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Gestos y Símbolos de la Celebración Eucarística. LOS COLORES. ¿Por qué y para qué los diversos colores en la celebración litúrgica?
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LOS COLORES ¿Por qué y para qué los diversos colores en la celebración litúrgica? • El color como uno de los elementos visuales más sencillo y eficaces, quiere ayudarnos a celebrar mejor nuestra fe. Su lenguaje simbólico nos ayuda a penetrar mejor en los misterios celebrados: • "La diversidad de colores en las vestiduras sagradas tiene como fin expresar con más eficacia, aún exteriormente tanto las características de los misterios de la fe que se celebran como el sentido progresivo de la vida cristiana a lo largo del año litúrgico." (Misal romano - IGMR 307)
Los colores actuales de nuestra celebración a) Blanco: Es el color privilegiado de la fiesta cristiana y el color más adecuado para celebrar: -La Navidad y la Epifanía -La Pascua en toda su cincuentena -Las Fiestas de Cristo y de la Virgen -Fiestas de ángeles y santos que no sean mártires. -Ritual de la Unción -Unción y el Viático b) Rojo: -La celebración del Domingo de Pasión (Ramos) y el Viernes Santo, porque remite simbólicamente a la muerte martirial de Cristo. -En la Fiesta de Pentecostés, porque el Espíritu es fuego y vida. -Otras celebraciones de la Pasión de Cristo, como la fiesta de la Exaltación de la Cruz. -Las fiestas de los Apóstoles, Evangelistas y Mártires, por su cercanía ejemplar y testimonial a la Pascua de Cristo. -La Confirmación se puede celebrar con vestiduras rojas o blancas apuntando al misterio del espíritu o a la fiesta de una iniciación cristiana a la Nueva Vida.
c) Verde: • El verde como color de paz, serenidad, esperanza se utiliza para celebrar el Tiempo Ordinario del Año Litúrgico. El Tiempo ordinario son esas 34 semanas en las que no se celebra un misterio concreto de Cristo, sino el conjunto de la Historia de la salvación y sobre todo el misterio semanal del Domingo como Día del Señor. • d) Morado: • Este color que remite a la discreción, penitencia y a veces, dolor, es con el que se distingue la celebración del Adviento y la Cuaresma • las celebraciones penitenciales y las exequias cristianas.
EL FUEGO En nuestras celebraciones: • Aparece en forma de lámparas y cirios encendidos durante la celebración o delante del sagrario. • Aparte del simbolismo de la luz entra aquí también esa misteriosa realidad que se llama fuego: la llama que se va consumiendo lentamente mientras alumbra, embellece, calienta, dando sentido familiar a la celebración. • Vigilia de Pascua: Es la celebración que queda enriquecida de modo más explícito con el simbolismo del fuego. La hoguera que arde fuera de la Iglesia y de la que se va a encender el Cirio Pascual remite intensamente al triunfo de la luz sobre la tiniebla, del calor sobre el frío, de la vida sobre la muerte. De allí partirá la procesión con su festivo grito: "Luz de Cristo", y la luz se irá comunicando progresivamente a cada uno de los participantes.
EL INCIENSO ¿Qué quiere simbolizar el incienso? ■ El incienso crea una atmósfera agradable y festiva en torno a lo que se inciensa, a la vez que crea un aire entre misterioso y sagrado por la sutil impalpabilidad de su perfume y de su humo. ■ Expresa elegantemente el respeto y la reverencia hacia una persona o hacia algún símbolo de Cristo. ■ Pero más en profundidad indica la actitud de oración y elevación de la mente hacia Dios. Ya el Salmo 140 nos hace decir: "suba mi oración como incienso en tu presencia". ■El incienso es símbolo, sobre todo, de la actitud de ofrenda y sacrificio de los creyentes hacia Dios. El incienso une de algún modo a las personas con el altar, con sus dones y sobre todo con Cristo Jesús que se ofrece en sacrificio.
¿A quiénes se inciensa? El Misal Romano sugiere con libertad el uso del incienso en estos momentos de la Misa: ■Durante la procesión de entrada ■Al comienzo de la Misa para incensar el altar ■En la procesión y proclamación del evangelio ■En el ofertorio, para incensar las ofrendas, el altar, el presidente y el pueblo cristiano ■En la ostensión del Pan consagrado y del Cáliz después de la consagración (IGMR 235)
LA IMPOSICIÓN DE MANOS En el Nuevo Testamento la acción e imponer sobre la cabeza de uno las manos tiene significados distintos, según el contexto en el que se sitúe. Ante todo puede ser la bendición que uno transmite a otro, invocando sobre él la benevolencia de Dios. Así , Jesús imponía las manos sobre los niños, orando por ellos. La despedida de Jesús en su Ascensión , se expresa también con el mismo gesto: "alzando las manos los bendijo" (Lc 24,50). Es una expresión que muchas veces se relaciona a la curación. Jairo pide a Jesús: "Mi hija está a punto de morir; ven impón tus manos sobre ella para que se cure y viva" (Mc 5,23). Imponer las manos sobre la cabeza de una persona, significa en muchos otros pasajes, invocar y transmitir sobre ella el don del Espíritu Santo para una misión determinada. Así pasa con los elegidos para el ministerio de diáconos en la comunidad primera: "hicieron oración y les impusieron las manos" (Act 6,6).
Hay dos momentos en la celebración de la Eucaristía en que el gesto simbólico tiene particular énfasis. Ante todo cuando el presidente, en la Plegaria Eucarística, invoca por primera vez al Espíritu (epíclesis), extendiendo sus manos sobre el pan y el vino: "santifica estos dones con la efusión de tu Espíritu". La Bendición Final es el segundo momento en el que el gesto de la imposición adquiere especial énfasis.
EL SALUDO DE LA PAZ • El Misal describe así el gesto de la paz: Los fieles "imploran la paz y la unidad para la Iglesia y para toda la familia humana, y se expresan mutuamente la caridad, antes de participar de un mismo pan" (IGMR 56b). • a) Se trata de la paz de Cristo: "Mi paz os dejo, mi paz os doy". El saludo y el don del Señor que se comunica a los suyos en la Eucaristía. No una paz que conquistemos nosotros con nuestro esfuerzo, sino que nos concede el Señor. • b) Un gesto de fraternidad cristiana y eucarística: Un gesto que nos hacemos unos a otros antes de atrevernos a acudir a la comunión: para recibir a Cristo nos debemos sentir hermanos y aceptarnos los unos a los otros. Todos somos miembros del mismo Cuerpo, la Iglesia de Cristo. Todos estamos invitados a la misma mesa eucarística. Darnos la paz es un gesto profundamente religioso, además de humano. Está motivado por la fe más que por la amistad: reconocemos a Cristo en el hermano al igual que lo reconocemos en el pan y el vino.
EL SACERDOTE BESA EL LIBRO DE LOS EVANGELIOS • Al hacerlo el sacerdote dice en voz baja: "Las palabras del Evangelio borren nuestros pecados". Esta frase expresa el deseo de que la Palabra evangélica ejerza su fuerza salvadora perdonando nuestros pecados. Besar el Evangelio es un gesto de fe en la presencia de Cristo que se nos comunica como la Palabra verdadera.
LA SEÑAL DE LA CRUZ • La Cruz resume toda la teología sobre Dios, sobre el misterio de la salvación en Cristo, sobre la vida cristiana. • La Cruz es todo un discurso: Nos presenta a un Dios trascendente pero cercano; un Dios que ha querido vencer el mal con su propio dolor; un Cristo que es juez y Señor, pero a la vez siervo, que ha querido llegar a la entrega total de sí mismo, como imagen plástica del amor y de la condescendencia de Dios; un Cristo que en su Pascua - muerte y resurrección- ha dado al mundo la reconciliación. • Es un gesto sencillo pero lleno de significado. Esta señal de la Cruz es una verdadera confesión de fe: Dios nos ha salvado en la Cruz de Cristo. Es un signo de pertenencia, de posesión: al hacer sobre nuestra personas este signo es como si dijéramos: "estoy bautizado, pertenezco a Cristo, El es mi Salvador, la cruz de Cristo es el origen y la razón de ser de mi existencia cristiana...". • Los cristianos debemos reconocer a la Cruz todo su contenido para que no sea un símbolo vacío.
EL AGUA • El agua es una realidad que ya humanamente tiene muchos valores y sentidos: sacia la sed, limpia, es fuente de vida, origina la fuerza hidráulica...También nos sirve para simbolizar realidades profundas en el terreno religioso la pureza interior, sobre todo. • Para los cristianos el agua sirve muy expresivamente para simbolizar lo que Cristo y su salvación son para nosotros: Cristo es el "agua viva" que sacia definitivamente nuestra sed (coloquio con la samaritana: Jn 4); el agua sirve también para describir la presencia vivificante del Espíritu (Jn 7, 37-39) y para anunciar la felicidad el cielo (Apoc 7, 17; 22, 1).
Pero el agua tiene muchas veces un sentido simbólico: • lavarse las manos para indicar la purificación que el sacerdote más que nadie necesita, o lavar los pies para expresar la actitud de servicio. Sobre todo el agua nos hace celebrar significativamente el Bautismo con el gesto de la inmersión en agua (bautismo significa inmersión" en griego): porque es un sacramento que nos hace sumergirnos sacramentalmente en Cristo, en su muerte y resurrección, y nos engendra a la vida nueva. • La aspersión de la comunidad con agua en la Vigilia Pascual, o en el rito de entrada de la Eucaristía dominical, o el santiguarse con agua al entrar en la Iglesia, son recuerdos simbólicos del Bautismo.
El gesto de aspersión en las exequías se realicen con agua, quiere prolongar el simbolismo purificador y vitalizador del Bautismo. • Otro significado del simbolismo del agua es su cualidad de apagar la sed del hombre. Sed que no es sólo material, sino que muy expresivamente puede referirse s los deseos más profundos del ser humano: la felicidad, la libertad, el amor, etc.
EL CANTO • El canto expresa y realiza nuestras actitudes interiores. Tanto en la vida social como en la cúltico-religiosa, el canto no sólo expresa sino que en algún modo realiza los sentimientos interiores de alabanza, adoración, alegría, dolor, súplica. • El canto hace comunidad, al expresar más validamente el carácter comunitario de la celebración. • El canto hace fiesta, crea clima más solemne y digno en la oración: "nada más festivo y más grato en las celebraciones sagradas que una asamblea que toda entera, exprese su fe y su piedad por el canto" (MS 16). • El canto tiene en la liturgia una función "ministerial". Aquí el canto ayuda a que la comunidad entre más en sintonía con el misterio que celebra. A la vez que crea un clima de unión comunitaria y festiva, ayuda pedagógicamente a expresar nuestra participación en lo más profundo de la celebración
La ceniza • Del latín "cinis", es producto de la combustión de algo por el fuego. • Muy fácilmente adquirió un sentido simbólico de muerte, caducidad, y en sentido trasladado, de humildad y penitencia. • La Cuaresma empieza con ceniza y termina con el fuego, el agua y la luz de la Vigilia Pascual. Algo debe quemarse y destruirse en nosotros -el hombre viejo- para dar lugar a la novedad de la vida pascual de Cristo. • Mientras el ministro impone la ceniza dice estas dos expresiones, alternativamente: "Arrepiéntete y cree en el Evangelio" (Cf Mc1,15) y "Acuérdate de que eres polvo y al polvo has de volver" (Cf Gén 3,19): un signo y unas palabras que expresan muy bien nuestra caducidad, nuestra conversión y aceptación del Evangelio
EL CIRIO PASCUAL • El cirio más importante es el que se enciende en la Vigilia Pascual como símbolo de la luz de Cristo, y los cirios que se reparten entre la comunidad, para significar nuestra participación en esa misma luz. • Además del símbolo de la luz, se le da también el de la ofrenda: cera que se gasta en honor de Dios, esparciendo su luz: "Acepta, padre santo, el sacrificio vespertino de esta llama, que la santa Iglesia te ofrece en la solemne ofrenda de este cirio, obra de las abejas. • El Cirio estará encendido en todas las celebraciones durante las siete semanas de la cincuentena, al lado del ambón de la Palabra, hasta terminar el domingo de Pentecostés. • Luego, durante el año, se encenderá en la celebración de los bautizos y de las exequias, el comienzo y la conclusión de la vida: un cristiano participa de la luz de Cristo a lo largo de todo su camino terreno, como garantía de su definitiva incorporación a la luz de la vida eterna.
LA COLECTA • La palabra "colecta" viene del latín "collecta, colligere", "recogida, recoger". • Pero su uso más técnico es el referido a la "oración colecta" al principio de la Misa. El sacerdote invita al pueblo a orar; y todos, a una con el sacerdote, permanecen un rato en silencio para hacerse conscientes de estar en la presencia de Dios y formular sus súplicas. Entonces el sacerdote lee la oración que se suele denominar colecta, y el pueblo contesta amén" (IGMR 32).
EL MOMENTO DE LA COMUNIÓN • De la palabra latina "communio", acción de unir, de asociar y participar (correspondiente a la griega "koinonía") "comunión" significa la unión de las personas, o de una comunidad, o la comunión de los Santos en una perspectiva eclesial más amplia, o la unión de cada uno con Cristo o con Dios. • La comunión tiene a la vez sentido vertical, de unión eucarística con Cristo, y horizontal, de sintonía con la comunidad eclesial. Por eso la "excomunión" significa también la exclusión de ambos aspectos.
El Misal (IMGR 56) invita a una realización lo más expresiva posible de la comunión eucarística: • con una oración o un silencio preparatorio, por parte del presidente y de la comunidad; • una procesión desde los propios lugares hacia el ámbito del altar, • mientras se canta un canto que une a todos y les hace comprender más en profundidad el misterio que celebran, • la invitación oficial a acercare a la mesa del Señor: "Este es el Cordero de Dios", invitación que apunta al banquete escatológico del cielo ("dichosos los invitados a la Cena del Cordero"), • la mediación de la Iglesia en este gesto central (no "coge" la comunión cada uno, sino que la recibe del ministro),
con pan que aparezca como alimento, consagrado y partido en la misma Misa, para significar también la unidad fraterna de los que participan del mismo sacrificio de Cristo, • recibido en la mano o en la boca, a voluntad del fiel, allí donde los Episcopados lo hayan decidido • con unos momentos de interiorización después de la comunión. Casos especiales son el de la primera comunión, en la que los cristianos participan por primera vez plenamente de la celebración eucarística de la comunidad: no sólo en sus oraciones, lecturas y cantos, sino también en el Cuerpo y Sangre de Cristo.
LOS GOLPES DE PECHO • Gesto penitencial y de humildad. Es uno de los gestos más populares al menos en cuanto a expresividad. • Así describe Jesús al publicano (Lc 18, 9-14). El fariseo oraba de pie: "no soy como los demás"... "En cambio el publicano no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: Oh Dios, ten compasión de mí, que soy un pecador". • Cuando para el acto penitencial al inicio de nuestra Eucaristía elegimos la fórmula "Yo confieso", utilizamos también nosotros el mismo gesto cuando a las palabras "por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa" nos golpeamos el pecho con la mano. • Y es también la actitud de la muchedumbre ante el gran acontecimiento de la muerte de Cristo: "y todos los que habían acudido a aquel espectáculo, al ver lo que pasaba, se volvieron golpeándose el pecho..." (Lc 23,48)
ARRODILLARSE • Estar de rodillas es una actitud de humildad. • Expresa arrepentimiento y penitencia. • Nos recuerda a Pedro cayendo de rodillas y exclamando: "Apártate de mí, Señor, que soy un pecador" (Lucas 5,8). • Pero el cristiano se arrodilla ante Dios precisamente porque el es Dios, el único Señor del universo. Es un signo de Adoración que da a la oración un acento muy particular. • Este sentido de adoración tiene hacer la genuflexión cuando entramos en la iglesia o delante del sagrario
PONERSE DE PIE • Es la postura más usada en la Misa. Al orar de pie los cristianos "significamos" nuestra dignidad de hijos de Dios. Como tenemos en nosotros el Espíritu que nos hace exclamar "Abba", "nos atrevemos" a llamar a Dios "Padre" y estar de pie delante de él. Es una actitud de cariñosa confianza hacia Dios a quien vemos, sobre todo, como Padre. • Es una actitud que indica "prontitud", estar disponible, preparado para la acción. Por tanto indica decisión y voluntad para seguir al Señor. Desde el comienzo fue la actitud general de los cristianos: orar de pie, con los brazos extendidos. • Es también señal de alegría. Durante el primer milenio, los cristianos tuvieron prohibido arrodillarse en la liturgia de los domingos, pues -como sabemos- el día del Señor conmemora la Pascua, la Resurrección de Jesús. • Así como la muerte es "estar postrado", la resurrección es un levantarse, un "volver a estar de pie". Por eso esta postura manifiesta también nuestra fe en Jesús resucitado.
LAS GOTAS DE AGUA EN EL VINO • Con este signo el sacerdote le pide a Dios que una nuestras vidas a la suya. AI momento de preparar sobre el Altar el pan y el vino "el Diácono u otro ministro, pasa al sacerdote la panera con el pan que se va a consagrar; vierte el vino y unas gotas de agua en el cáliz.." (Misal Romano Nº 133). • El instante en que se echa el agua se acompaña con una oración que se dice en secreto: "El agua unida al vino sea signo de nuestra participación en la vida divina de quien ha querido compartir nuestra condición humana.