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Lectio divina del Salmo dominical Domingo de Ramos. Procesión de los ramos Mt 21,1-11: Bendito el que viene en nombre del Señor. En el templo Is 50,4-7: No me tapé el rostro ante los ultrajes, sabiendo que no quedaría defraudado.
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Lectio divina del Salmo dominicalDomingo de Ramos • Procesión de los ramosMt 21,1-11: Bendito el que viene en nombre del Señor. • En el temploIs 50,4-7: No me tapé el rostro ante los ultrajes, sabiendo que no quedaría defraudado. • Sal 21,8-9.17-18a.19-20.23-24: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? • Flp 2,6-11: Se rebajó, por eso Dios lo levantó sobre todo. • Mt 26,14-27,66: Pasión de nuestro Señor Jesucristo.
Al verme, se burlan de mí,hacen visajes, menean la cabeza:«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;que lo libre, si tanto lo quiere.»
Me acorrala una jauría de mastines,me cerca una banda de malhechores;me taladran las manos y los pies,puedo contar mis huesos.
Se reparten mi ropa,echan a suertes mi túnica.Pero tú, Señor, no te quedes lejos;fuerza mía, ven corriendo a ayudarme.
Contaré tu fama a mis hermanos,en medio de la asamblea te alabaré.Fieles del Señor, alabadlo;linaje de Jacob, glorificadlo;temedlo, linaje de Israel.
Lectio¿Qué dice el texto? Este Salmo es una súplica de gran intensidad expresada mediante vigorosas imágenes (los enemigos son descritos como animales feroces; el Señor es comparado con una comadrona v.10, con un guerrero v.20, un héroe valiente v.22, o un rey v.29) • En él se encuentra expresado el desamparo de un hombre justo, (vv. 2-22) que ha tocado el límite del sufrimiento físico y moral, sobre todo, el de sentirse abandonado por Dios (v. 2). Sin embargo, incluso en medio de los mayores sufrimientos, el salmista suplica con una inquebrantable confianza en Dios (vv. 10-11) y no pierde el dominio de sí mismo ya que en ningún momento pide a Dios el castigo contra sus enemigos. En el fondo está seguro de la liberación final. • Por eso, su oración concluye con un canto de alabanza y de acción de gracias, en el que todos los fieles son invitados a celebrar al Señor, que no niega su ayuda a los pobres (vv. 23-27). • Los vv. 28-32 son un himno al Señor, Rey universal Este Salmo ocupa un lugar excepcional en la piedad cristiana, porque Jesús, en el momento de la crucifixión, lo utilizó para expresar los tormentos de su agonía.
MeditatioLo propio de este paso es meditar qué me dice a mi el texto. Esto es algo muy personal por ello aquí para ayudar a esta meditación relacionamos el salmo con las lecturas del domingo. Entramos en una Semana más de contemplación que de reflexión. Dejémonos interpelar por los textos más afectiva que intelectualmente. Cristo penetra en la gran tribulación, asume y hace suya la vivencia del Siervo del Señor, no se ahorra la angustia y el sufrimiento, la desolación y la sensación de abandono por parte del Padre. Quiere acoger en sí toda nuestra debilidad y tentación, todo nuestro pecado, para desde ahí, desde el inexplicable, paradójico y vertiginoso hecho de hacerse pecado por nosotros, esperar y proclamar la salvación a todos sus hermanos, dándonos así una palabra de aliento. Miremos a Cristo estos días con una “mirada de participación” (Card. Martini). Unámonos a su dolor, no temamos el sufrimiento, no nos quedemos dormidos como Pedro, Santiago y Juan, sobrecogidos por el temor. Cristo nos invita a acompañarle: “Velad y orad” ¿Seremos capaces de negarle este deseo?
Oratio¿Qué me hace decirle a Dios este salmo? ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Gracias, Señor! Tú nos entiendes, comprendes nuestra debilidad, porque has pasado Tú el primero por ella. Enséñame, ayúdame a aceptar los designios del Padre en mi vida. Sabiendo descubrir detrás de cada acontecimiento un sentido de salvación y de vida, de gracia y de misericordia.
ContemplatioMiro y me dejo mirar… En esto los Padres de la Iglesia son maestros… “Con apariencia de religiosidad para con Jesús, y puesto que no pueden explicar qué significa que Cristo quedara abandonado de Dios, algunos piensan y dicen: Es verdad lo que dijo, pero lo dijo por humildad. Nosotros, en cambio, al ver al que siendo de condición divina desciende de esa majestad y se anonada a sí mismo tomando la forma de esclavo, y al advertir en todo eso la voluntad del que lo condujo a esta situación, entendemos que, puesto que era de naturaleza divina invisible e imagen del Padre, fue abandonado por el Padre cuando tomó la forma de siervo; y fue abandonado a favor de los hombres, para que cargara con tales y tantas cosas que lo llevaron hasta la muerte, y una muerte de cruz. (…) Así pues podrás entender con claridad lo que significa la expresión ¿Por qué me has abandonado?, si comparas la gloria que tenía junto al Padre, con la ignominia de desprecio que soportó en la cruz. (Orígenes, Serie de comentarios al Evangelio de Mateo, 135)
Actio¿Qué me hace vivir el Señor a partir de esta Palabra? Es el momento de la “obediencia de la Fe”… ¡Velad y orad!