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Lectio divina del Salmo dominical Domingo II de Pascua. Hch 2,42-47: Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común. Sal 117,2-4.13-15.22-24: Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
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Lectio divina del Salmo dominical Domingo II de Pascua Hch 2,42-47: Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común. Sal 117,2-4.13-15.22-24: Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. 1P 1,3-9: Por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva. Jn 20,19-31: A los ocho días, llegó Jesús.
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia.Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia.Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia.
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
Empujaban y empujaban para derribarme,pero el Señor me ayudó;el Señor es mi fuerza y mi energía,él es mi salvación. Escuchad: hay cantos de victoriaen las tiendas de los justos.
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
La piedra que desecharon los arquitectoses ahora la piedra angular.Es el Señor quien lo ha hecho,ha sido un milagro patente. Éste es el día en que actuó el Señor:sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
Lectio¿Qué dice el texto? El salmo 117 evoca la historia de la victoria de un rey e incluye una liturgia de acción de gracias. Un personaje importante -probablemente, el rey o el pueblo entero, personificado en este personaje- ha tenido que librar una fuerte batalla contra el enemigo. El combate ha sido recio y el peligro grande; la misma vida ha estado en trance: Todos los pueblos me rodeaban, cerrando el cerco; me rodeaban como avispas y empujaban para derribarme. Ante tales dificultades, se acudió al Señor, y el Señor mostró su poder: En el peligro grité al Señor. El Señor me castigó, pero no me entregó a la muerte, me escuchó.Por ello se celebra esta fiesta de acción de gracias, esta procesión jubilosa al templo, que constituye el segundo tema del salmo. Todo el pueblo se dirige al templo con cantos de acción de gracias. El Señor manifiesta realmente su poder en la guerra: Éste es el día en que actuó el Señor; dad, pues, gracias al Señor, porque es eterna su misericordia. Al son de estos cantos de acción de gracias, la procesión llega al templo, para celebrar una liturgia de acción de gracias: Abridme las puertas del triunfo (del templo), y entraré para dar gracias al Señor. Israel era, ciertamente, insignificante ante el poder de los enemigos, pero la piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Dios ha bendecido con la victoria al débil, y por ello los sacerdotes, desde el templo, repiten esta bendición sobre la procesión que avanza: Bendito el que viene en nombre del Señor. Para los cristianos, esta lucha y esta victoria evocan el misterio pascual de Jesús, luchando en la pasión y triunfando en la resurrección. El Señor mismo, a las puertas de su muerte, aplicó este salmo a su persona: "¿No habéis leído nunca en la Escritura: "La piedra que desecharon los arquitectos..."?" (Mt 21, 42). Las turbas aplicaron a Jesús este canto en el domingo de ramos: "Bendito el que viene en nombre del Señor" (Mt 21, 9). Los apóstoles, en su predicación, confirmaron esta interpretación (cf. Hch 4,11; cf. 1 Pe 2,4). No es extraño, pues, que en todas las liturgias este salmo haya venido a ser un salmo dominical y pascual. (Pedro Farnés, Moniciones y oraciones sálmicas, Regina, Barcelona 1978)
MeditatioLo propio de este paso es meditar qué me dice a mi el texto. Esto es algo muy personal por ello aquí para ayudar a esta meditación relacionamos el salmo con las lecturas del domingo. De nuevo la liturgia nos da este salmo 117 para cantar y celebrar la victoria de Cristo resucitado. La intencionalidad es clara: toda la Octava de Pascua constituye un único día, y la proclamación renovada de este salmo refuerza este hecho. Es más, las palabras de este salmo, fueron las últimas que el Señor Jesús cantó de forma solemne y cúltica. Ya que éste es el último de los salmos que constituyen el “Hallel” (salmos 112-117) que se cantaban en la cena pascual y que Jesús cantó con los suyos antes de ir para el monte de los Olivos (Mc 14, 26) De esta forma podemos ver la unidad de todo el Tríduo pascual que celebramos. Apropiémonos el estribillo de esta semana: “Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia” porque gracias al testimonio de Tomás y de los demás apóstoles nos ha llegado el anuncio gozoso de la Resurrección del Señor. Es verdad, Cristo ha resucitado. Y lo que nos hace “verificar” de algún modo este hecho es el descubrir la llagas del Crucificado. La Pascua es una unidad de Cruz y Gloria. Cristo murió por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación. Las llagas son la señales de las heridas sufridas por la piedra que desecharon los arquitectos, llagas ahora cubiertas de gloria al convertirse el Señor en la piedra angular, fundamento de nuestra Fe. Por medio de ellas, Cristo nos manifiesta la misericordia divina, y nos otorga hoy el don de su Espíritu, el perdón de los pecados y su Paz. Dones pascuales que hacen que la comunidad de los creyentes viva “con un solo corazón y una sola alma”, y a la que va agregando nuevos miembros por el Bautismo.
Oratio¿Qué me hace decirle a Dios este salmo, la liturgia de este domingo?
ContemplatioMiro y me dejo mirar… En esto los Padres de la Iglesia son maestros… “Daré gracias al Señor porque es bueno, porque su misericordia es eterna. No le bastó el ofrecer él solo ese sacrificio, sino que llama a muchos para que sean partícipes de la alabanza y de la acción de gracias, y proclama la bondad de Dios celebrando por todas partes su perpetuidad y grandeza. También nosotros, conociendo estas cosas, debemos permanecer dando gracias siempre al Dios bondadoso, y hemos de ofrecer ese mismo sacrificio, para que podamos obtener los bienes futuros, por la gracia y bondad de nuestro Señor Jesucristo, para quien, con el Padre y junto al Espíritu Santo, sea la gloria ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.” (San Juan Crisóstomo , Comentarios a los salmos 117, 6,7 Ciudad Nueva, Biblioteca de Patrística, Madrid 2006, 159.)
Actio¿Qué me hace vivir el Señor a partir de esta Palabra? Es el momento de la “obediencia de la Fe”… Daré gracias al Señor porque su misericordia es eterna; y yo mismo seré instrumento de la misericordia divina para los demás.