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CR2 1 de 55. MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 1. La cristología estudia el misterio de Cristo : de su persona y de su obra redentora en una unidad indisoluble. Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre y, a la vez , el Salvador esperado. No se pueden separar estos dos aspectos:
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CR2 1 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 1 La cristología estudia el misterio de Cristo: de su persona y de su obra redentora en una unidad indisoluble. Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre y, a la vez, el Salvador esperado. No se pueden separar estos dos aspectos: 1) la finalidad de su venida al mundo es precisamente la salvación de los hombres; 2) Únicamente el Hijo de Dios puede rea- lizar una auténtica redención del pecado del mundo. Vamos a ver en la segunda parte de Cristo- logía la acción redentora, teniendo pre- sente lo visto ya acerca de su persona.
CR2 2 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 2 Todos los hombres albergan una esperanza profunda de alcanzar la verdad y el bien y un anhelo de conseguir la felicidad. CCE 843: “La Iglesia reconoce en las otras religiones la búsqueda, ‘entre sombras e imágenes’, del Dios desconocido pero próximo ya que es Él quien da a todos la vida, el aliento y todas las cosas y quiere que todos los hombres se salven. Así, la Iglesia aprecia todo lo bueno y verdadero que puede encontrarse en las diversas religiones”. CCE 844: “Pero, en su comportamiento religioso, los hombres muestran también límites y errores que desfiguran en ellos la imagen de Dios”. Cristo revela que Dios nos ama y nos destinó antes de la creación del mundo a una alianza que nos hace participar de su vida infinita- mente feliz.
CR2 3 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 3 La Biblia nos enseña que el origen del mal y del sufrimiento está en el “misterio de iniquidad” que es el pecado: el de unos ángeles y los de los hombres, principalmente el original, pero tam- bién los personales de cada hombre y cada mujer. La imagen de Dios en la persona humana ha sido oscurecida y desfigurada por el pecado, pero no destruida totalmente. El hombre con sus solas fuerzas no puede liberarse del pecado y sus consecuencias. La liberación verdadera y completa del hombre procede únicamente de Dios: “la prueba que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros” (Rom 5, 8).
CR2 4 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 4 Al defender la capacidad de la razón humana para conocer a Dios, la Iglesia expresa su confianza en la posibilidad de hablar de Dios. Puesto que nuestro conocimiento de Dios es limitado, nuestro len- guaje sobre Dios lo es también. Las perfecciones de las criaturas reflejan la perfección infinita de Dios. Podemos nombrar a Dios a partir de las perfecciones de sus criaturas. (cfr. CCE 39-41) Dios trasciende toda criatura. Es preciso, pues, pu- rificar sin cesar nuestro lenguaje de todo lo que tie- ne de limitado, de imperfecto. Nuestras palabras hu- manas quedan siempre más acá del Misterio de Dios. Al hablar así de Dios, nuestro lenguaje se expresa ciertamente de modo humano, pero capta realmen- te a Dios mismo, sin poder, no obstante, expresarlo en su infinita simplicidad. (cfr. CCE 42-43)
CR2 5 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 5 “Al entregar a su Hijo por nuestros pecados, Dios manifiesta que su designio sobre nosotros es un de- signio de amor benevolente que precede a todo mé- rito por nuestra parte: ‘En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propi- ciación por nuestros pecados’ (1 Jn 4, 10). ‘La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros’ (Rm 5, 8)” (CCE 604). El designio divino de salvación a través de la muerte de Cristo ha- bía sido anunciado antes en la Escritura como misterio de reden- ción universal. La muerte redentora de Jesús cumple, en particular, la profecía del Siervo doliente (cfr. Is 53, 7-8, Hch 8, 32-35).
CR2 6 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 6 Tradición patrística sobre la redención Padres orientales: subrayan que Cristo ha venido a comunicarnos la semejanza con Dios perdida por el pecado. “Admirable intercambio”: el Verbo se ha hecho partícipe de la humanidad para hacernos partícipes de la divinidad. Se fijan en el aspecto descendente y gratuito de la salvación. Padres occidentales: se fijan en el aspecto ascendente de la salvación: la obra realizada por nuestra Cabeza, Cristo, en nombre de toda la humanidad para ganarnos la salvación. Subrayan su ofrenda al Padre del sacrificio perfecto de su vida para reparar nuestro pecado y re- conciliarnos con Dios.
CR2 7 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 7 San Anselmo (+ 1109) veía a Dios como Señor soberano, cuyo ho- nor es ofendido por el pecado. Ante esta ofensa, el orden de la justi- cia divina exige con todo rigor una reparación voluntaria adecuada o un castigo. Pero la deuda es infinita por ser Dios el ofendido: no debiendo pagarla sino el hombre, y no pudiendo pagarla sino Dios, tenía que ser hombre y Dios quien satisfaciera al honor divino herido. Es una interpretación válida en diversos aspec- tos y que ha influido en la teología posterior. Pero es demasiado jurídica, con una concep- ción muy humana de Dios, del pecado como ofensa inferida a Dios, de su reparación como compensación que debe recibir del hombre, y de una justicia divina que obliga a Dios a exigir sus derechos.
CR2 8 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 8 Algunas interpretaciones históricas erróneas sobre la redención, 1 “Los derechos del demonio” (algunos escritos cristianos de los primeros siglos): al cometer el pecado de origen, el hombre voluntariamente se habría hecho esclavo del demonio. La sangre de Jesús sería el rescate, el precio pagado al demonio para librar al hombre de su esclavitud. Esta teoría fue combatida por San Gregorio de Nacianzo: es errónea pues interpreta la redención según los usos humanos (alguien que paga y alguien a quien se paga) y es ajena a la unidad de toda la Es- critura, por ejemplo en cuanto al poder del demonio, que parece tener derechos absolutos sobre nosotros.
CR2 9 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 9 Algunas interpretaciones históricas erróneas sobre la redención, 2 Para Lutero, la satisfacción (cfr. San Anselmo) tiene lugar mediante un castigo. Cristo cae bajo la ira de Dios, porque tomó sobre sí no sólo las consecuencias del pecado sino el pecado mis- mo. Cristo nos redime por medio de una “susti- tución penal”: toma nuestro lugar y es castiga- do por Dios en lugar nuestro. Calvino añade que Jesús no sólo murió como pecador, sino que también bajó al infierno y sufrió las penas de los condenados. Estas teorías presentan a Dios no como Padre que nos ama sino co- mo un soberano vindicativo y, además, injusto (condena al ino- cente en lugar del culpable).
CR2 10 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 10 Algunas interpretaciones históricas erróneas sobre la redención, 3 En teorías del siglo XX, Cristo es el maestro, el guía ético y el ejemplo de vida. Su influjo en el hombre es sólo moral: la sal- vación no nos viene de Él, sino que es el hombre quien se re- dime a sí mismo autónomamente, siguiendo a Cristo. Su muerte es simplemente el símbolo supremo del esfuerzo de la humanidad por librarse del mal. En esa corriente hay quienes han pensado que Cristo sería el modelo de lucha contra las es- tructuras sociales injustas (teologías de la li- beración, algunas inspiradas en el marxismo).
CR2 11 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 11 La salvación del hombre nace del amor misericordioso de Dios. La redención es ante todo una intervención descendente y misericordio- sa de Dios en la historia de los hombres. La salvación también sigue el orden de la justicia divina: ningún hombre podría satisfacer por todo el linaje humano. Aunque fuera muy santo, no repararía el pecado más que en él mismo y no en todos y cada uno de los seres humanos. (cfr. CCE 616) La redención concilia admirablemente la misericordia y la justicia divinas. Si el hombre no pusiera algo de su parte, Dios habría actuado al margen de su justicia (no injustamente), movido sólo por su misericordia. Nos libera gratuitamente (misericordia) y del modo más conveniente y digno para nosotros (justicia).
CR2 12 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 12 Aspecto ascendente de la obra de Cristo: Jesús, representando a los hombres ante Dios, como nuevo Adán y Cabeza de la humanidad, sella una nueva relación de Alianza entre Dios y los hombres, y obtiene de su Padre la salvación para nosotros. Con su actuación humana libre, alcanza que Dios Padre nos conceda el perdón. Aspecto descendente de la obra de Cristo: enviado por el Padre, co- munica a los hombres los dones divinos de la salvación: nos revela a Dios y nos comunica la vida sobrenatural. Ha venido al mundo para comunicar a los hombres la gracia que quita el pecado y les hace partícipes de la vida divina.
CR2 13 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 13 Existe un orden en la dispensación de la eco- nomía salvífica: primero Cristo debía satisfa- cer el pecado de la humanidad y merecer su glorificación junto con nuestra salvación (aspecto ascendente). Una vez exaltado como Señor sobre todas las cosas a la diestra del Padre, nos dispensa los bienes que nos había ganado con su sangre y nos concede el don del Espíritu Santo (aspecto descendente). Estos dos aspectos están estrechamente uni- dos en el designio divino: el don de la gracia es fruto del sacrificio de Cristo.
CR2 14 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 14 El plan de Dios Padre es que los hombres entremos en comunión con Él por medio del Verbo encarnado. La obra de Cristo debe alcanzar a cada uno de los hombres. Es el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, quien, con su poder infinito, alcanza a todos los hombres de todos los tiempos, y hace que las acciones y méritos de Cristo se puedan aplicar y tener efica- cia salvífica en cada uno. Hace posible que cada uno pueda entrar en comunión con el Hijo de Dios, se incorpore a Él y participe de la redención. El Espíritu Santo se sirve de la Iglesia, “sacramento universal de salvación”(Lumen gentium 48), para que los hombres encuentran a Cristo y participen de la salvación.