta evitar un accidente entre los infantes, pero un grito, también es un acto agresivo, es molesto al oído y demuestra falta de autoridad en quien lo aplica.
En un momento de “caos” detener la actividad y volver a enunciar las condiciones del trabajo resulta más impactante que lanzar gritos a diestra y siniestra. Además debemos recordar que hay menores a los que un grito puede impactarles tanto que se convertirá en un obstáculo de relación con el adulto y entre los niños. Además ¿cómo puedes pedirles que no griten si es lo que, como adulto, haces siempre?
A p o d a r : Los estudios psicológicos del mexicano (y de otros pueblos hispanos) muestran la tendencia al apodo, pareciera que siempre estamos buscando a qué se parece el otro. Si bien es parte de nuestra idiosincrasia es un recurso para muchos molesto y que desnaturaliza al otro es como decirle “Tu no eres Francisco, eres el lento”, “el flojo”, “el grosero”, “el que no obedece”… este comportamiento adulto sólo llevará a los pequeños a reafirmar las condiciones comportamentales negativas, a confirmarle “sí, yo soy grosero” tú ya me lo dijiste, así es que para ti actuaré como el grosero.
Pensemos por un momento en alguna de nuestras deficiencias, en alguna equivocación reciente que hayamos tenido, ¿te gustaría que a partir de ese momento te dijeran “la chismosa”, “el irresponsable”, “la impuntual”?
E x h i b i r : Si ya cometí una falta, si ya me la señalaron, si me ayudaron a que como niño entienda el impacto de lo que hice o dije y, además, si ya me indicaron la consecuencia de mi acto negativo. Resulta totalmente fuera de la línea agregar la exhibición a los otros de mi mal comportamiento. El exhibir apena, entristece, lastima y hace enojar al otro. Una acción que pudo iniciar como un verdadero acto educativo se convierte en un acto de agresión cuando el adulto tiende a exhibir al otro.
S i m u l a r : La simulación es un acto infame, es una acción de las más ruines; simulo que te quiero, simulo que te atiendo, simulo que me interesa que aprendas, simulo que estoy trabajando contigo, simulo que te preparé la actividad… y lo peor es que el otro, el niño, sabe que es una simulación y se da cuenta de la irresponsabilidad del adulto. La única forma de evitar la simulación es la realización eficaz y eficiente de nuestras responsabilidades profesionales.