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Marcelino nos dice:. “Roguemos a Dios que nos haga conocer su santa voluntad y considerémonos siempre sus siervos inútiles.”. c arta 001; al H. Juan María Granjon, el 1 de diciembre de 1823). Marcelino nos dice:.
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Marcelino nos dice: “Roguemos a Dios que nos haga conocer su santa voluntad y considerémonos siempre sus siervos inútiles.” carta 001; al H. Juan María Granjon, el 1 de diciembre de 1823)
Marcelino nos dice: “Se presentan muchos novicios, casi todos pobres y muy jóvenes. Pero con nada hace Dios grandes cosas.” (Carta 001; al H. Juan María Granjon, el 1 de diciembre de 1823)
Marcelino nos dice: “Somos cerca de ochenta entre Hermanos y postulantes; actualmente tenemos en nuestras escuelas por lo menos dos mil niños. Me parece que esto debería tenerse en cuenta.” (Carta 003; al Pbro. Filiberto Gardette, en mayo de 1827)
Marcelino nos dice: “Es muy importante que quienes educan [a los niños], no sólo estén bien formados, sino que además no se les deje abandonados a sí mismos cuando se les envía.” (Carta 003; al Pbro. Filiberto Gardette, en mayo de 1827)
Marcelino nos dice: “A menudo Dios logra sus propósitos a pesar de que se le juzga lejano o ausente.” (Carta 004; al Pbro. Simón Cattet, en mayo de 1827)
Marcelino nos dice: “Dios nos ha amado desde toda la eternidad y nos ha elegido. La Santísima Virgen nos ha plantado en su jardín y cuida de que nada nos falte.” (Carta 010; Circular a todos los Hermanos, enero de 1828)
Marcelino nos dice: “Jesucristo prohibía a sus discípulos impedir a los niños se acercasen a él. Y Usted, hace todo lo posible por llevarlos a él.” (Carta 014; al H. Bartolomé, el 21 de enero de 1830)
Marcelino nos dice: “Por el dulce nombre de padre que ustedes me dan, les llevo a todos muy hondo en mi corazón.” (Carta 019; al H. Bartolomé, el 3 de enero de 1831)
Marcelino nos dice: “Digan a sus niños que pueden considerarse muy felices de ser tan amados por Jesucristo como en verdad lo son.” (Carta 020; a los HH. Antonio y Gonzaga, el 4 de febrero de 1831)
Marcelino nos dice: “El único fin que persigo, y que está presente en todos nuestros sacrificios, proviene del deseo de hacerles el bien a los niños de su municipio.” (Carta 021; al Alcalde J.B. Mondon, en abril de 1831)
Marcelino nos dice: “Esa benéfica obra no se aparta de mi objetivo, puesto que ella concierne principalmente a la educación de los pobres.” (Carta 028; a Mons. Alejandro Devie, en julio de 1833)
Marcelino nos dice: “Deseo que Jesús y María sean siempre su único tesoro.” (Carta 029; Circular a todos los Hermanos, el 10 de agosto de 1833)
Marcelino nos dice: “He aquí el momento de las vacaciones, momento precioso bajo todos los aspectos, es decir, del alma y del cuerpo.” (Carta 029; Circular a todos los Hermanos, el 10 de agosto de 1833)
Marcelino nos dice: “Les dije a los Hermanos que nada temieran, que compartiría con ellos hasta el último pedazo de pan que nos quedara.” Carta 030; al Pbro. Juan Cholleton, verano de 1833)
Marcelino nos dice: “María no nos abandona. María nos ayuda; esto nos basta” (Carta 030; al Pbro. Juan Cholleton, verano de 1833)
Marcelino nos dice: “Les dí el nombre de Hermanitos de María, muy convencido de que ese solo nombre atraería gran número de candidatos.” (Carta 034; al Rey Luis Felipe, el 28 de enero de 1834)
Marcelino nos dice: “En cualquier situación penosa, digamos siempre que se cumpla la santa voluntad de Dios.” (Carta 036; al H. Domingo, el 6 de marzo de 1834)
Marcelino nos dice: “Mi querido Hermano, ¿por qué regresar a Egipto en busca de consejos? ¿No tiene [la Sociedad de] María capacidad de tranquilizarlo?” (Carta 042; al H. Casiano, en 1834)
Marcelino nos dice: “Tengo recursos, me atrevo a decir, o mejor, es María quien los tiene, y muy grandes, para quienes cuentan con Ella.” (Carta 044; al Pbro. Juan Cholleton, en agosto de 1834)
Marcelino nos dice: “Póngase mientras tanto en los brazos de María, Ella le ayudará poderosamente a llevar la cruz.” (Carta 049; al H. Domingo, el 23 de noviembre de 1834)
Marcelino nos dice: “Si el postulante muestra predilección por la Sociedad de María en atención, sobre todo, de nuestra patrona, hay que acogerlo con gusto.” (Carta 055; al P. Juan Claudio Colin, el 29 de marzo de 1835)
Marcelino nos dice: “A diario recibimos nuevos sujetos. No me atrevo a rechazar a los que se nos presentan, los considero como traídos por María misma.” (Carta 056; a Mons. Gastón de Pins, en cuaresma de 1835)
Marcelino nos dice: “Me apresuré a echar a andar el proyecto de fundar una asociación de hermanos enseñantes para los municipios rurales, cuya penuria no les permite tener Hermanos de las Escuelas Cristianas.” (Carta 059; a la Reina María Amelia, en mayo de 1835)
Marcelino nos dice: “Muy queridos Hermanos, religiosos e hijos de María, la gloria de ustedes ha de consistir en imitar y seguir a Jesucristo.” (Carta 063; Circular a todos los Hermanos, el 19 de enero de 1836)
Marcelino nos dice: “Deseamos y queremos que, a ejemplo de Jesucristo, nuestro divino modelo, ustedes profesen un tierno afecto a los niños” (Carta 063; Circular a todos los Hermanos, el 19 de enero de 1836)
Marcelino nos dice: “Que a quienes toque obedecer lo hagan con humildad, y que los que ordenan lo hagan con mansedumbre” (Carta 063; Circular a todos los Hermanos, el 19 de enero de 1836)
Marcelino nos dice: “Nuestro viaje a París se realizó sin que yo haya experimentado, como temía, los dolores que siento de ordinario; gracias sean dadas a Jesús y a María.” (Carta 067; al H. Francisco, el 28 de agosto de 1836)
Marcelino nos dice: “Que habiéndonos amado mutuamente aquí en la tierra nos amemos para siempre en el cielo.” (Carta 079; Circular a todos los Hermanos, el 1° de enero de 1837)
Marcelino nos dice: “En los dulces nombres de Jesús y de María les ruego reciban la Regla que desde hace tanto tiempo desean.” (Carta 089; Circular a todos los Hermanos, en enero de 1837)
Marcelino nos dice: “Todas las diócesis del mundo entran en nuestros planes. Cuando los señores obispos respectivos quieran llamarnos a sus diócesis, nos apresuraremos a volar en su ayuda” (Carta 093; a Mons. Filiberto de Bruillard, el 15 de febrero de 1837)
Marcelino nos dice: “Procure hacer bien la meditación; es un factor muy importante en la vida de un religioso.” (Carta 102; al H. Eutimio, el 19 de marzo de 1837)
Marcelino nos dice: “Trate, pues, amigo mío, de edificar a sus alumnos, de rogar por ellos, de imprimir profundamente el amor de Dios en su joven corazón.” (Carta 102; al H. Eutimio, el 19 de marzo de 1837)
Marcelino nos dice: “Permita que recomendemos en especial la Sociedad de María a las oraciones de la Sociedad de Jesús.” (Carta 103; al P. Pedro Rigaud, sj, el 21 de marzo de 1837)
Marcelino nos dice: “No damos paz ni tregua a las rocas del Hermitage, desmontamos, plantamos viñas, tratamos de fertilizarlo todo.” (Carta 109; al Pbro. Santiago Fontbonne, el 16 de mayo de 1837)
Marcelino nos dice: “Hénos pues ya religiosos con toda la fuerza del término. Quiera Dios que todos demos buenos frutos.” (Carta 109; al Pbro. Santiago Fontbonne, el 16 de mayo de 1837)
Marcelino nos dice: “Siendo el fin de esta asociación facilitar a los municipios rurales el medio de procurar a los niños las ventajas de la instrucción,a muy bajo precio, ha reducido al mínimo el salario de cada Hermano institutor.” (Carta 113; al Sr. Antonio de Salvandy, en junio de 1837)
Marcelino nos dice: “Tiene mucha razón, mi querido amigo, al decirme que cuanto le concierne me interesa particularmente. Me gusta saber noticias de usted.” (Carta 118; al H. Dionisio, el 5 de julio de 1837)
Marcelino nos dice: “Una indisposición acaba de impedirme seguir mi camino y me obliga a volver a casa. ¡Dios sea mil y mil veces bendito!; ese Soberano Señor tiene sus muy buenas razones. Yo sólo le pido una cosa, que pueda cantar eternamente sus misericordias.” (Carta 122; al Pbro. Francisco Mazelier, el 26 de julio de 1837)
Marcelino nos dice: “Quisiéramos satisfacerles a todos, pero el campo es demasiado amplio para el número de obreros. Quiera el amo de la mies enviar buenos obreros, llenos de su espíritu, para desarrollar dignamente sus funciones.” (Carta 123; al Pbro. Juan Bautista Crozier, el 30 de julio de 1837)
Marcelino nos dice: “Se me parte el corazón al saber que está usted enfermo. Arrójese en brazos de nuestra común Madre, ella tendrá compasión de usted y de sus cohermanos, Ella puede muy bien arreglarlo todo. (Carta 126; al H. Apolinar, el 4 de agosto de 1837)
Marcelino nos dice: “Dios nos ha llamado a ser santos. Los conjuramos, pues, a que avancen más y más en su amor; procuren vivir en paz y aplíquese cada cual a lo que debe hacer.” (Carta 135; Circular a todos los Hermanos, el 4 de septiembre de 1837)
Marcelino nos dice: “Un principio de nuestras Constituciones es el de no caminar sino con la ayuda y bajo la protección de nuestros Obispos, de los que tendremos siempre a gloria ser obedientes servidores.” (Carta 150; a Mons. Pedro Francisco Bonnel, el 1° de noviembre de 1837)
Marcelino nos dice: “Me causa pena ver a los Hermanos cargados de tan gran número de niños y en locales tan reducidos; su salud se halla comprometida. Sírvase, Sr. Cura, no sobrecargarlos así.” (Carta 163; al Pbro. Francisco Fleury Moine, el 12 de diciembre de 1837)
Marcelino nos dice: “¿Podría ver María con indiferencia que guardásemos en el corazón algo contra alguno de los que Ella, a la mejor, ama más que a nosotros?” (Carta 168; al H. Dionisio, el 5 de enero de 1838)
Marcelino nos dice: “Los sacrificios que hemos creído deber imponernos para procurar adecuadamente el beneficio de la instrucción a la clase numerosa y tan interesante del campo nos permite vivir, aunque con austeridad.” (Carta 173; al Sr. Antonio de Salvandy, el 14 de febrero de 1838)
Marcelino nos dice: “Recomiende a mi pobre hermano a las oraciones de la comunidad. Ahora soy el único que quedo de toda la familia, de los diez que éramos; espero que mi turno no estará lejos. Que Dios me conceda prepararme bien, eso es todo lo que le pido.” (Carta 174; al H. Francisco, el 24 de febrero de 1838)
Marcelino nos dice: “¿Cuándo saldré de París? No sé nada, cuando Dios quiera. Si es para gloria de Dios que yo muera en París, que se haga su santa voluntad y no la mía. Estoy decidido a ver la culminación de este asunto.” (Carta 175; al H. Francisco, el 7 de marzo de 1838)
Marcelino nos dice: “Con toda verdad podemos decir que nuestra [propia] felicidad depende de nosotros, pues no hay nada, si lo sabemos vivir, que no nos sirva para lograrla: bienes, salud, pobreza, enfermedades, penas…” (Carta 180; a la Sra. María Clermondon, el 16 de marzo de 1838)
Marcelino nos dice: “Hace muchísimo que se habría dejado de hablar de nuestra Sociedad, si no fuera por ese santo nombre, nombre milagroso. María, he ahí el recurso único de nuestra Sociedad.” (Carta 194; a Mons. Juan Bautista Francisco Pompallier, el 27 de mayo de 1838)
Marcelino nos dice: “Sin María somos nada y con María lo tenemos todo, porque Ella tiene siempre a su adorable hijo, o en sus brazos, o en su corazón.” (Carta 194; a Mons. Juan Bautista Francisco Pompallier, el 27 de mayo de 1838)