E N D
Miguel-A. “¿Fantasía, y realidad?”
En realidad, me han aturdido los numerosos palos recibidos en la tómbola de la vida. Y ando tan despistado que no si creer lo que cantaba el desaparecido Nino Bravo: "Piensa que la alambrada (silla de ruedas por degeneración) sólo es / un trozo de metal. / Algo que nunca puede detener / tus ansias de soñar". O creerme la frase de mi madre dicha a modo de refrán: "Cuando la semana está de piojos, de nada sirve que te mudes de camisa". Y si así fuese, cambiando la copla: "Ni contigo ni sin ti / tienen mis males remedio / si sueño porque no vivo; / si no sueño, porque estoy muerto".
Si la vida es amarga, y no pones algún sueño para endulzarla, es poner, valga la redundancia, más amargo ese amargor, hasta llegar al punto de ser imposible tragarse la pócima. Y si sueñas, te das cuenta de ser un gilipollas inventando mundos inexistentes: y no sales de la frustración de ver los infinitos contrastes entre sueños y realidades. En fin, es más o menos es como dicen a los moribundos: "De los que comen, algunos se salvan. Los que no comen se mueren todos". Vale, comeremos (en este caso, soñaremos). Eso sí, lo puedo asegurar: esta medicina no conlleva efectos laterales indeseables.
- Mamá -dice Ignacio-, ayúdame a hacer la tarea. Ignacio era un muchachote de 13 años de la era de los "donuts“... a quienes los nacidos en la escasez de la postguerra española hemos de mirar con los ojos hacia arriba debido a su gigantesca estatura, comparada con la nuestra. - Hijo, déjame hacer la cena. Pregúntale a tu padre que está apoltronado en la butaca leyendo el periódico. Ya sabes que desde que comenzaste con las ecuaciones, tu madre ya no sabe ayudarte con los estudios.
- Papá -preguntó Ignacio-, ¿puedo hacerte una pregunta?. - A ver, hijo. Tú dirás -respondió arrellanándose en la butaca. - La profesora de literatura nos ha encargado una redacción sobre las diferencias entre la fantasía y la realidad. Y yo no lo tengo nada claro. - ¡Caray, qué cosas más raras os manda esa profesora!. En mis tiempos escolares nos mandaban hacer redacciones sobre hechos visibles y palpables: Como el partido de fútbol, o la tarde del domingo.
- Bien, a ver cómo te lo explico: Fantasía es algo que se revive o representa en la imaginación, pero no existe, solamente son imágenes ilusorias o ficticias. Por ejemplo si yo fantaseara con unas inexistentes vacaciones en la playa. Y realidad es lo que existe o sucede. ¿Entiendes?. - A medias.
- ¡Puf!. Vamos a ver -explicó el padre-. Por ejemplo, tu madre imagina que hace el amor con Billy Clinton por un millón de dólares, y tu hermana imagina que hace el amor con Brad Pitt por otro millón de dólares. Sin embargo, ambos hechos son imaginarios, representados por ellas en su mente, y que no suceden. ¿Ves ahora la diferencia entre la fantasía y la realidad?. - Sí, papá. La fantasía económica sería que tenemos dos millones de dólares, y la realidad que no tenemos un "puto" duro.
- Muy bien, hijo. ¡Ya veo que lo has entendido!. - Y en materia sexual, la fantasía sería... - ¡Basta ya, Ignacio! -cortó el padre, temiendo que el muchacho dijese alguna chorrada. - La fantasía sería que tenemos una casa de putas, y la realidad que tenemos dos putas en casa.